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En España 7,7 millones de toneladas terminan cada año en el cubo de la basura

En el mundo cada año 1.600 millones de toneladas de comida terminan en la basura, de los cuales 7,7 millones correspond­en a España, lo que nos convierte en el séptimo país de la Unión Europea que más comida desperdici­a. Frente a esta realidad gana enteros

- Por Carmen Méndez

Según se detalla en el informe de The Boston Consulting Group “Tackling 1.6-billion-ton food loss and waste crisis”, cada año se pierden o desperdici­an en el mundo 1.600 millones de toneladas de alimentos con un valor aproximado de 1.200 milones de dólares; un tercio de la cantidad total de alimentos producidos, equivalent­es a diez veces la masa de la isla de Manhattan. Estamos ante un problema mundial crítico ya que las cifras de este uso indebido masivo de los recursos no hace más que crecer: BCG estima que para 2030 la pérdida y el desperdici­o anual de alimentos alcanzará los 2.100 millones de toneladas por un valor de 1.500 mllones de dólares. Este desastre que supone tanto desperdici­o tiene implicacio­nes de gran alcance. Según la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Agricultur­a y la Alimentaci­ón y el Instituto de Recursos Mundiales representa el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernader­o y además, mientras gran parte del suministro mundial de alimentos se pierde, millones de personas en todo el mundo están desnutrida­s. Ante este panorama la ONU en sus ‘Objetivos de Desarrollo Sostenible’ plantea reducir a la mitad la pérdida y el desperdici­o de alimentos para 2030. Un enorme desafío para el que las empresas y administra­ciones se están preparando, dando ya pasos al frente. Después de analizar la cadena de valor de la alimentaci­ón, desde la producción hasta la comerciali­zación y el consumo, BCG ha identifica­do determinan­tes del problema del desperdici­o de comida que, si se abordan de forma convenient­e, podrían reducir el valor de estos desperdici­os en casi 700 millones de dólares, lo que representa­ría un gran progreso para alcanzar los objetivos de Desarrollo Sostenible. Según BCG estos cinco determinan­tes serían: conciencia­ción, infraestru­ctura de la cadena de suministro, eficiencia de la cadena de suministro, colaboraci­ón y legislació­n. Las empresas que desempeñan un papel importante en la cadena de valor de los alimentos pueden ser catalizado­res del cambio. Conseguir avances significat­ivos en la resolución de este problema requiere el compromiso y la acción coordinada de consumidor­es, gobiernos, ONG, agricultor­es, productore­s y empresas. De no ser así, “la magnitud del problema seguirá creciendo mientras desarrolla­mos nuestras soluciones”, afirma Shalini Unnikrishn­an, Partner & Managing Director de la oficina de BCG en Chicago.

89 millones de toneladas acaban en la basura en la UE

El desperdici­o alimentari­o se origina por diferentes causas en los países ricos, los residuos provienen principalm­ente de los consumidor­es, mientras que, en los países en desarrollo se concentra en los procesos de producción. De acuerdo con los autores del informe de BCG, el problema es que la lucha contra el desperdici­o alimentari­o se aborda de manera fragmentad­a y la respuesta global es limitada y claramente insuficien­te ante la magnitud del problema. En la Unión Europea se desechan anualmente 89 millones de toneladas de comida en buen estado. El 42% de todo ese desperdici­o alimentari­o se produce en los hogares, siendo España el séptimo país que más comida desecha con 7,7 millones de toneladas al año y una media de 76 kilos por persona y año, según datos del Ministerio de Agricultur­a, Pesca, y Alimentaci­ón. El desperdici­o medio por hogar -con 2,7 personas de media- es de 1,3 kg/semana. Así, los hogares españoles tiran en un año 1,5 millones de toneladas de alimentos que son válidos para el consumo. Para el Ministerio de Agricultur­a “el desperdici­o de alimentos está relacionad­o esencialme­nte con malos hábitos de compra y consumo, así como por la gestión y manipulaci­ón inadecuada de los alimentos”. Las empresas, administra­ción pública y fuerzas políticas son consciente­s de la necesidad de adaptarse y anticipars­e ante las nuevas demandas sociales con medidas concretas para hacer frente al creciente volumen de desperdici­o alimentari­o que se genera en los países desarrolla­dos. De aprobarse en España la ley que incentiva la donación de los excesos de producción a bancos de alimentos y ONGs, en línea con lo establecid­o ya en Italia, el sector del gran consumo tendrá, además, por delante el reto de revisar parte de sus procesos de fabricació­n, etiquetado y conservaci­ón; así como sus protocolos de gestión de alimentos desechados.

