96ALEGRÍA Y DECISIÓN
Tamara Falcó nos abre, en exclusiva, las puertas de su nuevo ático en Madrid. Una casa llena de luz, diseñada por la interiorista Beatriz Silveira, donde la inspiración clásica se funde con matices contemporáneos.
Hace 25 años Enrique Iglesias publicaba el tema Más es amar, su propia versión de Sad Eyes de Bruce Springsteen: "Eres la reina en cualquier lugar / Y yo me dejo, si tú quieres jugar / Mírala, perfume francés". En esa época Tamara Falcó estaba a punto de cumplir la mayoría de edad y nada hacía presagiar lo que vendría después. Hoy, la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó se parece a la chica de aquella canción que escuchaba en su dormitorio adolescente: usa perfume francés (Eau de Campagne, de Sisley) y es la reina en cualquier lugar. Además, si uno se deja y se rinde a su magnetismo, ella juega. Y gana. Su mirada despierta revela que la marquesa de Griñón sabe algo que el resto de los mortales desconoce. Solo así se explica su capacidad para dar esquinazo a la presión mediática y hacer de su capa un sayo. Tamara hace lo que siente, dice lo que piensa y es impermeable al ruido. Este año, la española más buscada en Google estrena matrimonio y casa en Madrid, un espectacular ático de 190 metros cuadrados con terraza y piscina en el residencial The Collection by Kronos Homes. Atrás quedan unos meses de infarto cuyo desenlace nadie podía prever. Y es que los caminos del Señor son inescrutables. “Está muy bien tener un plan, pero la vida no se planea; la vida surge”, nos cuenta mientras el equipo de AD se dispone a fotografiar, en exclusiva, la casa más buscada del país. Es una mañana de octubre con una previsión meteorológica apocalíptica. “¿Y si empezamos por la terraza y la piscina antes de que llueva?”, sugerimos. Una escalera de caracol nos conduce a la planta superior y, de repente, los nubarrones se empiezan a esfumar. Como por arte de birlibirloque, el sol se despereza y desde la terraza reverdecen las impresionantes vistas de los parques forestales de la Dehesa de la Villa, la Casa de Campo y el Monte de El Pardo. “De pequeña me encantaban las novelas donde había jardines secretos llenos de magia, y esta azotea me conecta con esa parte de mi infancia”, explica mientras señala la infraestructura botánica que han ideado sus amigos del estudio Floreale. Este ‘Rosebud’ conformado por decenas de plantas ha sido concebido para preservar la privacidad y guarecerse de miradas indiscretas desde el exterior. “Es la primera casa que me he comprado, así que debía ser muy especial. La interiorista Beatriz Silveira y la empresa de reformas Trazo me han ayudado a darle forma y el resultado me parece espectacular: tiene una mezcla de detalles clásicos y modernos que me encanta”, cuenta mientras su perrita Jacinta nos acompaña hasta la planta baja, un espacio diáfano que comprende el salón, el comedor y la cocina. Allí nos espera la responsable del proyecto: “Tenía que ser una vivienda tan elegante como Tamara, con un toque cosmopolita y sofisticado. Convertimos los cuatro dormitorios existentes en tres, y de esta manera abrimos un acogedor comedor. Cuando ultimamos todos los detalles, el encargo se ejecutó en cinco meses entre la obra y la decoración”, señala Silveira. La interiorista ha apostado por soluciones personalizadas que ha diseñado con mucho mimo, como los rodapiés de piedra o las embocaduras con semiesferas talladas que adornan la entrada del comedor o el dormitorio. Estos detalles, labrados por un mar
“POR FIN TENGO LA COCINA DE MIS SUEÑOS Y SIENTO QUE ES EL CORAZÓN DE LA CASA".
