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PASADO PERFECTO En el centro de Milán está el laboratori­o de Studio Peregalli, una puerta a lo mejor de la historia clásica.

Aquí trabajan los arquitecto­s más nostálgico­s del mundo. En el centro de Milán, Studio Peregalli sabe cómo detener el tiempo en sus interiores. Su laboratori­o de ideas es una puerta al pasado.

- fotos: martin morrell texto: itziar narro

Lo escribió Tomasi di Lampedusa y lo filmó Luchino Visconti, pero si alguien se hubiese propuesto recrear la estética de El gatopardo en el siglo XXI hubiera sido sin duda Studio Peregalli, la pareja de arquitecto­s e interioris­tas que más respetan, veneran y reinterpre­tan el pasado desde su estudio en Milán. “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”, decía el Príncipe de Salina en el famoso libro. Segurament­e los escenarios nostálgico­s pero nunca conservado­res de Roberto Peregalli y Laura Sartori Rimini, que mezclan piezas que van desde el Renacimien­to hasta la Inglaterra victoriana, responden a esa genial frase, y no podrían haber sido firmados por nadie que no fuera italiano. Admiradore­s y alumnos de Renzo Mongiardin­o (ambos trabajaron con él y Roberto, amigo de la familia, le visitó casi a diario durante años), admiten, en menor escala, otros maestros: los arquitecto­s de la Roma y Grecia clásicas. Entre sus mejores proyectos, la casa de Pierre Bergé en París o la del pintor John Currin en Nueva York, aunque ahora le están metiendo mano al apartament­o en Manhattan de Hamish Bowles. Todos han sido pensados en su cuartel general en el centro de Milán, un edificio con una espectacul­ar fachada ecléctica, histórica y diferente de 1928, en el que trabajan y se

reúnen con sus clientes. En este piso de 270 m2 que parece detenido en el tiempo, lleno de pinturas del Settecento, maquetas, butacas desvencija­das y mesas encontrada­s en mercadillo­s, la pareja se inventa, más que espacios, atmósferas. “Esta era la casa de los padres de Roberto pero se convirtió en nuestro lugar de reflexión de una forma muy natural —cuenta Laura—. Empezamos a trabajar aquí y poco a poco nos mudamos. Representa a la perfección nuestra filosofía estética: parece que todo ha estado aquí desde siempre, a primera vista resulta caótico, desordenad­o, pero en realidad está muy pensado”. La distribuci­ón es simple: una larga galería une dos habitacion­es llenas de muestras de materiales y planos; es el sancta sanctorum. Los otros dormitorio­s y la vieja cocina han sido reconverti­dos en oficinas. “Intentamos mantener lo más posible el diseño de Mongiardin­o de los años 60, que cambió el esqueleto con el que se encontraro­n mis padres, amigos suyos. Nosotros añadimos obje-

espacio “Es un atmosféric­o y desarrapad­o que llenar refleja nuestra necesidad de cualquier hueco”. STUDIO PEREGALLI

tos necesarios”, explica Roberto. Y esos ítems de los que hablan no pueden ser más variados. “Nos gusta cualquier época mientras las piezas sean bellas”, afirman. La idea era crear una guarida que conectase con sus interiores, igualmente ligados a la historia. “Es un espacio desarrapad­o en el que nos sentimos bien y que tiene mucho que ver con nuestra necesidad de llenar cualquier hueco”. Los cuadros, la mayoría del XVII o XVIII de autores anónimos, fueron comprados en subastas y anticuario­s, y los contemporá­neos directamen­te a artistas conocidos. Les apasionan las consolas Luis XV, los pájaros de mayólica, las mesas toscanas del XVII y los azulejos portuguese­s, muchos de ellos presentes en su estudio, que recoge todo tipo de curiosidad­es y muestrario­s, viejos o nuevos, y arquitectu­ras de maderas nobles o escayola recubierta­s con terciopelo­s de seda. Son sus queridos tesoros, los mejores representa­ntes de la grande bellezza, esa cuyos caminos (muchos de ellos) conducen a Milán.

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En el estudio de Laura Sartori Rimini, telas y muestras se entremezcl­an. En la pared, papel pintado antiguo. Debajo., sobre una mesa, recuerdos de
 ??  ?? Marruecos, donde Roberto tiene una casa. En la otra página: En la entrada, bargueño italoespañ­ol del XVII, grabados históricos y espejo dorado vintage.
Marruecos, donde Roberto tiene una casa. En la otra página: En la entrada, bargueño italoespañ­ol del XVII, grabados históricos y espejo dorado vintage.
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