MENTE ABSTRACTA
TRAS CINCUENTA AÑOS INVESTIGANDO SU VOZ ARTÍSTICA, CARLOS LEÓN PROFUNDIZA EN LENGUAJES MÁS CONCEPTUALES Y ESCUETOS. “NUNCA HE QUERIDO DEDICARME A OTRA COSA QUE NO SEA LA PINTURA, PAGANDO LOS PEAJES NECESARIOS”. CARLOS LEÓN
Se enamoró de la pintura cuando era un veinteañero, se casó con ella y ya nunca le fue infiel, como un artista de los de antes, de los de siempre, “de los que quieren encontrar las claves de su generación para trascender”, explica. Hoy, los óleos de Carlos León (Ceuta, 1948) habitan prestigiosas colecciones y museos, entre ellos el Reina Sofía. Cuando descubrió su vocación abandonó su carrera de Medicina en Valladolid. De ahí se marchó a París, donde vivió los intensos 70; a Madrid en los años de La Movida y a Nueva York, donde siguió bebiendo del expresionismo abstracto que tanto le ha influido. “He sido un nómada en busca de alimento”, asegura desde su casa en el campo en Segovia, donde ahora reside y sigue reinventándose. Hubo un antes y un después en 2015, con la exposición Pink Réquiem en la Sala Alcalá 31 de Madrid, donde le llegó un reconocimiento merecido y él mismo sentía que había encontrado su voz y madurez después de décadas de investigación. “El arte transcurre por dos carriles: uno irracional y misterioso y otro de conocimiento y cultura adquirida”, señala. Hasta el 26 de abril podemos visitar una retrospectiva suya en el CAC Málaga, con piezas que van desde sus primeras creaciones, más cercanas al Nuevo Reduccionismo (movimiento francés de finales de los 60), a las últimas, once piezas nuevas “secas, escuetas y concentradas, que hablan de la memoria y el distanciamiento, algo mucho más conceptual”, dice. Su próximo reto será reunir en una muestra sus ensamblajes, como él denomina a sus composiciones escultóricas. CARLOSLEONARTE.COM