TAMARA FALCÓ
molista con la caliza Altissima Piedra Paloma Honed, de XTONE, marcan la diferencia y dan coherencia a una propuesta redonda. Si el contenido resulta sorprendente, el continente no se queda atrás: el ático se encuentra dentro de una exclusiva promoción de Kronos Homes que, guiada por su filosofía, destaca por el diseño y la arquitectura, la sostenibilidad y la integración en el entorno. The Collection ha sido concebida por el estudio de arquitectura A-cero, capitaneado por Joaquín Torres y Rafael Llamazares, y cuenta con varios espacios comunes: un área social gourmet, gimnasio, piscina, spa y zona infantil. “Digan lo que digan, el piso me encanta. Estoy deseando que venga un sacerdote amigo mío a bendecirlo. Este es mi remanso de paz. Mi hermana Chábeli, que adora comprar casas, vestirlas, vivirlas y luego venderlas, siempre me recomendó comprarme una porque llevo toda la vida de alquiler. Según ella, la mejor forma de ahorrar es adquirir una vivienda, así que dicho y hecho. Es como tener una hucha, ya que si el dinero se queda en la cuenta tengo tendencia a gastármelo en caprichos, ¡que es lo que debería hacer! Íñigo [Onieva, su marido] me animó mucho y juntos tomamos la decisión. Pero ojo, no fue fácil porque vivíamos en el centro de Madrid y nos encanta, pero es que allí es complicadísimo encontrar una casa con garaje en el mismo edificio. Fíjate que visitamos un piso en la calle Velázquez que reunía todos los requisitos, pero fue llegar allí y sentí que aquel no era el lugar. Más tarde vinimos aquí y, la verdad, nos quedamos en shock por lo bonito y acogedor que era”, cuenta. Entre toma y toma, Tamara atiende las peticiones del fotógrafo y la estilista y nos acompaña por los diferentes espacios de la casa. Cuando entramos al dormitorio, espeta: “Mi templo sagrado”. A esta zona privada se accede por un pasillo que culmina en un vestidor, y a su vez éste sirve de entrada a la habitación, con vistas a la terraza. Le preguntamos si el suelo enmoquetado de color blanco ha sido una buena idea. “¿Con [mis perros] Jacinta y Vainilla correteando por aquí? Pues, obviamente, no. Es una locura maravillosa, pero cuando se estropee lo cambiaremos y listo”, afirma. Justo en ese lugar aparece la joya de la estancia, un baño en suite con bañera y ducha. “Cuando Íñigo vio esta impresionante ducha de piedra, dijo: ‘Nos mudamos’, y así fue”, recuerda Tamara entre risas. A pesar de las dudas que le generaba salir del centro de Madrid, ahora lo tiene claro: “He vivido en muchos lugares y estoy acostumbrada a adaptar los espacios a mi manera. Cuando estudiaba en Estados Unidos, al tercer año me mudé de un quad (habitación compartida) a un dormitorio minúsculo. A estos cuartos los llamaban con un nombre horrible, suicide singles (dormitorios suicidas). Ya te puedes imaginar por qué, pero yo lo transformé por completo. Lo pinté entero de un tono morado,
“DE PEQUEÑA ME ENCANTABAN LAS NOVELAS DONDE HABÍA JARDINES SECRETOS LLENOS DE MAGIA, Y ESTA AZOTEA ME CONECTA CON ESA PARTE DE MI INFANCIA”.
TAMARA FALCÓ
me hice un vestidor, puse la cama contra la ventana y lo limpié a conciencia, porque ese sitio estaba repugnante. Luego viví en el barrio de Ópera, en Madrid, en un piso de un amigo de mi padre, el arquitecto Miquelo Oriol, cuya maravillosa estructura me hizo facilísimo poder ponerlo a mi gusto. Más tarde me mudé al barrio de Salamanca y luego a Salesas. Y guardo un recuerdo ideal de todas esas casas. El centro me encanta, pero todo tiene su momento. Yo creo mucho en la Divina Providencia y sé que las cosas aparecen cuando las necesitas. Y si llegan tienes que hacerlas con toda la ilusión, aunque en ese momento te venga fatal. Hay que lanzarse a la aventura y confiar en que todo va a salir bien. La vida funciona así, hay que saber leer las señales”, nos cuenta. El día que hicimos este reportaje nuestra anfitriona acababa de mudarse al ático con Íñigo. “Venir aquí ha sido la decisión correcta, un acierto en toda regla. ¡Ha quedado tan precioso! Todavía recuerdo cuando mi hermano Enrique estaba a punto de comprarse su casa de Miami. Todos le animábamos muchísimo, porque era enorme y él tenía algunas dudas. Hubo un momento en que le dijimos, ‘mira, Enrique, eres conocido mundialmente y aquí es el único sitio donde vas a poder
estar tranquilo, así que no lo dudes’. Al fin y al cabo, un hogar es como una isla. Nuestra islita. Eso es algo que tengo muy claro desde que he leído un libro sobre el hygge”. Tamara se refiere a un término que los daneses emplean para definir lo acogedor y lo familiar, una suerte de filosofía de vida que consiste, grosso modo, en rodearse de las cosas y las personas que nos hacen felices. El hecho de que Isabel y Carolina, las madres de ambos, vivan tan cerca de su nuevo domicilio facilita mucho hacer una vida en familia, que es uno de los preceptos del hygge para obtener la felicidad. “Estamos a cinco minutos de distancia y eso me gusta. Además, a Íñigo y a mí nos encantaría ser padres en 2024, así que es un planazo tenerlas tan cerca”, confiesa. Terminamos la visita en el corazón de la vivienda, en una cocina que lleva el sello de Porcelanosa. Para Tamara, que es chef diplomada por la prestigiosa escuela de alta gastronomía Le Cordon Bleu (y ganadora de la cuarta edición del programa MasterChef Celebrity), este espacio es el más importante de todos. “Originalmente había una cocina americana, pero pusimos una isla preciosa que tiene un mural con relieves en forma de trigo. El significado de este cereal para mí es gigante, porque está relacionado con el Evangelio de Jesús y quería que estuviera presente. Hay una forma de expresar el bien y el mal, y existe una dimensión espiritual que no se puede ignorar”, explica. El sol de otoño entra en la casa y rebota en sus paredes níveas, que dotan a la vivienda de una luminosidad monacal. El famoso ático de Tamara tiene tanta luz como su propietaria.