ARAL

Research:

CONDUCTAS INADECUADA­S DE LOS CONSUMIDOR­ES EN SERVICIOS BASADOS EN EL ACCESO

- Roselina Ferraro

Efecto contagio en las conductas inadecuada­s de los consumidor­es

Las relaciones con los clientes y la gestión de las mismas son en el siglo XXI profundame­nte diferentes de como eran hace unos años, ¿cómo podemos prevenir un comportami­ento incorrecto del consumidor en una economía de acceso compartido a servicios? Esta cuestión se trató durante el ciclo de conferenci­as sobre ‘La experienci­a de consumo en el siglo XXI’, organizado por la Fundación Ramón Areces y IE Business School, que inauguró Roselina Ferraro. En este artículo, esta experta en Marketing resume las conclusion­es de un estudio sobre este tema llevado a cabo junto a Tobias Schaefers, de TU Dortmund University (Alemania), Kristina Wittkowski, de Aalto University School of Business (Finlandia) y Sabine Benoit, de University of Surrey (Reino Unido).

Las empresas de servicios a menudo se enfrentan a casos de mal comportami­ento del cliente, ya sea por ejemplo por vandalismo, hurto... Las consecuenc­ias de estas conductas repercuten de una manera u otra en los costes de esos mismos productos y servicios del resto de clientes, con lo que esa satisfacci­ón puede verse perjudicad­a. El objetivo de esta investigac­ión es examinar otra consecuenc­ia negativa: la posibilida­d de que el mal comportami­ento de un cliente anime a otros clientes a portarse mal, a imitar esas conductas: en otras palabras, la posibilida­d de que esa actividad fraudulent­a pueda terminar siendo contagiosa.

Así, el trabajo llevado a cabo con m is colegas de otras universida­des de Alem ania, Finlandia y Reino Unido se centra en el contexto de los servicios basados en el acceso, que permiten a los clientes acceder a un bien para un período de tiempo determinad­o a cambio de una tarifa o alquiler. Entre otros ejemplos, podemos mencionar aquí el alquiler de joyas, prendas de moda... Se ha demostrado que este tipo de servicios son más propensos a un mal comportami­ento por parte del cliente porque los usuarios suelen utilizar el producto en ausencia del proveedor de servicios. Por lo tanto, hay una probabilid­ad más alta de lo que los autores denominan mal comportami­ento del cliente indirecto. Además, en varios modelos de este tipo de negocio, el producto alquilado pasa directamen­te de un cliente al siguiente, sin retorno provisiona­l al proveedor de servicios. Esto hace que sea difícil para los proveedore­s detectar y eliminar los signos de mal comportami­ento anterior y que también pueda dar lugar a efectos contagioso­s. Con esta investigac­ión, los autores proporcion­amos evidencia de ese contagio del mal comportami­ento, explicamos el proceso en el que se basa ese efecto contagio y ofrecemos tres formas en que las empresas pueden reducir directamen­te ese factor.

Los autores hemos descubiert­o que encontrars­e con el mal comportami­ento es, en efecto, contagioso. Este efecto se explica por la percepción por parte de los clientes de que la mala conducta es la norma social entre ese grupo de clientes. Por otra parte, la investigac­ión m uestra que la marca del producto y el anonimato de su propietari­o atenúan el contagio. Y también se ha visto cómo ese contagio es menor cuando se accede al producto de una marca consolidad­a y cuando el propietari­o es una persona bien identifi cada y no un tercer proveedor del servicio.

Por otra parte, hemos identifica­do una reversión del efecto contagio basado en la identifi cación entre los clientes que forman parte de un grupo. Así, cuando los clientes se conocen entre ellos, al detectar el mal comportami­ento, en lugar de animarse a seguir esa misma línea, tienden a denunciarl­o para eliminar esa mala conducta. Estos resultados tienen importante­s implicacio­nes para la dirección. En términos generales, los gerentes deben ser consciente­s del efecto de contagio del mal comportami­ento por parte de un cliente.

Esta investigac­ión sugiere tres enfoques para reducir el contagio de un mal comportami­ento que puede ser implementa­do sin procesos complejos o infraestru­cturas.

En primer lugar, las empresas deben entender que el producto se puede utilizar como un señuelo permanente, y si ese producto pertenece a una marca fuerte, también se reducirá el contagio del mal comportami­ento. Para lograr esto

"SE DEBE TRABAJAR PARA CONSTRUIR UN SENTIDO DE COMUNIDAD DE MARCA ENTRE LOS CLIENTES, YA QUE LA IDENTIFICA­CIÓN COMUNITARI­A INVIERTE EL CONTAGIO DEL MAL COMPORTAMI­ENTO"

de form a continua, sin em bargo, se requieren inversione­s regulares en la construcci­ón de una marca.

En segundo lugar, los gerentes deben disminuir el anonimato entre su empresa y sus clientes mediante la creación de unas relaciones más personaliz­adas con los clientes, por ejemplo, entre los em pleados y aquellos contactos con clientes virtuales.

En tercer l u ga r, l os proveedore s de servi ci os deben trabajar para construir un sentido de comunidad de marca entre los clientes, ya que la identifi cación comunitari­a invierte el contagio del mal comportami­ento. En este sentido, los proveedore­s de este tipo de servicios deben ofrecer a los clientes la sensación de que forman parte de una comunidad.

En general, la investigac­ión que hemos llevado a cabo proporcion­a una primera evidencia empírica de contagio del mal comportami­ento en un mercado entre los consumidor­es y sugiere un conjunto de medidas que los administra­dores pueden utilizar para hacer frente a este contagio, para reducirlo, para eliminarlo.

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