Casa jardín
En el corazón de Manhattan, Carlos Mota se ha montado un vergel decorativo con telas florales, muebles de médula, óleos de pájaros y mucho verde.
El consultor de interiores Carlos Mota vive en un personal vergel decorativo en Manhattan lleno de muebles de fibra, pinturas de aves y paredes enteladas.
él es muy suyo y esta casa es muy suya. A Carlos Mota, el hecho de trabajar en decoración y con tendencias (fue director de estilismo de AD USA y editor de Elle Decor USA), no le ha hecho sino reafirmarse en evitarlas. “No sigo ni modas ni trends, me parece de mal gusto. No definen tu personalidad, son pasajeras. Desde los 90 todas las casas tienen lo mismo: el sofá en L, dos butaquitas enfrente... la misma fórmula la aplican ricos y pobres. Yo me quería sentir muy europeo”, dice este venezolano, ahora dedicado a la consultoría decorativa y de estilo. Con suave acento nos cuenta que lleva viviendo más de 20 años en este apartamento en Chelsea, en la calle 24, donde están las grandes galerías de arte. Ciento veinte metros cuadrados con un dormitorio en un edificio icónico de Manhattan, London Terrace Gardens, una mole de ladrillo rojo de los años 30 que ocupa toda una manzana donde han vivido escritores y artistas como Susan Sontag. Las imponentes ventanas del salón dan a un patio ajardinado y por ellas trepa la hiedra. Esta y la moqueta verde de pelo largo refuerzan la impresión de encontrarnos en la casa de campo inglesa de un militar que sirvió en la India o en la de un nieto de Sister Parish. Paredes enteladas, muebles de fibra, orquídeas, pinturas de pájaros y retratos orientalistas, sus filias confesadas, componen un escenario con base clásica y un punto excéntrico. “Lo definiría como global chic. Mucho color (por algo es el autor del libro Beige is not a colour editado por Vendome), mucha mezcla, objetos de viajes, recuerdos. Es como un zoco. Trato de cambiarla cada cinco años. Habiendo sido estilista ves muchas casas, mueves los objetos para las fotos. Eso me influye pero siempre conservo algo. Lo bueno se queda”. Como las daybed de Maison Jansen que le compró hace tres décadas a Yves Gastou: “Las pones en un piso vacío y quedan divinas”. Las telas estampadas son su último capricho, con ellas ha cubierto su dormitorio, incluido el techo, y el baño. “Me inspiré en Diana Vreeland. Ella le dijo a su decorador que quería que su casa fuera un jardín en el infierno”, cuenta Mota. Esta es un vergel casi preferible al cielo. CASAMOTA.COM