MINISTERIO DE EXTERIORES
Kettal y sus muebles outdoor de alta costura reestrenan fábrica cerca de Tarragona. Cristal, madera y líneas japonesas definen la nave nodriza de la marca catalana, que apuesta por el open space.
Cristal, madera y líneas niponas en la renovada fábrica de la firma outdoor Kettal.
Empezaron en 1966 fabricando sillas y tumbonas para ir a la playa o hacer camping, la mayoría de aquel plástico trenzado que se pegaba a las piernas mientras comías medianoches con Kas naranja. Hoy, medio siglo después, sus piezas de cuerda técnica y aluminio las firman los grandes popes del diseño internacional. Y es que Kettal es una de esas empresas familiares que han sabido reinventarse de padre a hijo. Manuel Alorda, el fundador, recientemente fallecido, le pasó el relevo a su hijo Alex hace poco más de una década, y él dio un giro de 180 grados cambiando la historia de la marca, apostando por la calidad con mayúsculas. Patricia Urquiola fue la primera gurú que se reunió con los Alorda y su colección Maia sigue siendo uno de sus bombazos comerciales, pero Doshi Levien, Jasper Morrison, los Bouroullec o Rodolfo Dordoni también están entre sus creadores en plantilla. Su cuartel general y showroom en la calle Aragó de Barcelona ya fue renovado el año pasado de la mano de la asturiana y la fábrica no podía quedarse atrás en este cambio de imagen integral. Situada cerca de Tarragona, en Bellvei, los 65.000 m2 de esta planta de producción son los mismos en los que Manuel producía sus sillas hace 50 años. Pero el equipo de arquitectos de la empresa ha transformado la vieja factoría añadiendo un módulo enteramente nuevo. Se trata de un espacio diáfano, lleno de luz cenital, con unas enormes cristaleras abiertas por itziar narro