decoración “La es como vestir a María Antonieta boubou con un africano”. J. L. DENIOT
jean-louis Deniot, el interiorista francés, se esfuerza en no repetirse. “El problema es que los clientes insisten en limitarse a lo que han visto antes mío”, dice. Sin embargo, este proyecto le dio la oportunidad de hacer algo diferente. Es bastante atípico para él por una serie de razones: el apartamento está en un bullicioso bulevar del 10ème arrondissement, no muy lejos de la Gare de l’est y del Canal de Saint Martin, y no en un barrio lujoso, y el dueño es un estadounidense de 37 años, programador informático desde los 14 que se ha hecho rico gracias a su participación en una exitosa empresa puntocom. “Es despreocupado y absolutamente adorable – cuenta Deniot–. No solo está al día con las nuevas tecnologías, sino también muy bien informado sobre los clásicos, de hecho, estudió dos años literatura griega antigua en la Universidad de Columbia, de Nueva York”. Firme francófilo, visitó una docena de pisos en la zona, que le atraía por su diversidad étnica, y eligió este de 170 m2 para montar su piedà-terre por su diseño en enfilade, sus techos altos, sus 18 ventanas, molduras y suelos originales y el balcón que rodea tres lados. Fue un hermano de un amigo quien le recomendó a Deniot. Recuerda la primera reunión: “Trajo a un ejército de personas superfashion, una chica con tacones altísimos y un par de asistentes. Visitaron el espacio y emitieron su aprobación”. Jean-louis es todo lo contrario a un fanático de los pisos haussmanianos (“Hay 30 millones en París”), así que cuando se enfrenta a uno, normalmente elimina todos los detalles arquitectónicos del XIX. Aquí, por una vez, los conservó. “Es americano y vi que estaba muy apegado a todos los elementos típicos parisinos”, explica. Aunque cambió completamente la distribución, muy compartimentada, para crear dos dormitorios con baños en suite, un salón, un comedor, un despacho y una cocina. “Quería hacer algo muy francés en mi apartamento francés –coincide el propietario–, pero que tampoco fuera un Versalles”. Lo que Deniot le propuso es libre y moderno. Hay motivos geométricos y falso mármol en homenaje a Adolf Loos y la Secesión vienesa (el cliente es un gran admirador) junto a alfombras étnicas y textiles africanos: “Pensé que sería divertido hacer referencia al barrio. La decoración es como María Antonieta vestida con un boubou”, observa el decorador refiriéndose al típico traje del continente negro. La disposición de los muebles es más casual de lo habitual en él y también hay más diseño actual. Dicho esto, hay dos espacios que conservan un ambiente más tradicional: el comedor y el dormitorio principal. Para este último, el dueño insistió en adquirir una galería de retratos en Las Pulgas. “Me encanta el arte, pero creo que coleccionarlo es absurdo y tirar el dinero. Quiero cosas decorativas, no grandes obras”, declara con franqueza. Pero sin duda la intervención más atrevida es la pintura de las paredes del salón, que parecen haber sido dañadas por el agua. “Tenía miedo de que fuera demasiado. Empezamos pintando de gris claro, pero al final me decidí y el efecto es muy sutil y agrega interés visual”, concluye el americano. www.deniot.com