LIMPIO Y BIEN ILUMINADO Paloma Martínez hizo de una vivienda del XIX en Madrid un diáfano dúplex de aire tradicional.
La arquitecta Paloma Martínez ha transformado un piso del XIX en el madrileño barrio de Recoletos en un dúplex diáfano y contemporáneo al servicio de la tradición.
Antes un pisito abuhardillado, ahora un luminoso y diáfano dúplex en el céntrico barrio de Recoletos. “Tenía un potencial increíble. Está en una de las zonas más bonitas de Madrid, rodeada de edificios de 1900, buenos restaurantes y muy bien conectada”, cuenta Paloma Martínez, arquitecta de la firma de interiorismo Estudio Argensolacuatro. Ella ha sido la artífice de la cirugía estética practicada a los 140 m2 de esta casa, que incluye un salón abierto a una cocina-comedor, una entrada con la escalera, separada del baño por una sutil mampara de cristal y dos dormitorios, además de un aseo y un despacho en un altillo de nueva construcción. “El apartamento es minimal, juega con una paleta de materiales muy reducida lo cual le da gran protagonismo a la composición arquitectónica”, dice Martínez. Para sacar el máximo provecho al lugar tuvo que tirar infinidad de tabiques y el falso techo, convirtiendo la anticuada distribución en un lienzo en blanco. Logró un refugio multifuncional de dos alturas, la más alta, flotante y anclada por grandes correas de hierro. Abrió un gran hueco en el salón para que su propietario
pudiera disfrutar de una nueva terraza con vistas a la plaza de Colón. “Es mi estancia preferida, el suelo de microcemento sin juntas permite dar continuidad visual al interior y exterior –asegura–. Aunque hubo mucho trabajo de remodelación, el objetivo era mantener la esencia y la tradición y por eso dejamos al descubierto las vigas, y utilizamos la madera original en el cabecero de la cama”. Además del mezzanine que planea sobre la cocina, la parte más creativa reside en la entrada, donde un gran cubo de teca alberga el dormitorio y el baño de invitados: “Refleja la arquitectura dentro de la arquitectura”. En cuanto a la decoración, este es un claro ejemplo de que lo clásico funciona muy bien con lo contemporáneo. Las angulosas y frías líneas rectas de la caja se han conjugado con los materiales cálidos y amables de los muebles, en su mayoría vintage de origen nórdico de cuero, madera o porcelana. Los colores dominantes, blancos, grises y beiges refuerzan esta sensación de tranquilidad. “El gran lujo hoy en día es que nuestras casas esten despejadas. Nos obliga a relacionarnos de otra manera. Prefiero un espacio pequeño y diáfano que 1000 m2 llenos de habitaciones y paredes”, concluye rotunda Paloma Martínez. estudioargensolacuatro.com