Luces y sombras
Entre las voces contrarias al acuerdo entre la Santa Sede y China, destaca la de un obispo chino, implicado en esta cuestión durante el pontificado de Benedicto XVI. En declaraciones a Alfa y Omega, lamenta que el acuerdo «no afirma que el Papa tenga el derecho y la libertad de nombrar obispos en China. El Gobierno le ofrecerá nombres de candidatos para que dé su opinión. Si dice que no, la carga de la prueba recaerá en la Santa Sede y el Gobierno tiene derecho a juzgar si acepta o no sus razones». De esta cesión –pronostica– se derivarán consecuencias negativas: las comunidades católicas se abrirán al relativismo, y se fomentará que los seminaristas, sacerdotes y fieles traten de complacer a las autoridades chinas para conseguir beneficios. Además, ha «herido los sentimientos y limita aún más la libertad» de los católicos más comprometidos con la evangelización. «Aún habrá sufrimiento – reconoce el italiano Antonio Sergianni, misionero con 24 años de experiencia en China–. Pero si persiste un clima de confianza, las dificultades se superarán». El sacerdote opina que «el acuerdo pone de manifiesto todo su sentido si nos referimos a la carta de Benedicto XVI en 2007», que hablaba «abiertamente de este diálogo». También cree que, con este acontecimiento, ha dado fruto el sufrimiento de muchos chinos. «Su dolor sigue siendo un tesoro precioso».