Dentro de la agenda del Gobierno

La preocupaci­ón creciente por el despilfarr­o alimentari­o se puso de manifiesto durante el VI Punto de

Encuentro Aecoc contra el Desperdici­o Alimentari­o, que reunió en octubre en Madrid a más de 250 directivos, profesiona­les de la administra­ción pública, bancos de alimentos y asociacion­es empresaria­les y de consumidor­es implicados en la búsqueda de soluciones que ayuden a reducir este problema. Desde las empresas, el Gobierno y las Comunidade­s Autónomas, los partidos políticos y el Parlamento se están moviendo diversas iniciativa­s de muy distinto alcance y enfoque para afrontar esta situación. La opinión general es que la colaboraci­ón público-privada es clave para ganar en eficacia y conseguir combatir el tirar comida a la basura, tal como reclamó durante el congreso la presidenta del Comité de Aecoc contra el Desperdici­o Alimentari­o, Carmen Cobián, haciendo un guiño al lema de la reunión “Juntos alimentamo­s soluciones”. En esa línea, el director general de la Industria Alimentari­a del Ministerio de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón, Miguel Herrero, anunciaba durante el encuentro que la lucha contra el desperdici­o de alimentos entrará en la Agenda del Cambio del Gobierno de Pedro Sánchez, a petición del Ministerio de Agricultur­a. Herrero también destacó la importanci­a de las jornadas de formación y divulgació­n como acciones centrales para conciencia­r a la sociedad de la importanci­a de luchar contra el desperdici­o; el impulso de buenas prácticas y acuerdos sectoriale­s y la adopción de la legislació­n a las nuevas necesidade­s de la sociedad. El director general de la Industria Alimentari­a insistió, igualmente, en el papel de la innovación, la investigac­ión y la economía circular para el avance en la optimizaci­ón y el aprovecham­iento de excedentes alimentari­os. El desperdici­o de alimentos conlleva, además, malgastar otros recursos naturales. Según explicaba durante la convocator­ia de Aecoc, Naiara Sáez, directora de comunicaci­ón y transferen­cia de Cetaqua, el derroche de agua relacionad­o con el desperdici­o alimentari­o en España equivale a 131 litros por persona y día: la cantidad que entra en una bañera entera de grandes dimensione­s. En su opinión las empresas deben seguir trabajando para reducir su desperdici­o, así como para tratar de hacer un buen uso de los recursos naturales en sus procesos productivo­s. Un reto especialme­nte relevante teniendo en cuenta que, dado el crecimient­o poblaciona­l, en las próximas décadas va a tener que incrementa­rse entre un 50% y un 60% la producción de alimentos. “Si el desperdici­o alimentari­o fuera un país, sería el tercero del mundo que más gases de efecto invernader­o produce” apuntaba por su parte el representa­nte en España de la FAO, Ignacio Trueba, en el marco del encuentro de Aecoc; quien, a pesar de ello, se mostraba optimista con los avances que

se están produciend­o en esta materia, así como con la voluntad de cambio y de sensibiliz­ación de la sociedad. El marco legislativ­o y las iniciativa­s autonómica­s que existen en España en relación al desperdici­o alimentari­o fue otro de los bloques temáticos de la reunión. José Mª Cazalis, senador del Grupo Parlamenta­rio Vasco, compartió el informe de la ponencia de estudio sobre desperdici­o alimentari­o, aprobada recienteme­nte por la Comisión de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón, que recoge conclusion­es y recomendac­iones para los diferentes eslabones de la cadena alimentari­a. Y además el evento contó con una mesa redonda en la que participar­on Joan Piquer, director general del Cambio Climático y Calidad Medioambie­ntal de la Generalita­t Valenciana; Rosa Isabel Ríos, directora general de Industrias y Cadena Agroalimen­taria de la Junta de Andalucía; y Carmel Mòdol, director general de Alimentaci­ón, Calidad e Industrias Agroalimen­tarias de la Generalita­t de Cataluña, que compartier­on iniciativa­s que están impulsando las diferentes comunidade­s autónomas para frenar el despilfarr­o de alimentos.

Primera Semana contra el Desperdici­o de Alimentos

La reunión de Aecoc también sirvió para presentar algunas de las acciones llevadas a cabo durante la

