Santa María Magdalena: 50 años de entrega
La Santa Sede ha concedido un Jubileo a la parroquia Santa María Magdalena, en Chamartín
Son las 8:05 horas del penúltimo miércoles de enero en el distrito de Chamartín. En aquel lugar se encuentra una parroquia con sus puertas siempre abiertas para el necesitado. «La parroquia es la compañía de Cristo entre las casas de los hombres», dejó escrito san Juan Pablo II. Y esta frase acompaña los pasos de Francisco Javier Ardila, el sacerdote que, desde hace diez años, sirve a la comunidad de Santa María Magdalena.
«La parroquia está abierta todo el día, desde las 8:00 hasta las 20:30 horas, para que quien lo desee pueda entrar a rezar, a poner una vela o a estar un rato con el Señor», dice el párroco. Por ello, «intentamos que la presencia de los sacerdotes sea continua».
La conmemoración de sus dieciséis años como sacerdote coinciden con los cincuenta que cumple su parroquia. Detalle que se hace patente en el Año Jubilar que acaba de comenzar… «El celebrar 50 años de consagración es volver a tomar conciencia de aquella frase de san Juan Pablo II»; es «volver a hacerla mucho más viva y más consciente todos los que vivimos el acontecimiento cristiano en esta comunidad y en medio de este barrio».
De una estampita a un sueño hecho realidad
Ardila descubre un detalle que le sucedió cuando tomó posesión de la parroquia hace diez años: «Nada más llegar, vi una estampita que hizo un párroco anterior de las bodas de plata». Así, «me enteré que el 28 de enero de 1993 se celebraron los 25 años». A partir de ahí, «pensé en el 2018, y dije: “¡A quien le toque!”».
Todo nació por un deseo, añade, «el poner delante de la gente todo lo que significa un año de gracia, que la misericordia de Dios toca concretamente a esta comunidad, a cada una de sus vidas y en cada uno de sus rostros». Para mí, asevera, «ha supuesto que Dios nos visita de nuevo con su misericordia a sus hijos». «Yo soy el primero que me tengo que poner a caminar junto a mi pueblo, no delante de él; dejándome sorprender también por cómo el Señor sale al encuentro de mi propia vida durante este Año Jubilar». Una misión que «supone para mí ponerme, con humildad de corazón, como un mendigo: para que esta misericordia pueda tocar mi sacerdocio
que es, en el fondo, mi vida». «Es como decir: «Empieza de nuevo todo, créetelo, yo te amo y te he puesto un lugar concreto para que te des cuenta del amor que te tengo”».
Una Iglesia siempre en camino
Los actos comenzaron el 27 de enero, con un concierto-oración a cargo del coro góspel In God Spirit y un lucernario en rito hispano-mozárabe. Al día siguiente, domingo 28, recibieron la visita del cardenal Osoro. Un encuentro que, dice el sacerdote, ha engrandecido la emoción primera que está viviendo la comunidad.
Un año de gracia en el que la la parroquia, más allá de multiplicar actos, buscará aprovechar todo lo que tiene. «Vamos a incentivar la escuela de formación en la fe donde, durante los terceros miércoles de mes, nos visitan personalidades de la vida pública y cuentan su testimonio cristiano». Así como «ir redescubriendo el sacramento de la confesión, de la penitencia, la adoración del Santísimo…». Además, «otra cosa que llevamos en el corazón –señala el párroco– es que todo esto sea en beneficio de lo que era el origen del Jubileo: cómo socialmente la misericordia llega a todos». Y, para ello, «haremos un hermanamiento con una iglesia pobre, como fruto del Jubileo, porque no todo puede quedar en devociones».
Misericordia en el necesitado
Una mirada, la del pobre, que no descartan en la parroquia. Desde el Hogar Santa María Magdalena, de Cáritas, donde ofrecen comida, ayuda escolar y compañía, hasta cualquier persona herida. Una promesa que, en la voz de Fran Ardila resume las bodas de oro que acaban de comenzar. Y qué bonito sería, deja entrever antes de despedirnos, que «un fruto del Año Jubilar fuese que todo se concretase en la misericordia encarnada en el rostro del más necesitado».