STRIPTEASE INTERIOR El arquitecto Gustavo Neves desnudó un apartamento de los 50 en São Paulo hasta dejar su esqueleto.
El arquitecto brasileño Gustavo Neves desnudó un piso de los 50 en São Paulo hasta dejarlo en su esqueleto. Arte abstracto y muebles esculturales completan su look esencial y rudo.
Creo en la historia de las cosas, no en su efecto visual sino en su profundidad. En mis interiores todo necesita una razón para estar donde está porque para mí la arquitectura es la materialización del subconsciente de la gente. Por eso el espíritu de los objetos es más importante que su apariencia. Observo muy bien un espacio antes de decidir si es bello o feo, intento ver su alma, su pasado, su fuerza”, explica Gustavo Neves. Y estos principios que rigen su trabajo son los que ha aplicado para redescubrir este piso de 160 m2 situado en un edificio art déco de los 40 en el centro de São Paulo, en el que vive un hombre solo de 40 años, un esteta. En realidad todo el proyecto es un striptease arquitectónico en el que Neves desnuda los espacios hasta dejarlos en los huesos. “Con cada nueva capa que quitábamos de la pared, descubríamos un tono de pintura diferente hasta que llegamos a la escayola original, que preservamos como una obra de arte que nos sirviese de background para la decoración —sigue el arquitecto—. Restauramos el parquet de los años 50 aunque lo pintamos de negro para convertirlo en una base neutra, y todo de forma sostenible, sin adquirir materiales nuevos. Lo que ya existía fue reutilizado. Derribamos las puertas porque al propietario no le gustan las barreras. Solo dejamos las de la zona de servicio y el baño, en las que colocamos pomos de latón envejecidos a mano por mí mismo con una técnica centenaria”. La distribución es igualmente fluida y se articula en un dormitorio en suite, un gran salón-comedor, y una cocina, baño y área de servicio insertados en una especie de cubo blanco. “Lo que me encontré no tenía nada que ver con esto. Había dos habitaciones y tres baños, todo era pequeño y recoleto, la mayoría de las ventanas las habían cambiado en los 80, no se había respetado en nada la estructura primigenia”. Los muebles son un tratado de austeridad máxima: butacas vintage en el comedor, algunas esculturas, muebles de autores brasileños o clásicos como la silla Serie 7 de Arne Jacbosen para Fritz Hansen y fotografías de bailarines o de eclipses solares. En el salón, dos grandes imágenes de Fernanda Naman están hechas a partir de estatuas de un escultor del siglo XV y aluden al final y principio de una era. Contrastan con tres mesitas de piedra, madera carbonizada y cerámicas, esta última diseñada por Zanine Caldas, el maestro bahiano. La columna de piedra se la inventó Gustavo para albergar la escultura de bronce de los 70 que encontró en una feria de Nueva York y que se contraponen a unas raíces de árbol que contrastan con las paredes y techos y conectan con el estilo wabi-sabi que Neves buscaba. “Esencial es la palabra que mejor define a este piso. Solo hemos introducido los objetos necesarios sin excesos ni artificios”, concluye. La sensación es la de una guarida masculina, recia, ruda, algo mística, llena de piezas especiales, inquietante, muy alejada de la idea convencional de belleza. www.gneves.com