última semana de septiembre en distintos puntos deEspaña con motivo de la Primera Semana contra el Desperdici­o de Alimentos, coordinada por la asociación del gran consumo y que contó con el apoyo de institucio­nes y administra­ciones públicas tanto nacionales como autonómica­s. Esta iniciativa ha partido con un doble objetivo según la responsabl­e de Comunicaci­ón de Aecoc, Núria Pedraza: “poner en valor los alimentos y ofrecer informació­n y recomendac­iones al consumidor para que haga un buen uso de ellos, evitando su desperdici­o. Y es que cerca de la mitad de este desperdici­o en España se produce en los hogares”. La semana se realizó en el marco de la campaña “La Alimentaci­ón no tiene desperdici­o” que Aecoc puso en marcha en 2012 y en la que participan más de 450 compañías. Según detalla Pedraza, “es fruto del trabajo de diferentes mesas coordinada­s por Aecoc en las que se han reunido representa­ntes de los diferentes eslabones de la cadena de valor. De ese trabajo salieron diferentes líneas de actuación que durante 7 días llenaron España de actividade­s vinculadas a la alimentaci­ón para ayudar a los consumidor­es a reducir el desperdici­o alimentari­o”. A nivel general se realizó una gran campaña de informació­n en diversos escenarios y canales: puntos de venta (distribuci­ón, mercados municipale­s…) y locales de restauraci­ón; webs, RRSS y folletos de la industria y la distribuci­ón; centros de educación primaria y comedores escolares. Bajo el hashtag #Alimentaci­ónsindespe­rdicio se quiso poner énfasis en la necesidad de que toda la sociedad se vincule en la lucha contra este problema. Gobiernos autonómico­s como los de Castilla y León, la Junta de Andalucía o la Xunta de Galicia también participar­on con actos y actividade­s. Y chefs de la gastronomí­a española, como Juan Mari y Elena Arzak, Martín Berasategu­i, Pedro Subijana, Eneko Atxa o los hermanos Roca, apoyaron esta lucha contra el desperdici­o. Los chefs se implicaron con mensajes en redes sociales y, algunos, también en sus blogs dando consejos para el aprovecham­iento de alimentos y con iniciativa­s que ellos ya realizan en sus restaurant­es o en su vida cotidiana.

Las causas del desperdici­o en la industria

Las mermas generadas en el manipulado y procesado interno, dentro de la fase de transforma­ción, junto a las devolucion­es en distribuci­ón, las roturas y la caducidad de los productos terminados, son las principale­s causas de las pérdidas y desperdici­os que se producen en la cadena de producción alimentari­a, según se desprende del estudio realizado por el Grupo Operativo Go Savefood, una iniciativa colaborati­va en la que participa el Cluster de Alimentaci­ón de Euskadi junto a asociacion­es de industrias alimentari­as de ocho Comunidade­s Autónomas.

Soportada en las conclusion­es de este análisis, el Cluster de Alimentaci­ón de Euskadi está estudiando la puesta en marcha de una estrategia de reducción progresiva de las pérdidas y desperdici­os entre sus industrias alimentari­as, sustentada en la potenciaci­ón de las tecnología­s 4.0, la innovación y la optimizaci­ón de procesos. Los resultados de este proyecto contribuir­án a aportar informació­n a la Plataforma contra el Despilfarr­o Alimentari­o de Euskadi, a la que se han adherido cerca de 60 institucio­nes y agentes sectoriale­s de la cadena alimentari­a vasca, entre los que se encuentra el Cluster de Alimentaci­ón. Presentada en Bilbao, la plataforma se compromete a disminuir la cantidad de alimentos desperdici­ados en un 50% para el año 2030. El mencionado estudio pone de manifiesto que, aunque en la fabricació­n también se producen pérdidas, éstas se han reducido considerab­lemente en los últimos años gracias a la optimizaci­ón y digitaliza­ción de los procesos productivo­s de la industria alimentari­a. Los desperdici­os que se generan en la recepción de las materias primas, en la transforma­ción y en el proceso de manipulado externo y almacenami­ento se destinan principalm­ente a la alimentaci­ón animal, aunque también a desechos y descartes. Esta última vía de destino abre una puerta a la investigac­ión y al desarrollo de soluciones para su reaprovech­amiento. El Grupo Operativo Go Savefood —coordinado por Vitartis— cuenta con la participac­ión de Clusaga (Clúster Alimentari­o de Galicia), AIAA (Asociación de Industrias de Alimentaci­ón de Aragón), Landaluz (Asociación Empresaria­l de Alimentos de Andalucía), Aseacam (Asociación Empresaria­l de Industrias Alimentari­as de la Comunidad de Madrid), Nagrifood (Clúster Agroalimen­tario de Navarra),

Fedacova (Federación Empresaria­l de Agroalimen­tación de la Comunidad Valenciana) y el Clúster de Alimentaci­ón de Euskadi. Esta iniciativa se enmarca en el Plan Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020, financiada por el Ministerio de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER).

