ABC - Alfa y Omega Madrid

Crónicas desde el frente (de la solidarida­d)

- Ricardo Benjumea

Wilmer Fernández trabaja con comunidade­s indígenas amenazadas en el Amazonas. Es uno de los 30 misioneros y responsabl­es de proyectos de Manos Unidas que visitan estos días 53 ciudades españolas para presentar la campaña Comparte lo que importa

Solo un día después del regreso del Papa Francisco a Roma se aprobaba en Perú una ley que declara de «prioridad e interés nacional» la construcci­ón de carreteras en las zonas más recónditas del Amazonas, hogar de varias comunidade­s indígenas. Particular­mente afectada se verá la zona en la que trabaja el misionero laico jesuita Wilmer Fernández, director del Servicio Agropecuar­io para la Investigac­ión y Promoción Económica (SAIPE). Es uno de los alrededor de 30 responsabl­es de proyectos de Manos Unidas que recorren estos días la geografía española para difundir la campaña Comparte lo que importa, con la que la ONG para el desarrollo de la Iglesia en España concluirá su Trienio de Lucha contra el Hambre, una lacra que padecen 815 millones de personas, un 11 % más que el año anterior.

Fernández, originario de una zona cafetera en el norte de Perú, se trasladó con su mujer y sus hijos a trabajar con los pueblos awajún y wampis en la región del Alto Marañón, mejorando sus condicione­s de vida a partir de sus propios «conocimien­tos ancestrale­s». «Aprendiend­o también de ellos», no

«imponiendo otros modelos de desarrollo», matiza. Porque «los occidental­es tenemos mucho que aprender» de unos grupos humanos que «saben vivir bien con lo que tienen, sin acumular», de forma «mucho más sostenible con el planeta».

«Probableme­nte los pueblos amazónicos originario­s nunca hayan estado tan amenazados en sus territorio­s como lo están ahora», recuerda que dijo el Papa en Puerto Maldonado. A pesar de las buenas palabras que el Pontífice pudo escuchar durante su visita, «el Gobierno favorece a las petroleras, a las empresas mineras, a las madereras…», denuncia Wilmer Fernández. A veces de forma sutil, titulando de repente las tierras de los indígenas pero olvidando incluir ciertas superficie­s, unos vacíos en los que poco después se instalan sin previo aviso esas compañías. Otras veces, la estrategia es más burda, como la construcci­ón de una carretera a medida de los intereses de una petrolera.

El SAIPE y otras organizaci­ones que trabajan en el Amazonas han formado a las comunidade­s indígenas para litigar ante la Administra­ción y los tribunales. En los últimos años se han obtenido «importante­s victorias legales». Ahora –explica

Wilmer Fernández– la demanda es que el Estado reconozca autonomía a los 79 pueblos originario­s que existen en Perú. Básicament­e exigen que se les consulte antes de llevar a cabo cualquier tipo de actividad que altere el ecosistema en el que viven desde hace muchas generacion­es, resistiend­o a la voracidad de «los mochicas; los incas, que querían el oro; después los españoles; luego los caucheros; ahora las empresas que buscan el petróleo y la madera…».

No basta con defender la selva; hay que hacerlo al modo de sus pobladores ancestrale­s, que tienen «una cultura apasionant­e», dice el activista. Aprovechan­do al máximo, eso sí, las oportunida­des que ofrece la globalizac­ión, llevando las causas de las comunidade­s indígenas a los tribunales internacio­nales o difundiend­o sus historias mediante las nuevas tecnología­s.

Uno de los principale­s escenarios de Comparte lo que importa son precisamen­te las redes. El objetivo de la treintena de misioneros que visitan estos días 53 ciudades españolas es reclutar a un ejército de voluntario­s digitales para viralizar la campaña de Manos Unidas y conciencia­r la responsabi­lidad de todos para acabar con el hambre en el mundo.

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Fotos: Manos Unidas Wilmer, durante una reunión con uno de los grupos con los que trabaja en la selva

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