un jardín propio
en una estantería del dormitorio principal de esta casa en el 16th arrondissement de París hay unos elegantes bocetos de moda. Son un recuerdo de la época que pasó en el mundo de la Alta Costura su propietaria, Alix de la Comble, cuando, a principios de los 80, trabajó en el estudio de Christian Dior con Marc Bohan y lanzó una efímera colección de trajes de baño. A pesar de su pasado, había una cosa que quiso evitar a toda costa al montar esta residencia. “No quería una decoración de tendencias”, insiste. Eso no le hizo renunciar a una de las interioristas de moda en París, Sarah Lavoine, que dejó su impronta con colores vibrantes, rayas y estampados geométricos y hasta con una pintura verde azulada que lleva su nombre (Le bleu Sarah). Aunque desde el primer momento Alix y su esposo Gilles se sintieron atraídos por el jardín privado de la propiedad, “con el que olvidas que estás en París y que hay gente a tu alrededor”, cuando llegaron tenía un estanque “espantoso” oculto bajo una cubierta de teca y una fuerte pendiente. “Era como si estuvieras en el fondo de un agujero”, recuerda. Lo remodelaron con la ayuda del paisajista Pierre-alexandre Risser, que creó una pasarela para aislarlo e integró árboles y plantas frutales: manzanos, perales, nísperos, fresas... “Si alguna vez sufrimos un asedio creo que podríamos sobrevivir durante un tiempo”, bromea De la Comble. El interior
tampoco era muy atractivo, “estaba pasado de moda y con un montón de pasillos”, así que se redistribuyó al completo y la entrada se trasladó al jardín. “Replantearon completamente cómo vivir en el espacio –señala Lavoine–. Es raro tener clientes que estén dispuestos a dar ese salto”. En cuanto a la decoración, De la Comble tenía claro lo que quería y todo se llevó cabo casi como una colaboración con Lavoine: quiso llevar el jardín a la casa, así que el hall se pintó con el tono Thé de Chine, de la colección de la diseñadora para Ressource, y en las puertas de la cocina y el cabecero de la cama se recurrió a la cestería. Además, el suelo de terrazo se inspiró en su infancia en Casablanca, “donde se usa en casi todas partes”. Entre las piezas que pueblan las estancias se encuentran joyas antiguas, como la pintura del XVIII de François Lemoyne (conocido por crear el techo del Salon d’hercule en Versalles) que ha pertenecido a su familia durante más de 200 años y otras contemporáneas, como la alfombra de Vincent Darré de la biblioteca o la araña del comedor adquirida a la decoradora Marta de la Rica. Quizá la que más sorprende es la enorme escultura de pared con forma de hormiga creada por la artista marroquí y amiga de De la Comble, Fathiya Tahiri, que preside el salón. “Creo que aviva mucho las cosas –dice Lavoine–. Siempre es bueno correr algún riesgo”. maisonsarahlavoine.com