ICONO
A contracorriente e imponiéndose en un mundo de hombres, Gae Aulenti fue una de las artífices del made in Italy de la posguerra. Con gran sensibilidad artística, diseñó lámparas inolvidables, sets operísticos y museos con un continente tan importante como
La arquitecta Gae Aulenti fue a contracorriente del estilo racionalista y marcó la estética de la posguerra italiana.
ació en los años 20 y sus padres la educaron para convertirse en una respetable y ociosa hija de buena familia, pero Gaetana Aulenti (Palazzolo dello Stella, 1927-Milán, 2012) jamás hizo lo que se esperaba de ella y, en vez de buscar marido, decidió estudiar arquitectura. Siempre a contracorriente, en su promoción del Politécnico de Milán, donde se graduó en 1954, de un total de 20 estudiantes ella era una de las dos únicas mujeres. Con el pelo muy corto y vestida de sastrería, Gae se empeñó (y logró) hacerse un hueco en un mundo masculino. “Hay muchas otras mujeres arquitectas con talento pero la mayoría de ellas parecen estar vinculadas con hombres –decía, seguramente pensando en colegas brillantes como Charlotte Perriand o Eileen Gray, ambas a la sombra de Le Corbusier–. Yo siempre he trabajado para mí y ha sido todo un reto. Las arquitectas no deben considerarse a sí mismas como una minoría porque en cuanto lo haces, te paralizas”. De ella se decía que tenía la sólida mentalidad de un ingeniero mezclada con un encanto bucólico y esa mezcla es la que aplicó en su vida y en su obra. Aulenti, al contrario que muchos de sus coetáneos, al acabar la carrera no abrazó el imperante estilo Moderno, sino
N
La donna è mobile: Tributo debido:
Además de recibir la Medalla de la Triennale el último año de su vida, Milán le dedicó una plaza con su nombre, moderna y atrevida, como siempre fue ella. Durante los años 70 creó numerosos sets para óperas en La Scala de Milán a las órdenes del director Luca Ronconi.
La gran familia: Se divorció dos veces y tuvo una única hija, la diseñadora de vestuario Giovanna Buzzi, y una nieta.
Muchas luces: Junto con Piero Castiglioni diseñó lámparas, las
Parola, Diastema o Calle, todas para Fontanaarte. que desde las páginas de la revista Casabella, donde colaboró varios años, tomó parte activamente en el llamado movimiento Neoliberty que reaccionaba contra la frialdad y la monotonía de los preceptos de la Bauhaus. Así, defendía que prevalecieran las tradiciones constructivas de cada país y el individualismo. Con estas premisas ella fue una de las artífices de la imagen de la Italia de la posguerra y de su pujante industria. Firmó numerosas residencias privadas y showrooms para Olivetti y Fiat, con cuyo creador, Gianni Agnelli, hizo tan buenas migas que le encargó convertir el Palazzo Grassi de Venecia en una sala de exposiciones y un chalet en St Moritz. A lo largo de los 60 y 70 diseñó para marcas como Kartell, Zanotta, La Rinascente, Artemide, Stilnovo, Fontanaarte (donde ejerció de directora artística) o Martinelli Luce. Su lámpara Pipistrello para esta última es uno de los grandes iconos del XX. Aunque su obra más monumental la llevó a cabo en París, donde fue elegida en 1980 para convertir la vieja estación de tren de Orsay en un museo a mayor gloria del arte impresionista. Gae, con una fuerte sensibilidad por lo artístico, respetó la carcasa modernista creando zonas neutras para poder colgar el arte con elementos de piedra y rejillas de metal minimalistas, algo que generó muchas críticas en la prensa especializada pero que le trajo más proyectos en el campo museístico. Desde entonces y hasta su muerte reorganizó las salas de la colección permanente del Pompidou (1985), también en París, restauró la Escudería Papal en el Palacio del Quirinal de Roma (1999), el Museo Nacional de Arte de Cataluña (2004) en Barcelona, el Museo de Arte Asiático (2003) de San Francisco y rehabilitó numerosos monumentos históricos. Jamás dejó de trabajar. Una puerta de su casa la conectaba a su estudio y con la vida que siempre eligió llevar.