PUNTO DE INFLEXIÓN EN EL CONSUMO DE VERDURAS Y HORTALIZAS CONGELADAS
De acuerdo a la evolución de los últimos tres años, el consumo de verduras y hortalizas congeladas parece haber llegado a un punto de inflexión. Si en 2014 el decrecimiento en el volumen de ventas fue del -5,2% y del -2,9% en 2015, el pasado ejercicio se contuvo en el -1,9%. En valor, la categoría recortó un -4,8% y un -2,4% (en 2014 y 2015 respectivamente), para cerrar 2016 con un leve -0,8%.
Los datos parecen querer confirmar que se ha llegado a un punto de equilibrio. Y esto ha sido posible gracias a la labor que se ha venido realizando para cambiar la valoración que los consumidores españoles tenían de estos productos, proclives a las verduras y hortalizas frescas. Los falsos mitos de la pérdida de propiedades debido al proceso para su conservación han quedado atrás, y las acciones promocionales, el recorte de márgenes (menores precios) y su inclusión como parte de la cesta de la compra del nuevo consumidor les coloca en una buena posición para afrontar el futuro. Un futuro en el que se incrementará el número de los hogares señalados como potenciales consumidores de estos productos: jóvenes independientes, parejas sin hijos, familias jóvenes y, también, seniors… pero con una cultura diferente a la de los actuales más partidarios del producto fresco.
Aunque el consumo ha marcado una línea bajista en los últimos años, la producción española de verduras y hortalizas congeladas no ha dejado de crecer: en 2015 alcanzó las 670.000 toneladas (+11%), la facturación llegó a los 600 millones de euros (+10%) y las exportaciones superaron las 370.000 toneladas (+18,2%), casi el 60% de los producido.