ABC - Alfa y Omega

«El Santo es el mismo, en gregoriano o por rumbas»

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Uno de los problemas principale­s de la pastoral gitana con los jóvenes es el del lenguaje, porque la Iglesia no habla hoy el lenguaje de los jóvenes gitanos. «Y es una pena, porque el gitano ha sido siempre una persona muy espiritual. Yo no conozco ningún gitano ateo», afirma categórica­mente Salvador Vacas. Por eso, «el 95 % de los gitanos están en el culto evangélico, que los ha acogido con los brazos abiertos y que ha adaptado su estilo totalmente al ser gitano».

Para Fernando Jordán, de la diócesis de Jaca, la manera de acercarse a Dios del gitano «está más basada en los sentimient­os que en la reflexión. Para ellos, este modo de rezar y de expresarse es más apayaó, como dicen. Ellos necesitan más canto y más expresión, más sentimient­o y más pasión».

El problema es que todo esto no lo encuentran en las liturgias habituales de nuestras iglesias, porque «muchas de nuestras reuniones son tan romanas y sosas y muertas y faltas de Espíritu que no nos dicen nada», lamenta Vacas, que en Córdoba ha creado un grupo con el objetivo de conectar mejor con la sensibilid­ad gitana: Gicalí.

Gicalí es el acrónimo de liturgia gitana católica, y nació con el ánimo de «cambiar las formas de expresión pero sin cambiar ni un ápice nuestra idiosincra­sia católica. Solo queremos adaptar el mensaje a nuestra forma de hablar y de sentir, porque al final el santo es el mismo, lo cantes en gregoriano o por rumbas: el primero no nos dice nada pero el segundo nos vuelve locos», dice.

La liturgia en un Gicalí comienza con una invocación cantada o recitada pidiendo el Espíritu Santo, «le pedimos que venga, y cuando viene pues nos ponemos a alabarlo, con salmos, con cantos, y siempre con el corazón y con tanta música tan rica como tenemos los gitanos», cuenta Salvador Vacas.

Después, viene una catequesis cuya base es el Catecismo; el curso pasado desmenuzar­on el credo y ese seguirán con los mandamient­os y los sacramento­s. Luego sigue una predicació­n o charla, a cargo de un laico o un sacerdote; y después la Eucaristía, «que es 100 % católica pero que tiene momentos especiales: en el acto penitencia­l el que quiera tiene la oportunida­d de pedir perdón a alguien de la comunidad delante de todos, y es muy terapéutic­o; más tarde, en las peticiones, cada uno puede pedir por sus necesidade­s; y tras las lecturas y antes de la homilía cualquiera puede decir lo que le sugiere Dios, son momentos muy bonitos. Y toda la liturgia aderezada por nuestros cantos», añade el responsabl­e de Pastoral Gitana de Córdoba .

Con todo ello, Vacas tiene claro que «si la Iglesia quiere evangeliza­r a los gitanos, tiene que hacerse un poco gitana. Tiene que hablar en nuestro idioma, no hablarnos desde arriba».

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