«La Iglesia es mujer»
▼ Dos de cada tres católicos practicantes y laicos comprometidos en España son mujeres. En la parroquia de la Santísima Trinidad de Madrid los laicos en general, y ellas en particular, «llevan un peso muy importante» del día a día, asegura el párroco
Ellas dan las catequesis, atienden las Cáritas, preparan la liturgia, limpian los templos, participan en el consejo parroquial... Como Paquita (82 años) y Sofía (13), de la parroquia de la Santísima Trinidad de Madrid, dos ejemplos entre tantas mujeres que en España constituyen nada menos que dos tercios del total de los católicos practicantes y comprometidos. La Iglesia tiene rostro femenino o, como le gusta repetir al Papa, «es mujer». Pese a ello está todavía lejos de reconocer a estas el lugar que les corresponde. Francisco ha pedido una reflexión que erradique la cultura machista de la Iglesia, revalorice el papel de las religiosas y ponga fin al clericalismo que identifica el ministerio ordenado como derecho de mando.
Muchos días, Gloria es la primera en llegar a la parroquia. Fue catequista 25 años y ahora forma parte del equipo de bienestar, que se encarga de la limpieza y el mantenimiento. A veces se lleva deberes a casa: manteles y paños para lavar y planchar. «No me importa, ni me siento una chacha. Se trata de que la gente esté a gusto», explica. Pasa el día, y la última persona que sale por la puerta antes de que se cierre es, con sus 82 años y su sentido del humor, Paquita. Se encarga de la liturgia en la Misa vespertina de diario. «Luego hay que recoger, apagar todas las luces…».
Desde que llega Gloria hasta que se va Paquita, la parroquia Santísima Trinidad de Madrid es un hervidero. Unos 300 niños y adolescentes, siete comunidades de adultos y Cáritas, entre otros, se disputan los salones por la tarde. Un grupo de religiosas lleva la comunión a más de 20 enfermos. También por las mañanas se deja caer gente. Entre tanto trajín, a veces pasa desapercibida la presencia de los dos sacerdotes y del diácono. Todo funciona como una máquina bien ajustada.
Ángel Luis Caballero, párroco desde el curso pasado, explica que «los laicos llevan un peso muy importante. Nosotros acompañamos a los grupos sobre todo en contacto con los coordinadores de las distintas áreas. Así podemos dedicarnos sobre todo a los sacramentos, a la Eucaristía, al despacho» o a la dirección espiritual. Aproximadamente siete de cada diez feligreses comprometidos son mujeres.
«La parroquia no la hacen los curas –subraya Cristina, que los domingos hace un taller de Eucaristía con los niños más pequeños, además de participar en los cursillos prematrimoniales–. Y no es que aportemos nosotras por ser mujeres, sino toda la comunidad. En los cursillos siempre pregunto a los novios qué tipo de Iglesia les gustaría. Me dicen: “Activa, participativa”. Justo lo que se vive aquí». Eso no quita para que «alguna vez se oiga algún comentario machista, como: “¿Y no te tienes que ir ya? Tu marido estará esperándote”».
La presencia de la mujer no es nueva, pero sí ha evolucionado. En la sala donde Pilar acoge cada lunes a los usuarios de Cáritas antes se hacía un taller de costura. Cerró. Lo que sí funciona, desde hace siete años, es el de robótica. Lo llevan Carmen y su marido. «Nos gustaba la idea de dar a los niños la oportunidad de aprender algo más –recuerda–. Empezó para los de la parroquia, pero luego se ha abierto al barrio. No es solo mover un cacharrito: los niños se conocen, se ayudan y les transmitimos valores. Se hacen amigos, acaban saliendo juntos… Hay muchas formas de llegar a la gente».
«Extraordinariamente activas»
Según se deduce del barómetro del CIS de enero, dos tercios de las personas que van a Misa los domingos o entre semana son mujeres. En Cáritas Española, ellas son el 70 % del personal y de los voluntarios; por encima de la media del voluntariado en general, donde, según el Observatorio del Voluntariado, la proporción es del 54,4 %.
«En el conjunto de la Iglesia en España, las mujeres tienen un papel muy importante y lo ejercen –afirma Camino Cañón, expresidenta del Foro de Laicos–. Hay un buen número de asociaciones y movimientos laicales donde muchas mujeres participan» y ocupan puestos significativos. «También en las diócesis su presencia es extraordinariamente activa». Con respecto a las religiosas, «trabajan sobre todo en el ámbito sociosanitario, la enseñanza y en algunos casos en la pastoral diocesana».
Con todo –matiza la actual directora de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC)– «sí es verdad que en algunas realidades laicales las mujeres no tienen acceso a la máxima responsabilidad por sus estatutos, o de hecho no están ahí». Su participación y corresponsabilidad –cree– aumentarán en función de dos factores: que crezcan las de los laicos en general y que haya más féminas con educación superior. Esta no solo les dará el «saber hacer» necesario, sino que hará que toleren menos la discriminación, y estén más abiertas a asumir cargos. En una persona sin formación pero «con una calidad personal y un testimonio de fe extraordinarios se puede depositar confianza –subraya–, pero quizá no para la gestión».
Un consejo parroquial activo
«¿Quién manda en la Santísima Trinidad?», pregunta la periodista a modo de provocación. «Los curas – dice en seguida Gloria–. Todo se hace bajo su supervisión». «Pues si yo veo algo que no me gusta, se lo digo con toda claridad», matiza Paquita. A Cristina le parece que «esta parroquia, más que piramidal, es circular; como su templo. Por regla general, las decisiones se comparten». Aquí cobran un gran protagonismo los coordinadores de área y el consejo parroquial, mayoritariamente femenino. La última incorporación, a regañadientes, ha sido precisamente Gloria. «¡Ya ves tú! Si a mí me gusta más hacer que hablar…».
Este órgano y los laicos que lo forman han marcado en buena medida el rumbo de la comunidad. «Son muy activos –explica Caballero–. Al llegar yo, me pidieron hacer un proyecto de
pastoral para la parroquia, por áreas. Y hace poco, siguiendo la invitación del cardenal Osoro, propusieron iniciativas para concienciar sobre la cuestión de los refugiados».
Todos coinciden en que se nota la presencia femenina. En Cáritas, Pilar trabaja más con hombres. «Pero me han puesto a mí de acogida. Me venden la moto de que hablo y pregunto mejor a la gente», se ríe. Además de la empatía, «ellas tienen más en cuenta a las familias –dice el párroco–. Hacen partícipes a los padres en la catequesis y están pendientes de que los fines de semana no se multipliquen las actividades para que puedan organizarse». Por otro lado, cuando hay niños de por medio, «a veces les sale la vena de madre más que de catequista», y la toma de decisiones se complica.
¿Y mañana?
Mientras estas laicas charlan con
Alfa y Omega, surge espontáneamente una preocupación: ellas llevan muchas actividades visibles. Pero cuando las más mayores dejen la limpieza, la liturgia y otras tareas «menos lucidas, ¿quién las hará?». «Habrá que ir ocupando también esos lugares», opina Carmen. Pilar, que empezó a involucrarse más tras jubilarse a los 59 años, cree que «ahora que tardamos más en envejecer, otras personas en mis mismas circunstancias pueden hacerlo perfectamente». O tal vez –apunta Cristina– «tendrá que pasar a ser algo remunerado».