Ojo plástico
¿Cómo es la casa de un artista? Cuando visitas una –o muchas, como el equipo AD–, aunque se rodean de las mismas cosas que el resto de mortales, compruebas que, las suyas son más imaginativas, más arriesgadas. Desde el salpimentero a la colcha de la cama, los creadores dejan notar su privilegiado ojo con notorios ‘statements’ estéticos prohibía limpiar o con excéntrica dejadez, como el taller parisino de Giacometti, donde el polvo de los cristales para que tamizaran mejor la luz. En la morada (espectacular y nada humilde) en Berlín del pintor Anselm Reyle hay cortinas, pero no son blancas, ni rosas, ni violetas. Son todo a la vez en delicados degradados, una obra de arte funcional. “No somos gente seria ni tenemos una vivienda seria -asegura Rodman Primack Tampoco nos importa de su apartamento en Ciudad de México, también en este número–. eso del buen gusto, sino rodearnos de piezas con sentido del humor que nos hagan la vida más agradable”. Para mí es un buen criterio decorativo. ¿Y en colores? Yo seguiré la máxima de Bella Freud, cuarta generación de un apellido vinculado al psicoanálisis y a la pintura, que nos muestra su refugio en Londres lleno de verdes botella, calabazas y busco combinar tonos de manera que uno dé vida a otro, tejas. “Siempre es emocionante cuando sucede”, explica. En el mes de ‘ARCOmadrid’, celebramos que arte y decoración se llevan francamente bien, como se puede comprobar en estas páginas. “El arte debe perturbar lo cómodo y consolar a los perturbados”. Lo dijo Banksy y lo suscribo.