Cultura 23
cada sistema familiar para atender a las necesidades de ese sistema. Y para eso no me resulta necesario siquiera que la sexualidad sea heterosexual. Puedes tener esa complementariedad con alguien de tu mismo sexo.
FV: Estamos de acuerdo en que no hay tareas masculinas ni femeninas. Lo único invariable en la historia es que hombres y mujeres hemos desempeñado funciones de todo tipo. Pero las investigaciones nos dicen, por ejemplo, que los modos de jugar son distintos: aunque niños y niñas jueguen a los mismos juegos, lo hacen desde modos distintos. También un padre provoca más a sus hijos, los incita a superar los límites, a destronarle, a ser mejores que él... Sin embargo, padre y madre no son dos individuos relacionándose aisladamente con el hijo; la conyugalidad actúa como un nosotros, incluso cuando se rompe o nunca llegó a existir. Hay un elemento triangular inicial (padre-madre-hijo), con todo tipo de combinaciones posibles [paternidad, maternidad, filiación, fraternidad...], que constituye estructuralmente a cada ser humano, incluso cuando falta algún elemento (además de los triángulos de Freud o Lacan, hay modelos más humanistas). La cuestión es que si, a costa del progreso de la mujer o de los derechos de las parejas homosexuales, degradamos el valor añadido que aportan la paternidad y la heterosexualidad, estaremos dando patinazos.
RB: Yo lo que cuestiono es que la aportación de una pareja heterosexual sea mayor. No me importa el sexo, sino aquello que hacen las personas. Puede ser una pareja homosexual, pero también una madre y una abuela que cuidan juntas de una criatura.
FV: ¡Al final la tradición católica reclama el cuerpo y la materialista reclama el alma! La reproducción sexual es la fórmula más sencilla para producir una innovación máxima, una tercera persona, un hijo, que es radicalmente distinto a sus padres. Pero quiero dar un argumento a favor de Ritxar: una experiencia tan impactante de amor como la conyugalidad y la paternidad desborda todos los moldes culturales. Al final lo que hay es una relación entre dos personas.
RB: En nuestra cultura, cuando hablamos de amor, pensamos en chicos de 16 años que apenas se conocen y sienten una atracción sexual. Y no se pone en valor esa idea de dos personas que llevan 30 años juntas, que han compartido alegrías, duelos y despedidas, que han sacado adelante a una familia…., dos personas entre las que existe un amor muy profundo en el que curiosamente la genitalidad no tiene importancia.
FV: O que más bien va modificándose. Veo un peligro muy fuerte de constructivismo en la ideología de género.
RB: Yo, que soy especialista en género, no sé qué es la ideología de género…
FV: Se refiere a que la persona determina su propio género independientemente de la biología. El mayor problema es el propio constructivismo,
sea o no de género. Entiendo de dónde viene esto: el posmodernismo necesita depurar un conjunto de instituciones, entre ellas la del padre. Pero llega después una segunda parte, el posmodernismo punk, en que eso decae en un construccionismo prácticamente nihilista. El idealismo llega a tal punto que quien yo soy o lo que son las cosas depende solo del poder, del grupo o de cada persona. Ese hiperidealismo es peligroso. Lo que ocurre es que, mientras se esté utilizando para causas consideradas de progreso, se va dejando pesar. Pero en el momento en que se establezca como filosofía
dominante va a ser muy peligroso. Entiendo que es muy difícil el diálogo entre naturalismo y constructivismo, porque los dos tienen elementos de verdad. Lo que no podemos permitir es que un principio anule al otro.
RB: A niños y niñas les hablamos de forma diferente, los vestimos con distintos colores, les regalamos juguetes diferentes… Ahí generamos una realidad limitante que impide que desarrollen todas sus competencias. Eso es hoy un muro real.
FV: Estoy de acuerdo en que necesitamos liberarnos de esas simbólicas tradicionales, porque están asignadas de un modo que coartan, pero sin negar que puedan existir unas simbólicas colectivas. Tienen sentido en aquellos que comparten algo tan estructural y primario como el sexo, siempre y cuando las depuremos. Para mí el elemento clave es superar el reparto de funciones y campos simbólicos. Tú no tienes que demostrar que eres hombre: lo eres. Es un modo del que no puedes liberarte, a través del cual actúas. Fíjate en los hombres de la tribu [africana] de los aka, que llevan a sus hijos todo el día en brazos. ¿Su hombría es menor que la de los hombres de los bares de carretera?