VIEJOS MODERNOS
DURANTE LOS AÑOS 50 Y 60, H MUEBLES EDITÓ VANGUARDISTAS DISEÑOS DE ARQUITECTOS NACIONALES EN UNA ESPAÑA EN BLANCO Y NEGRO. UNA EXPOSICIÓN DEVUELVE A LA VIDA SUS JOYAS.
FHuarte (Pamplona, 1896-1971) fue uno de los responsables de cambiar el paisaje urbano de la España de posguerra a través de edificios que se adelantaron a su tiempo. Para amueblar los proyectos del Grupo Huarte, muchos de ellos pensados por el gran Sáenz de Oiza, montó en los años 40 una pequeña ebanistería. En 1958 ese primer taller se convirtió, bajo la dirección de su hijo Juan, ingeniero pero apasionado del arte contemporáneo y gran coleccionista, en H Muebles. En apenas dos décadas, la editora barnizó de modernidad el diseño nacional con piezas de Rafael Moneo o Miguel Milá (que ganaron un concurso organizado por la marca, aunque sus sillas no llegaron a comercializarse), artistas como Néstor Basterretxea o su diseñador de cabecera, Gregorio Vicente Cortés. “En ese momento en nuestro país estaba muy vivo el debate de la integración de las artes de la Bauhaus, que nos habíamos saltado durante décadas. Juan añadió a la mezcla, por deformación profesional, la industria. Era un gran mecenas, muy vinculado al escultor Jorge Oteiza, que fue el inspirador estético de la firma. En su piso de Madrid se mezclaban mesas bajas del vasélix
PRIMERO HICIERON MUEBLES AUSTEROS DE TUBO DE ACERO PERO DESPUÉS LOS TAPIZARON Y ABURGUESARON.
co con otras de otro artista genial, Pablo Palazuelo, creadas para este espacio ex profeso. Tenía una visión muy amplia del diseño”, cuenta Pedro Reula, comisario junto a Pedro Feduchi y Patricia Molins de una exposición sobre la marca en el Colegio de Arquitectos de Madrid. Durante los años 50 fabricaron mobiliario de tubo de acero, seco, racionalista, austero. A partir de 1965 viraron hacia piezas de madera, tapizadas, más burguesas, coincidiendo con el boom de la construcción de viviendas de lujo, como Torres Blancas. En esta línea de vanguardia, en sus dos tiendas en Madrid, en sus otras boutiques en Pamplona, Barcelona, Valencia o Palma de Mallorca, y en los sótanos del edificio familiar en el Paseo de la Habana, diseñado también por Oiza, organizaban muestras de arquitectura moderna y llegaron a producir cine experimental. “Eran muebles que compraba una élite con intereses culturales, una contradicción porque la pretensión inicial era abaratar costes e industrializar su producción, abrir el diseño a la clase media”, remata Reula. Estas nuevas antigüedades son, ahora, pequeños tesoros difíciles de encontrar que reflejan una época en transformación, un choque entre la influencia exterior, que poco a poco empezaba a colarse en el país, y la creatividad de artistas y diseñadores que aplicaron su genialidad a lo doméstico. En los 70 Huarte consiguió la licencia para distribuir a Knoll y con ello su producción propia fue desapareciendo, quedando vinculada a aquellos maravillosos (y arquitectónicos) años. H MUEBLES: ENTRE LA INDUSTRIA, LA ARQUITECTURA Y EL ARTE, HASTA EL 8 DE MAYO. COAM.ORG