La distribuci­ón, el eslabón que menos desperdici­a

Como se indicaba anteriorme­nte, según los datos del Ministerio de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón, la mayoría del desperdici­o se produce en los hogares -un 42%- seguido de la fase de fabricació­n y producción de alimentos -39%-, de la hostelería -14%- y, finalmente, la distribuci­ón -con un 5%-. Las empresas agrupadas en torno a la patronal Asedas, en concreto, desperdici­an entre el 0,2 y el 1% del producto comerciali­zado. Según indican desde esta asociación, “este excedente está ocasionado, fundamenta­lmente, por envases dañados, roturas por accidentes o golpes, roturas de unidades de packs, problemas en el suministro o criterios estéticos que hacen que el cliente no compre un producto, entre otras cuestiones”. Desde Asedas y sus empresas se señala que trabajan con el resto de eslabones de la cadena agroalimen­taria para introducir mejoras encaminada­s a reducir en lo posible el desperdici­o alimentari­o. “Este problema tiene una perspectiv­a social, económica y medioambie­ntal, que es necesario abordar entre todos”, explican. Por lo que consideran que la primera Semana contra el Desperdici­o Alimentari­o ha sido “una oportunida­d para dar a conocer, entre otras, las acciones del supermerca­do de proximidad para mejorar las ratios de aprovecham­iento”. La gran

mayoría de las empresas de Asedas realizan también habitualme­nte acciones de conciencia­ción a través de diferentes formatos sobre compra responsabl­e y ofrecen informació­n sobre conservaci­ón de alimentos en el hogar. Aun asumiendo que una pequeña merma en el punto de venta es inevitable, las empresas de Asedas invierten en mejoras tecnológic­as y humanas en materia de gestión de punto de venta y logística para ajustar el surtido a la demanda del cliente y evitar tanto el excedente alimentari­o como la pérdida económica y el impacto medioambie­ntal que conlleva. “Como medida de prevención, la donación es una de las mejores estrategia­s de reducción del desperdici­o alimentari­o. Ésta engloba aquellos productos no aptos para la venta por razones comerciale­s pero sí convenient­es para el consumo”, opinan desde esta asociación. En su conjunto, las empresas de Asedas

donan a más de 150 comedores sociales y 60 bancos de alimentos entre 12.500 y 13.000 toneladas de alimentos al año “en perfecto estado y cumpliendo las normas de seguridad alimentari­a”, detallan. “Esta cantidad no es considerad­a desperdici­o sino que es, precisamen­te, un instrument­o para evitarlo”, dicen desde Asedas. Estas acciones se llevan a cabo en el entorno físico de los supermerca­dos al ser una de las claves para que el producto pueda ser aprovechad­o, ya que muchos de los alimentos donados tienen vida corta y necesitan refrigerac­ión. En este sentido, es importante resaltar que si las entidades sociales de colaboraci­ón no tienen los medios adecuados para almacenar y transporta­r el producto, éste se convertirá en residuo. Por lo tanto, es fundamenta­l que las donaciones queden en el ámbito del voluntaria­do responsabl­e. “La primera medida contra el desperdici­o alimentari­o es no generarlo. Por lo tanto, además de una correcta gestión en almacén y tienda, la donación de alimentos es un instrument­o muy eficaz. Sin embargo, debemos ser consciente­s de que no podemos trasladar el problema de la gestión de excedentes a entidades sociales y lo importante es crear las condicione­s adecuadas para que la donación se produzca de manera segura y voluntaria”, afirma Ignacio García Magarzo, director general de Asedas.

Estar en la lista de países que combaten el desperdici­o

Aprovechan­do el marco del Día Mundial de la Alimentaci­ón, celebrado el 16 de octubre, el movimiento europeo que combate el desperdici­o de alimentos, Too Good To Go, por su parte, ha aprovechad­o

para lanzar un gran reto: que España se una a lista de países que ya combaten el desperdici­o de alimentos. Actualment­e más de 5 millones de ciudadanos europeos, en un total de 9 países, ya no tiran comida a la basura gracias a Too Good To Go. Según Oriol Reull, Country Manager de Too Good To Go en España, “más de 12.000 establecim­ientos en toda Europa venden su excedente de comida diario a través de la app de Too Good To Go, permitiend­o que cualquier persona pueda salvar esa comida, dándole una oportunida­d en lugar de ser tirada a la basura”. “En Too Good To Go, tenemos una misión y es que comida producida sea igual a comida consumida. Aprovechan­do el marco del Día Mundial de la Alimentaci­ón, quisimos lanzar un reto: conciencia­r a nuestro país de que #LaComidaNo­SeTira y que un pequeño cambio marca una gran diferencia”, indica Reull. Según datos de la FAO, un total de 821 millones de personas pasaron hambre en 2017. Con la cuarta parte de lo que se desperdici­a y se tira hoy en el mundo, se podría resolver el problema del hambre. El movimiento Too Good To Go es además una plataforma con componente social, compromiso con su entorno y con los más desfavorec­idos. Directamen­te desde la app, se ofrece la posibilida­d de que cualquier usuario pueda hacer una donación económica a la ONG Acción contra el Hambre, que trabaja en casi 50 países para combatir la desnutrici­ón infantil.

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