TRAS EL CRISTAL Mónica Cortés crea delicadas piezas de Murano artesanales y exquisitas con su marca Babar de le Treze.
ARTESANÍA Mónica Cortés crea, bajo su marca Babar de le Treze y con técnicas antiguas, piezas de cristal de Murano delicadas, bellas, únicas, artesanales y exquisitas. De Venecia a casa.
Si entras en una casa y te encuentras con un objeto hecho de cristal de Murano, te das cuenta de la sensibilidad y cultura del que lo posee. Estas piezas están realizadas con humildad y sabiduría, cualidades necesarias para aprender a hacerlas, y sobre todo con pasión y empeño por producir belleza. No te cansas de mirarlas, se transforman como el terciopelo de seda, según la luz y la hora del día, son finas, naturales y cálidas, están vivas...”. Así comienza, con entusiasmo contagioso, Mónica Cortés (Granada, 1969), fundadora de Babar de le Treze hace ya 17 años, cuyos espejos, lámparas, vasos y jarrones de vidrio rezuman refinamiento y huelen a pasado. Estudió Historia del Arte en el prestigioso Courtauld Institute of Art de Londres y después se trasladó a Venecia, donde siguió formándose en la Universidad de San Servolo. “Es un lugar muy especial, los maestros de Murano enseñan sus secretos a jóvenes entusiastas. Allí aprendí las técnicas de las lacas veneciana y china, del marmorino,
del vidrio soplado, de la tempera al huevo, de la caseína, etc., e hice amistad con los grandes expertos del Véneto, casi todos de la generación que tiene hoy de 60 a 80 años. Más tarde profundicé mis conocimientos en los talleres”, explica. Usando procedimientos tradicionales, Mónica crea objetos de calidad, influidos por el arte antiguo y el estudio de la naturaleza (algunos diseños los ha rescatado de bibliotecas, pero la mayoría son suyos originales), y fabrica con las mejores manufacturas de Murano. “Babar de le Treze empezó cuando se apostaba por las nuevas tecnologías y ha sido rebelde desde entonces, apegada a lo clásico, tanto en las formas como en el resultado”, afirma. Le encanta trabajar con el rubino, un color muy apreciado, y con el rojo en todas sus tonalidades (“Para conseguirlo es necesario el oro puro y te pierdes en su profundidad”) y lo que más le gusta es la avventurina, un tipo de cristal muy particular que brilla en la oscuridad. Le preguntamos por su proceso artesanal: “Lo primero es garabatear pequeños bocetos, después dibujo flores y hojas para los detalles y creo un patrón a lápiz a escala real. Eso lo llevo a Murano, donde discuto los detalles con los maestros y sigo in situ la producción mientras se sopla el cristal (por ejemplo, para hacer una flor se moldea pétalo a pétalo con tenazas, nunca usamos moldes), y finalmente se traslada a un horno donde se enfría poco a poco. Normalmente tardamos alrededor de cuatro semanas en entregar”. Delicadezas que vende en su showroom del barrio de Salamanca. www.babardeletreze.es
“El cristal de Murano es como el terciopelo de seda, fino, natural y cálido, está vivo”. MÓNICA CORTÉS