VISIÓN DE CAMPO
Esta casa en el Baix Empordá es tan fresca y rústica como todo lo que toca Serge Castella. Voilà!
Una joven pareja que soñaba con tenerlo todo y un interiorista que podía conseguirlo. El mar y la montaña. Un toque rústico pero con carácter moderno. Buen diseño y autenticidad. Serge Castella obró el milagro en este refugio abierto a la naturaleza en Torrent, en la comarca del Baix Empordà. “Al principio buscaban, como todo el mundo, una masía. Después de comprobar que normalmente tenían poca luz y que en todas había que vivir en la primera planta, se decidieron por construcciones más modernas con mucho terreno, en un solo nivel y, por supuesto, con vistas al mar”, apunta el anticuario y decorador que conoce bien la zona y su idiosincrasia, pues vive en ella desde hace años. Encontraron esta de 350 metros cuadrados y estilo mediterráneo construida en piedra y estuco. El francés lo tuvo muy claro a la hora de comenzar a proyectar la decoración: “Son jóvenes y por tanto viven como tal. No querían ni un museo ni una casa de decorador demasiado sofisticada. Buscaban algo más de desorden estético del que conseguiría por mi cuenta, en la que todo todo tuviese un look muy natural y familiar. Que se pudiese vivir en ella con comodidad y que nada fuera demasiado frágil”. La distribución se mantuvo casi en su totalidad y se adaptó a las necesidades actuales de una familia con tres hijos: cuatro habitaciones, tres baños y dos salones. Para no alterar el espíritu original, todos los espacios se concibieron en tonos claros y se utilizaron materiales, texturas y estampados que fusionaban el exterior con el interior. Buena prueba
de ello son los linos y algodones diseño del propio Castella para Gancedo, que simulan esparto o caña, y que fueron utilizados tapizando los escasos muebles que se toman la licencia de romper con la unidad cromática. Así fue como se concibió un escenario donde lo más importante era convivir con la propia tierra. “La propietaria es muy divertida. Por la mañana quería algo muy rústico, y por la tarde, algo con mucho glamour, pero me han dejado total libertad. Quisieron que le diese mi estilo hippy chic y luego combinarlo con piezas que a ellos les gustaban”. Como ocurrió con la lámpara de seis brazos de Angelo Lelli que cuelga sobre el comedor, de la que la dueña se había enamorado al verla en casa del anticuario. El flechazo volvió a repetirse con las dos butacas Mushroom de Pierre Paulin en el dormitorio. Son las armas de seducción de Castella, cuyos trabajos como interiorista evidencian su bagaje como anticuario. Sus ambientes nada recargados y cultos, se llenan de referencias rústicas y marítimas que coquetean con la sofisticación de los iconos del diseño, antigüedades respetables, buen arte y algunas piezas inesperadas. Como el puf de Ico Parisi en la terraza proyectada sobre los bancales de olivos que contrastan con el azul del mar Mediterráneo. Un estilo de vida moderno y actual que se mezcla con la imperfección de las paredes, las vigas de madera y los muros de piedra. Elementos que dan forma a un refugio cuya decoración no obedece a ninguna regla concreta. En esta casa solo rije una única norma: vivir. www.sergecastella.com