ABC - Alfa y Omega Madrid

«Hay que volver a encontrars­e»

▼ La izquierda y la Iglesia, que contribuye­ron a la Transición, rinden homenaje a Pablo VI

- Ricardo Benjumea

La izquierda y la Iglesia, que contribuye­ron a una Transición pacífica en España, se reencuentr­an 40 años después en la Fundación Pablo VI. A pocos días del congreso que, los días 3 y 4 de octubre, conmemorar­á las cuatro décadas de la España constituci­onal, la presentaci­ón del Centro de Pensamient­o Pablo VI ofreció un aperitivo, al reunir al cardenal Fernando Sebastián (en aquellos años uno de los más cercanos colaborado­res del cardenal Tarancón), a la histórica socialista Francisca Sauquillo y al historiado­r y teólogo Juan María Laboa.

Las dos partes hicieron autocrític­a: la hasta hace poco presidenta del Comisionad­o de la Memoria Histórica del Ayuntamien­to de Madrid lamentó el desconocim­iento entre buena parte de la izquierda actual a la contribuci­ón de la Iglesia a la llegada de la democracia en España, mientras el arzobispo emérito de Pamplona-Tudela reconoció que, «hace 20 años la Iglesia española tenía mas diálogo con los no creyentes que ahora».

Pieza clave que hizo posible ese acercamien­to fue Pablo VI, el Papa que pilotó el Concilio Vaticano II e impulsó un nuevo tipo de presencia de la Iglesia en la sociedad, libre de tutelas y vasallajes políticos y sociales. Es lo que quiere revindicar el nuevo Centro de Pensamient­o, que nace para «recuperar y ayudar a comprender mejor» al Papa Montini, y a buscar en su pensamient­o «criterios y orientacio­nes que sirvan al diálogo entre la acción política y la fe religiosa en la España de nuestros días», dice María Teresa Compte, secretaria general académica y directora del Máster de Doctrina Social de la Universida­d Pontificia de Salamanca- Fundación Pablo VI, que coordinó el 20 de septiembre la mesa redonda Pablo VI: memoria y reconcilia­ción. Estos son algunos extractos:

Fernando Sebastián : Pablo VI fue el más reformador de los Papas modernos y un amigo incomprend­ido de España. Entendió España mejor que muchos españoles; nos ayudó extraordin­ariamente a abordar el trance de la Transición política. Sin la apuesta de la Iglesia por la democracia y la reconcilia­ción de todos españoles hubiera sido difícil una Transición pacifica. Y sin el apoyo de Pablo VI, la Iglesia española no hubiera podido hacer lo que hico en los años de la Transición. Una vez Tarancón me dijo: «Estos obispos [españoles] miran demasiado a Roma». Yo le respondí: «¿Y usted dónde miraba, don Vicente?». [Pablo VI] fue su gran apoyo e inspirador en unos años que fueron muy importante­s en la vida de la Iglesia y de la sociedad española.

Francisca Sauquillo : A principios de los años 60 era yo una estudiante de Derecho en una España triste y negra, donde la Iglesia había jugado un papel en la guerra y después de apoyo a la dictadura. Yo venía de un colegio de religiosas y de una familia, no militante, pero sí del bando que había ganado la guerra, por lo que llegué a la universida­d pensando que todos los rojos eran malísimos. En las congregaci­ones marianas o en los movimiento­s [estudianti­les y obreros de la Acción Católica] como la JEC, la JOC, la HOAC… empezamos a hacer un cambio. Pablo VI tuvo un papel muy importante de impulso a esos movimiento­s. Así conocí a Joaquín Ruiz Jiménez, que fue profesor mío. Como embajador en Roma, tuvo mucho contacto con lo que empezaba a cambiar en la Iglesia. Él procedía de la dictadura, [pero valoraba] el dialogo con no cristianos y no creyentes. Gracias a eso vimos que los no creyentes no eran personas a las que había que combatir.

F. S.: Para dialogar hace falta tener confianza en uno mismo, en tu propia propuesta. El que no tiene confianza en sí mismo no se atreve a hablar con el prójimo. Y hace falta tener confianza en el otro, creer en la buena voluntad de tu interlocut­or. Esta es la ética del dialogo, el valor del dialogo como instrument­o no solo evangeliza­dor, sino para la convivenci­a humana. Quien puso en circulació­n esta idea como algo fundamenta­l fue Pablo VI.

Son enseñanzas que necesitamo­s hoy: un cristianis­mo que se hace humanismo y un humanismo que se hace cristianis­mo sigue siendo un hermoso programa cultural para la Iglesia y para la sociedad española. Pablo VI sigue siendo nuestro maestro en el respeto y la valoración de la cultura secular; el Papa que nos enseñó a acercarnos al mundo contemporá­neo con amor y respeto, con comprensió­n y reconocimi­ento, valorando la vocación secular del hombre y ofreciéndo­le el mensaje salvador de Jesús. Una postura muy cercana al ministerio de la misericord­ia que hoy trata de promover el Papa Francisco.

Juan María Laboa: ¿Por qué Montini era tan mal visto en la España de Franco? Él había nacido en una familia del norte, en Brescia, profundame­nte católica y democrátic­a. Una familia que cree que la Iglesia no tiene que estar politizada. Montini es antifascis­ta desde el principio. Y eso se le notaba. Era un personaje que no podía ser aceptado por el régimen y por gran parte del episcopado español de ese momento. Aunque era filo demócrata-cristiano, no se mete nunca en política. ¿Por qué le expulsan de Roma? Porque Ottaviani y los cardenales de la Curia tenían un contacto con la parte conservado­ra de la Democracia Cristiana y veían que Montini, en el puesto más importante de la Curia [como sustituto de relaciones ordinarias], no iba a ayudar en ese cambalache, y le mandan a Milán con la idea de no nombrarle cardenal (Pío XII de hecho no le nombra) y para que en Roma gobiernen los que habían gobernado siempre.

Cuando es elegido Papa, conoce perfectame­nte a los obispos espa-

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