«La Virgen era una mujer luchadora»
▼ El Papa ha lanzado el desafío, pero erradicar el machismo es tarea de toda la Iglesia, afirma María Teresa Compte, autora de
«El Papa lleva cinco años pidiendo colaboradores para resolver la cuestión del lugar de la mujer en la Iglesia». Lo explica María Teresa Compte, directora del Máster de Doctrina Social de la Iglesia de la Universidad Pontificia de Salamanca, en Diez cosas que el Papa Francisco propone a las mujeres (Publicaciones Claretianas), un libro que el propio Pontífice ha convertido en referente al escribir un prólogo en el que reitera su preocupación por la «mentalidad machista» que pervive en la sociedad y en la Iglesia, donde –asegura– «el papel de servicio» se confunde no pocas veces con el de «servidumbre».
Compte insiste en que «este no es un problema que se pueda arreglar por decreto». «Francisco ha lanzado la invitación». Sin embargo, desde las diócesis, las congregaciones o las universidades católicas «no ha habido todavía respuestas organizadas para erradicar la discriminación de la mujer». «Salvo excepciones muy aisladas», añade, citando el suplemento sobre la mujer de L’Osservatore Romano, Donne Chiesa Mondo, puesto en marcha por decisión de Benedicto XVI, o la Comisión diocesana para una vida libre de violencia contra las mujeres en Madrid.
Servicio y servidumbre
Son las consagradas «las que más padecen esta mentalidad machista» en la Iglesia, asegura Compte. L’Osservatore Romano acaba de retratar esta realidad con un reportaje sobre la explotación laboral a religiosas por parte de cardenales, obispos y sacerdotes en Roma. «A las religiosas se les presupone que su vocación pasa por servir –dice Compte–. Pero eso no puede dar derecho a hacerlas planchar o fregar suelos sin regulación laboral ni salarial». Otra forma habitual de explotación es lo que el Papa ha denominado «trata de novicias», es decir, «servirnos de vocaciones religiosas en países más pobres para mantener nuestras instituciones abiertas», añade la profesora de doctrina social.
«El problema es el clericalismo»
«El problema no es el sacerdocio femenino, sino todo lo demás», asegura Teresa Compte citando a la historiadora italiana Giulia Galeotti. «El problema es el clericalismo, el modo de entender el ministerio como derecho de mando. Incluso mujeres nombradas para responsabilidades importantes por su competencia tienen muy limitada su capacidad de decisión porque deben obedecer a hombres ordenados aunque no sean competentes en esas materias».
Reflexionar sobre la mujer… y sobre el varón
Profundizar en la «identidad femenina» implica repensar «la masculina», escribe el Papa en el prólogo del libro de Compte. «Históricamente –explica la autora– procedemos de una cultura en la que se establecía una dicotomía entre la vida doméstica y la profesional, determinada por el sexo de cada individuo. Se entendía que lo propio de la mujer es la maternidad, mientras que el ámbito profesional le corresponde al varón. Esto, en el mundo en que vivimos, ha