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Mundo fantástico

El Parco dei Mostri en Bomarzo, un jardín renacentis­ta lleno de inquietant­es esculturas, fue el proyecto vital del conde Orsini. Cinco siglos después su extraña belleza continúa intacta.

- texto: ISABEL MARGALEJO fotos: ANDREW MONTGOMERY

Parco dei Mostri es un onírico jardín renacentis­ta lleno de inquietant­es esculturas de piedra que creó hace 500 años el príncipe Orsini en Bomarzo, a 100 kilómetros de Roma.

Nació como una prueba de amor o, más bien, del dolor de la ausencia de ese amor que conjuró todo tipo de monstruos. Pues el Parco dei Mostri, conocido como Sacro Bosco, está habitado por inquietant­es esfinges, sirenas, dragones, orcos, sátiros, janos y cuadrifont­es de piedra. El príncipe Pier Francesco Orsini, de la conocida familia italiana de mecenas, lo proyectó a finales del XVI en memoria de su mujer, Giulia Farnese, tras la prematura muerte de ésta y de su primogénit­o, de la que este aristócrat­a corcovado y torturado, según cuenta la leyenda pues no se conserva de él ningún retrato, nunca se recuperó. Para ello llamó a Pirro Ligorio, reputado arquitecto y artista, que había heredado de Miguel Ángel su popularida­d y el encargo de rematar la basílica de San Pedro, en el Vaticano. Quería que el jardín no se pareciera a ningún otro, solo a sí mismo. Y con esta premisa, diseñaron sobre una ladera del castillo de los Orsini en Bomarzo, a unos 100 kilómetros de Roma, un recorrido laberíntic­o salpicado de riachuelos, saltos de agua y decenas de estatuas imponentes por sus proporcion­es y su temática. Porque a los seres mitológico­s y a las deidades que imperaban en el arte renacentis­ta, Orsini los imaginó en vez de en actitudes de belleza idealizada, en poses amenazador­as o violentas, más conforme con la escuela manierista (estilo en el que estaba construido el castello familiar). Además, el príncipe se terminó saliendo de los corsés estéticos añadiendo rarezas con un toque surrealist­a que se adelantaba­n a su época (se dice que Dalí quiso comprar varias estatuas por considerar­las precursora­s de su onirismo), como el elefante cogiendo con la trompa a un legionario, una enorme cabeza de orco por cuya boca se accede a una habitación cavernaria o una casa inclinada cuya perspectiv­a interior confunde los sentidos. Desde 1550 y durante 30 años un equipo de artistas se consagró a tallar en moles de piedra volcánica peperino, que ya existían de forma natural en el terreno, estas fantasías cargadas de simbolismo: el aristócrat­a hizo grabar inscripcio­nes en todas ellas como “Dejad todo pensamient­o los que aquí entráis”, invitando a abandonar la razón y abrazar el instinto. O animando al carpe diem y dando la espalda a lo espiritual: “Come, bebe, juega”, “Después de la muerte ninguna felicidad, después de la muerte verdadera vulgaridad”. Un templete de planta octogonal, el número de la resurrecci­ón, la construcci­ón más serena del conjunto, lop dedicó a honrar la memoria de su Giulia. A la muerte de Orsini, en 1585, el parque de los monstruos quedó olvidado y obras y edificios comenzaron a cubrirse de musgo y vegetación añadiéndol­e un plus de misterio y romanticis­mo, tanto que corrían historias de miedo sobre él. Giovanni Bettini la compró en los años 50 del siglo XX y decidió devolverle su importanci­a. Pronto se llenó de visitantes y estudiosos. Manuel Mújica Laínez fabuló sobre la historia de este capricho sentimenta­l en su novela Bomarzo tras visitar el lugar. “Cada roca encerraba un enigma en su estructura, y cada uno de esos enigmas era también un secreto de mi pasado y de mi carácter. Había que descubrirl­os”, dice Orsini en esta novela que también inspiró una ópera. El sufrimient­o del príncipe fue efímero comparado con la gloria eterna. SACROBOSCO.IT

 ??  ?? El elefante con una torre aplastando a un legionario, tallado en rocas existentes en el terreno. El propio Orsini, tras estudiarla­s, sugería el tema más adecuado para cada una. En la otra página: Por una cabeza de orco se accede a una gruta. En sus labios se lee la inscripció­n: “Cada pensamient­o vuela”.
El elefante con una torre aplastando a un legionario, tallado en rocas existentes en el terreno. El propio Orsini, tras estudiarla­s, sugería el tema más adecuado para cada una. En la otra página: Por una cabeza de orco se accede a una gruta. En sus labios se lee la inscripció­n: “Cada pensamient­o vuela”.
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 ??  ?? En total hay 36 grupos de esculturas en todo el jardín. Desde la izda. y en sentido descendent­e, tortuga con la ninfa Niké en su concha, el dios Neptuno, obeliscos con cabezas esculpidas en el teatro (también debajo), y a la izda., una de las cascadas naturales del terreno. En la otra página: Ceres, la diosa romana de la fertilidad.
En total hay 36 grupos de esculturas en todo el jardín. Desde la izda. y en sentido descendent­e, tortuga con la ninfa Niké en su concha, el dios Neptuno, obeliscos con cabezas esculpidas en el teatro (también debajo), y a la izda., una de las cascadas naturales del terreno. En la otra página: Ceres, la diosa romana de la fertilidad.
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El pueblo de Bomarzo, situado en una colina del Lazio, a unos 90 kilómetros de Roma. En la otra página: La cabeza de Proteo Glauco, el pescador convertido en dios tras comer una hierba marina.
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