Paz y GLORIA
Un piso centenario en Madrid intacto reformado con respeto. Sus líneas burguesas reordenadas por Ábaton lucen ahora limpias e inundadas de luz y tranquilidad.
Vidrieras, carpinterías de madera, baldosas hidráulicas, tarimas de pino melis, radiadores de fundición, fallebas en las ventanas, un extravagante pasillo en curva, techos con escayolas y una puerta de entrada que escondía bajo la laca una maravillosa madera de nogal español. Este piso en la calle Sagasta de Madrid indudablemente tenía buenos mimbres. “Estábamos buscando uno con sabor por la zona para invertir. Y nos encontramos con éste en el que vivía una señora de casi 100 años que no había hecho nunca ninguna reforma. Lo mantenía como en origen, muy compartimentado y en un lamentable estado de conservación. Nos pareció un tesoro a recuperar”, explica Camino Alonso, directora del estudio Ábaton. La casa de 200 m2 ocupa el cuarto piso de un edificio señorial de 1900 en el que también se habían preservado los elementos de época como las vidrieras de la escalera o el ascensor de madera. “Procuramos mantener el sabor de la arquitectura generando espacios más abiertos, luminosos y actuales. Se hizo un importante esfuerzo de conservación para comunicar los diferentes cubículos existentes pero sin renunciar a los detalles originales que nos apasionaban. Abrimos completamente las estancias que ahora conforman la cocina fusionándolas y generando así una gran habitación que formaliza el final de la zona pública y separándola de los dormitorios a través de una puerta oculta en la carpintería blanca impoluta”, resume la arquitecta. Que reconstruir es infinitamente más complicado que construir lo sabe bien este estudio madrileño que lleva más de 20 años firmando sobre todo viviendas nuevas, de líneas limpias y confortables de
factura moderna y que ahora ha comenzado a comprar y restaurar estas joyas con carácter para después buscarles comprador. “Intervenir, como en este caso, un piso con historia es otro tipo de trabajo y un reto estimulante, nos obliga a buscar soluciones creativas. Contar con una estructura existente condiciona muchísimo pero también aporta elementos muy interesantes y un carácter especial que en obra nueva no se puede conseguir. Son cosas completamente distintas –comenta Alonso–. La recuperación de los elementos antiguos supone un esfuerzo mayor que la nueva fabricación”. La gran dificultad a la que se enfrentaron fue redistribuir todas las instalaciones en los muros de carga sin dañarlos y la conservación de los vidrios centenarios, que se rompían con mirarlos. “Pero nos encontramos muchas sorpresas buenas, como si estuviéramos haciendo arqueología”, apostilla. La mejor de ellas, en la pared del salón. “Estaba pintada de blanco y cuando nos dispusimos a preparar la superficie, apareció este color verde que nos pareció precioso. También conservamos tal cual las molduras del techo que tenían incluso manchas de humedades anteriores”. Y añadieron poco: Mortex para dar continuidad a las zonas en las que los solados originales estaban más deteriorados y una tarima de roble nuevo en la cocina que encajaba bien con la de pino melis de origen del recibidor y del salón. Para amueblarla, recurrieron a Batavia, que forma parte del estudio, buscando un efecto elegante y discreto, con piezas que sumasen a la arquitectura sin interferir con ella. Aunque se trate de una reforma, el sello Ábaton indudablemente está presente. “Intentamos maximizar la sensación espacial y la luz. Procuramos, sea cual sea el terreno en el que trabajamos, que nuestras casas generen espacios amplios, tranquilos y acogedores. No suele ser fácil encontrar ese equilibrio”, remata Camino. www.abaton.es