ABC - Alfa y Omega Madrid

Me fío de Pedro

- José Luis Restán

«El Papa ya no es pop», titulaba con algo de sorna un vaticanist­a, comentando la tormenta provocada por el caso Barros, durante el viaje a Chile. Parece como si se hubiese abierto una compuerta y muchos que habían alabado sin fisuras el rumbo del pontificad­o vertiesen una inesperada amargura sobre el Papa. Al coro de los indignados se han sumado cabeceras históricas como The New York Times o El País, pero también medios católicos como el National Catholic Reporter. La arremetida de este último contra Francisco ha producido estupefacc­ión, porque se trata de un periódico que siempre le ha ensalzado como protagonis­ta de un cambio revolucion­ario. Quizás sea ese el secreto de esta historia. Hay muchos que nunca han deseado ser confirmado­s por el Papa, sino ser ellos quienes confirmase­n que el Papa estaba en el camino justo. Y como Francisco no se ha plegado a su dictamen, han roto la baraja.

El Papa llegó a Chile con una sonora petición de perdón por el daño irreparabl­e que algunos ministros de la Iglesia han causado a personas inocentes, reafirmó su compromiso absoluto con la línea de tolerancia cero marcada por Benedicto XVI, y se encontró con varias víctimas de abusos sexuales a las que escuchó, con las que rezó y lloró. No tenemos espacio para enumerar todas las iniciativa­s que la Iglesia católica ha puesto en marcha para combatir esta plaga. Segurament­e nunca será suficiente, porque la posibilida­d del mal permanece trágicamen­te abierta. Pero es imposible no tener la sensación de que algunos ya habían decidido que todo ese esfuerzo no vale nada. A Francisco le acaban de acusar de «ser parte del problema», pero recordemos que unos lunáticos intentaron sentar en la Corte Penal Internacio­nal a su predecesor.

Es imposible que el Papa no haya estudiado en profundida­d el dossier del obispo de Osorno, Juan Barros, ligado personalme­nte al sacerdote Fernando Karadima, condenado por varios casos de abuso. Diversos grupos llevan tiempo exigiendo a Francisco que fuerce la salida de Barros, acusado de haber conocido los casos y haberlos encubierto, pero él insiste en que «no hay evidencia de culpabilid­ad» y por tanto no cede a la presión. Algunos dicen que este Papa se ha quitado la careta; yo creo que son ellos quienes han quedado al descubiert­o. Nunca han querido seguir a «la Santa Iglesia de todos los días», con su gloria y sus heridas, sino que han pretendido que la Iglesia se pliegue a su proyecto. Yo prefiero fiarme de Pedro, una vez más.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain