LONDON BLUES Golpes de efecto, humor sofisticado y toda la gama de los celestes en el piso londinense de Danielle Moudaber.
Golpes de efecto, humor sofisticado y todas las gamas del celeste reinan en la casa de la interiorista Danielle Moudaber.
hay quién no sabe ni qué hacer ni cómo gestionar la libertad. No es su caso. “Cuando tenía once años mi familia y yo nos mudamos de Nigeria al Líbano. En ese momento contratamos a un interiorista para que se hiciera cargo de nuestra casa. Me pareció muy divertido. Pero lo que más disfruté fue que me dieran autonomía para escoger los materiales, telas y la distribución de mi dormitorio. Fue emocionante, y hoy todavía me lo parece”. Este punto de partida parecía determinar el destino de Danielle Moudaber, pero no, ella se decantó por el periodismo y la fotografía. “Hasta que hace 15 años encontré un piso fascinante con mi ex. Tenía un gran salón y paredes de piedra y me puse a decorarlo. Él se dedica a la promoción inmobiliaria y, tras la experiencia, comencé a ayudarle. Soy muy curiosa y necesito respuestas, así que, conociendo mis carencias me dediqué a investigar para conseguir soluciones adecuadas, buscando inspiración en libros y revistas. Hasta que me sentí preparada para volar libre y aceptar encargos”. Su piso, un apartamento de 1880 y 150 m2 en la capital británica, es un ejemplo de lo que es capaz. Tras una fachada gris se esconde un corazón celeste. “Este tono me da una paz infinita. Es natural, solo hay que salir a la calle para verlo en el cielo y si no se puede porque Londres no siempre lo permite, está aquí dentro”. De la construcción original solo dejó “las persianas y las ventanas, todo lo demás es nuevo”. Sus dos alturas las distribuyó de manera que en ellas pudiera “trabajar, descansar, recibir amigos y bailar”. Así que la primera planta la destinó a un salón, la cocina y comedorestudio con una polivalente mesa en tres alturas “que sirve para comer, de despacho y de mueble bar” diseñada por ella, al igual que la impactante escalera
blanca ondulada que aunque parezca una fantasía de porcelana biscuit es una pieza sólida de hierro lacado. En la segunda, más privada, dispuso tres zonas que utiliza como vestidores y dos dormitorios con baños en suite para conseguir lo que ella llama su palacio urbano. “Está levantado con el rigor y los fundamentos clásicos, pero empleados de forma lúdica”, asegura. Lo que se tradujo en un delirio (que lejos de apabullar, es relajante y moderno) de paredes cubiertas por escayolas, que ella incorporó de cero, espejos azogados para crear nuevas dimensiones, un suelo de madera pintada en blanco y negro representando laberintos y diseños propios neobarrocos (casi para una María Antonieta contemporánea) que conviven con tesoros como la silla y el cabinet de Mark Brazier-jones o encontrados en el anticuario del diseñador Paul Smith. Todo con un fin, lograr “una alquimia, al márgen de épocas o estilos, que consiga mejorar tu ánimo”, sentencia. Ya puede tronar fuera, que aquí dentro siempre está despejado.