Mano suave
La interiorista Susana Beltrán ha decorado su nueva casa usando un único tono como telón de fondo: el rosa claro casi blanco. Sutil y nada obvio para muebles ad hoc.
La interiorista Susana Beltrán de La Californie nos enseña su nuevo piso en Madrid: discreto, silencioso y pensado a partir de un color igualmente callado y sutil, el rosa.
Nueva etapa y nueva dirección, así se planteó su última mudanza la interiorista Susana Beltrán, fundadora de la tienda-showroom La Californie. “Vivía en 400 m2 en José Abascal, que había pertenecido al arquitecto Ruiz de la Prada (padre de Agatha, la diseñadora), es más, en él tuvo su estudio. Un día vino a vernos y le gustó muchísimo lo que habíamos hecho con aquella casa, que fue recuperar todos sus detalles, incluso las bisagras y pomos, algunos de ellos me los traje a esta nueva como recuerdo”, comienza Beltrán. Con sus hijos ya independizados, aquel enorme piso con aires de Manhattan se le quedó grande, así que lo puso a la venta y dos semanas después entregaba las llaves a su nuevo propietario. Debía encontrar otro lugar con estos requisitos: que fuese en una zona residencial ajardinada, de una sola planta y en el centro de Madrid. “Y por casualidad dimos con este apartamento de 200 m2 que había pertenecido a un señor mayor que vivía con tres personas de servicio, cada una con su propio dormitorio. Era muy setentero pero con estilo, con el salón a doble altura, como en las películas de José Luis López Vázquez, con paredes y techos tapizados con un raso rosa y una chimenea de mármol de Carrara que en su día estuvo en uno de los salones del Palacio de Anglona”. Nada sobrevivió, lo dejó convertido en un solar y decidió hacer realidad todo aquello que en sus proyectos profesionales no puede hacer. “No cambié apenas la distribución, pero sí la función. Incorporé la cocina al hall, separada por una puerta de
forja de los años 60 de Lagur que fue una de las referencias del interiorismo, ya que repetí en roble sus formas en otra que está justo enfrente”, continúa Beltrán. Abrió todos los espacios en torno a la terraza y el interior lo cubrió de estuco rosa mate, “que se confunde con el beige, como cree mi marido”, bromea la interiorista. El suelo de roble empolvado también en este tono (el mismo de la cocina de Bulthaup y de los azulejos marroquíes zellige de uno de los baños) sirve de fondo a muebles que van del frambuesa al rojo y al granate. “Al contrario que en mis trabajos, esta se debía acomodar al mobiliario que tenía y del que no me quería desprender, como el biombo de laca chino, el espejo veneciano de la entrada que reproduje en los demás y las obras de arte de artistas como Cruz-Diez, Sonia Delaunay, Esteban Vicente o José Manuel Ballester”, comenta. A todo sumó iconos del XX que trajo de su tienda, como butacas y apliques de Maison Jansen, una mesa de comedor Tulip Saarinen con sobre mate Rosso Rubino y joyas de la desaparecida Darro firmadas por Paco Muñoz. Ahora tiene muy buen color. LACALIFORNIE.ES