MARÍA INMACULADA
Galerista, curator y propietaria de este piso impecable en Copenhague que bascula entre el design y el arte. Pocas piezas, sencillas y con concepto en los dominios de Maria Foerlev, dueña de Etage Projects.
El sencillo apartamento de la galerista Maria Foerlev en Copenhague mezcla arte y diseño conceptual.
de irracionalidad”. Así describe su estilo y su casa Maria Foerlev, la dueña de Etage Projects, una de las galerías de arte y diseño más punteras del mundo. Situada en Copenhague, a cien metros de su nueva vivienda, ambos espacios se intercambian y retroalimentan con el talento de jóvenes como el catalán Guillermo Santomà o Thomas Poulsen (FOS). “Solo vivo con piezas que me interesan, que son las mismas que vendo en mi showroom. Cada mueble y objeto evoca un recuerdo o una emoción. Lo que más me gusta de este negocio es la gente, las ideas y cómo nos afecta lo que nos rodea”, cuenta Maria. El escenario de tanta creatividad son 145 metros cuadrados en un histórico edificio de 1807 frente a los King Gardens de la capital danesa. Foerlev, viajera incansable, trabajadora compulsiva y madre de dos hijos, necesitaba simplificar su vida, así que se mudó hace unos meses de un piso grande a este más pequeño en el que solo dejó entrar sus tesoros más preciados. Un salón, un comedor, un teatral hall, una pequeña cocina y tres dormitorios suman en total once ventanas que se asoman al gran parque. Los techos y suelos pintados en su mayoría de un blanco estricto, acentúan la importancia de sus habitantes inmóviles. Aquí están Ettore Sottsass y Achille Castiglioni bien representados por sus lámparas, igual que George Nelson o Franz West, dando el relevo a toda una nueva generación de creadores que Maria adora, como Sabine Marcelis o Soft Baroque. “La primera vez que crucé la puerta me sentí inmediatamente en casa. La distribución es perfecta, no hay zonas muertas. Me fascinan los edificios antiguos, fantaseo acerca de las familias que han vivido antes en ellos. Mi manera de encarar un interiorismo es siempre igual. Huyo de cualquier estilo predeterminado. Quizá porque soy galerista y curator, lo único que sé hacer es seguir mi instinto para identificar cosas que me conmueven. No puedo con las limitaciones”, dice. Todos los artistas que vende y con cuyas piezas convive representan esa línea fronteriza e híbrida en la que la danesa se mueve. “Para mí el arte es un lenguaje sin palabras, un idioma común, una lengua franca que se hace única para la persona que la mira. Muchos diseñadores y arquitectos quieren ir más allá de la función, buscan propiciar cambios y abrir conciencias. Y también a algunos artistas les gustaría conseguir el nivel de intimidad que genera una persona con el objeto que usa diariamente. El design necesita utilidad, y el arte, una cierta poesía, pero también se buscan y se entienden mutuamente. Esa es la clave de mi trabajo y creo que se refleja en mi refugio”, remata. www.etageprojects.com