Un código que ya funciona
Hace unos cinco años, Scott Cleverdon participaba en el rodaja de una película en Colombia, cuya protagonista era una niña cubana de ocho años. Su primer día de trabajo se prolongó durante 14 horas y el segundo alcanzó las 12. «Debemos tener unos límites que fijen lo que está bien y lo que está mal, lo que es justo y lo que no, porque estamos hablando de seres humanos, de adultos y niños. Por eso, en el sector debemos preguntarnos si nuestros objetivos pueden justificar algunas actitudes. Yo mismo he tenido que decir en un rodaje que si seguíamos con ese nivel de trabajo, alguien iba a enfermar. A veces, se está tan fijado en conseguir un plano que se olvidan los peligros», justifica la necesidad de una regulación de una buenas prácticas en el sector.
Narra la paradoja de que en el cine norteamericano se incluya en los créditos finales de un filme que este ha sido realizado sin maltratar a ningún animal: «¿Y los seres humanos? Habría que ponerlo también, porque es muy común que haya personas trabajando 12, 14 o 16 horas y, por tanto, es inevitable que haya accidentes». Estas situaciones que se producen detrás de las cámaras necesitan una respuesta por parte del sector y, por ello, es por lo que la fundación First Team está tratando de que el código de buenas prácticas que han elaborado pueda llegar a ser un modelo para todas las producciones. Lo que ya está probado es que funciona, pues todos los proyectos de la fundación se adecúan a él y porque una película como Red de Libertad, protagonizada por Assumpta Serna, ha logrado un gran éxito a partir de un trabajo fundamentado en valores. «El caso de Red de Libertad nos lleva a pensar que es posible el cambio», apunta Serna. Scott, por su parte, ve importante que se pase de la queja a la acción: «Red de Libertad han logrado algo que no es común. Han construido un equipo feliz, con dignidad, con intercambio de ideas, con respeto… Se trata de hacer las cosas desde una visión más humanista».