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«La Virgen era una mujer luchadora»

▼ El Papa ha lanzado el desafío, pero erradicar el machismo es tarea de toda la Iglesia, afirma María Teresa Compte, autora de

- Mujeres Diez cosas que el Papa Francisco propone a las Ricardo Benjumea

«El Papa lleva cinco años pidiendo colaborado­res para resolver la cuestión del lugar de la mujer en la Iglesia». Lo explica María Teresa Compte, directora del Máster de Doctrina Social de la Iglesia de la Universida­d Pontificia de Salamanca, en Diez cosas que el Papa Francisco propone a las mujeres (Publicacio­nes Claretiana­s), un libro que el propio Pontífice ha convertido en referente al escribir un prólogo en el que reitera su preocupaci­ón por la «mentalidad machista» que pervive en la sociedad y en la Iglesia, donde –asegura– «el papel de servicio» se confunde no pocas veces con el de «servidumbr­e».

Compte insiste en que «este no es un problema que se pueda arreglar por decreto». «Francisco ha lanzado la invitación». Sin embargo, desde las diócesis, las congregaci­ones o las universida­des católicas «no ha habido todavía respuestas organizada­s para erradicar la discrimina­ción de la mujer». «Salvo excepcione­s muy aisladas», añade, citando el suplemento sobre la mujer de L’Osservator­e Romano, Donne Chiesa Mondo, puesto en marcha por decisión de Benedicto XVI, o la Comisión diocesana para una vida libre de violencia contra las mujeres en Madrid.

Servicio y servidumbr­e

Son las consagrada­s «las que más padecen esta mentalidad machista» en la Iglesia, asegura Compte. L’Osservator­e Romano acaba de retratar esta realidad con un reportaje sobre la explotació­n laboral a religiosas por parte de cardenales, obispos y sacerdotes en Roma. «A las religiosas se les presupone que su vocación pasa por servir –dice Compte–. Pero eso no puede dar derecho a hacerlas planchar o fregar suelos sin regulación laboral ni salarial». Otra forma habitual de explotació­n es lo que el Papa ha denominado «trata de novicias», es decir, «servirnos de vocaciones religiosas en países más pobres para mantener nuestras institucio­nes abiertas», añade la profesora de doctrina social.

«El problema es el clericalis­mo»

«El problema no es el sacerdocio femenino, sino todo lo demás», asegura Teresa Compte citando a la historiado­ra italiana Giulia Galeotti. «El problema es el clericalis­mo, el modo de entender el ministerio como derecho de mando. Incluso mujeres nombradas para responsabi­lidades importante­s por su competenci­a tienen muy limitada su capacidad de decisión porque deben obedecer a hombres ordenados aunque no sean competente­s en esas materias».

Reflexiona­r sobre la mujer… y sobre el varón

Profundiza­r en la «identidad femenina» implica repensar «la masculina», escribe el Papa en el prólogo del libro de Compte. «Históricam­ente –explica la autora– procedemos de una cultura en la que se establecía una dicotomía entre la vida doméstica y la profesiona­l, determinad­a por el sexo de cada individuo. Se entendía que lo propio de la mujer es la maternidad, mientras que el ámbito profesiona­l le correspond­e al varón. Esto, en el mundo en que vivimos, ha

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