EL POETA CONSTRUCTOR La Fundación Cartier reúne las maquetas de Junya Ishigami, arquitecturas para mejorar vidas.
El japonés Junya Ishigami presenta en la Fundación Cartier de París las maquetas de sus edificios líricos, infantiles e imposibles, integrados en la naturaleza. Es el pionero de una nueva arquitectura dispuesta a mejorar nuestra vida.
Se ha inventado un restaurante en Yamaguchi, Japón, metido entre rocas, un taller blanco lleno de plantas para el Instituto Kanagawa (2008) de ese mismo país y la Casa de la Paz (2014) de Copenhague en forma de nube. “La naturaleza es la base de lo que creo. Los edificios no son independientes sino que están conectados con lo que les rodea. Para mí no hay fronteras entre exterior e interior, la forma de un árbol y la de un edificio tienen la misma base”, explica. Junya Ishigami (Kanagawa, 1974) trabajó para SANAA en Tokio antes de lanzarse a abrir estudio propio en 2004. Los bosques, el agua, el cielo... Todo eso forma parte de su trabajo, que rechaza ideas preconcebidas para buscar una nueva forma de arquitectura que mejore la vida de la gente, se integre en el entorno y aúne disciplinas: su obra parece arte, aunque él insiste en que no es eso lo que pretende, y ha diseñado muebles para Living Divani. “Me gustaría fabricar mobiliario para cada uno de mis proyectos, como los grandes constructores del XX”, dice. No por nada su muestra en la Fundación Cartier de París, la primera dedicada a un proyectista en este museo, se llama Freeing architecture, liberando a su profesión. La transparencia y el cristal, el color
blanco, la poesía, la espiritualidad y una aproximación naíf, casi infantil, a los edificios (ha bocetado una guardería, una capilla y un bosque) son otras de las claves del trabajo del japonés, que lleva la tecnología al límite para conseguir innovadoras formas de construir. Ishigami se dio a conocer en la Bienal de Venecia de 2008 con una instalación inspirada en un invernadero que fue un verdadero bombazo. “Quiero hacer un edificio para cada persona y para cada país. Busco que lo que hago se adapte a la cultura específica en la que está insertada”, añade. “Para mí el espacio en sí mismo no es lo fundamental. Lo que me interesa es la atmósfera, por eso trabajo mucho con la transparencia, mis construcciones nunca son demasiado fuertes o pesadas, necesito que fluyan, que no interrumpan”. Parece simple pero su mundo sutil y casi invisible es muy complejo, “implica muchos cálculos e investigación” aclara. “Mi filosofía es que tenemos que pensar en la arquitectura desde muchos ángulos diferentes, desde el del diseño y el arte, pero también específicamente para los niños, los mayores, los animales y la naturaleza. Los edificios no son para las personas sino también para el paisaje que los rodea. Y además tenemos la obligación de mejorar la vida de la gente”. www.jnyi.jp
“Tenemos que pensar la arquitectura también desde el diseño o el arte”. junya ishigami