“Quería que todo parisino. grifería de toda la
Fuese muy Hasta la
totalmente francesas para que parecieran originales y conservamos las ventanas rescatando los herrajes”, resalta. Fue una “actuación de salvamento” en la que se mantuvieron la altura de los techos, de casi cuatro metros, la chimenea y el espejo del salón, originales del edificio, y los suelos de roble. Sólo había una condición del dueño: “Que fuera de buenísima calidad, todo triple A”. Isabel lo siguió a rajatabla y en los baños instaló mármoles St. Anne y arabescato, que le sirvieron de inspiración para los tonos de las paredes, y grifería de la francesa Volevatch. “Quería que fueran parísinos hasta los grifos”, asevera. Al mismo tiempo, Gorozpe se encargó de su shopping. Acudía regularmente a la casa pero, según recuerda la interiorista, cuando ella trataba de explicarle algo sobre la distribución, él prefería mirar un rincón y sentenciar: “¡Ya sé qué obra voy a poner aquí!”. Durante un año y gracias a su trabajo –es profesional de los viajes exclusivos a medida– el mexicano recorrió galerías de Londres, Los Ángeles o Ciudad de México coleccionando mobiliario cotizado como arte (un banco de Charlotte Perriand o unas sillas de Pierre Jeanneret) y arte como tal, de Paul Mccarthy, Jimmie Durham o Gardar Eide Einarsson. Como él mismo define: “Todo son rockstars que están en museos”. Si estuviera a pie de calle, sería una exposición de visita obligada. Y tan inequívocamente parisina que parecería haber estado siempre en el séptimo arrondissement. www.isabellopezquesada.com