TOCAR LA FIBRA
En el corazón de la Provenza, en un del XVIII, Atelier Vime mezcla lámparas y mesas de edición propia con iconos del XX. Todos con muy buenos mimbres.
Una casona del XVIII en la Provenza francesa es la sede de Atelier Vime, la firma que ha revivido el mimbre.
El mimbre es NOSTÁLGICO, fresco, ARTESANO. Muebles de Royère o Albini conviven con ediciones PROPIAS de Atelier Vime.
n el siglo XVIII en Vallabrègues, un pequeño pueblo de la Provenza francesa muy cerca de Arlés, casi medio millar de los mejores artesanos del mimbre producían cestos siguiendo los dictados de un savoir faire centenario. A este mismo pueblo llegaron Anthony Watson y Benoit Rauzy en 2016 dispuestos a retomar esta tradición, abandonada en los 60 a causa del boom del plástico. Contrataron a la diseñadora Raphaëlle Hanley y los tres recalaron y restauraron el hôtel Drujon, una casona construida en 1730 por una familia noble, y que casualmente durante el XIX había sido un taller de cestería. Allí establecieron el cuartel general de Atelier Vime, que toma su nombre de la palabra latina vimen, mimbre. Entre los viejos muros del hôtel particulier, el trío diseña lámparas, mesas y cabeceros hechos con este material flexible, natural y ecológico en los que intentan introducir diseño sin romper la suavidad de la fibra. Los artesanos de la zona son los responsables de que sus bocetos se conviertan en las luminarias Edith, Aramis o Gabriel, los espejos Constellation o el biombo Ecailles. Pero además, también se han convertido en sus mejores dealers. Rastrean y compran joyas diseñadas en esta fibra por Jean Royère, Mathieu Matégot, Franco Albini, Adrien Audoux y Frida Minet y otros grandes creadores de mediados del siglo XX, que después exponen y venden en Vallabrègues bajo la atenta mirada de interioristas como Pierre Yovanovitch, Franck de Biasi o Laura Gonzalez, algunos de sus clientes. La vieja maison de un rústico provenzal es el escenario ideal para mostrar todo eso. Sus muros y techos han sido restaurados de puntillas por Emmanuel Argué y Delphine Harambillet para molestar lo menos posible a la estructura original, que conserva las heridas y huellas del pasado sin perder su dignidad. Varias habitaciones, un pequeño patio interior rodeado de acacias, la vieja cocina y hasta los baños acogen estas piezas de ayer y de hoy que tocan la fibra más sensible. www.ateliervime.com