PACTAR ESTABILIDAD
> Finalmente los resultados de las últimas elecciones generales celebradas en España no han servido para despejar el panorama. Frente a las grandes incógnitas que se siguen cerniendo sobre el rumbo que tomará nuestro país, la única salida razonable que evite una nueva convocatoria a las urnas pasa por conseguir pactos entre el partido más votado y las fuerzas políticas que acepten la necesidad de investir un nuevo gobierno. A estas alturas, y visto lo polarizado de los resultados, la prioridad está en lograr estabilidad política e institucional para que el país no siga nadando a la deriva; a lo que se ha llegado por la falta de entendimiento de unos partidos políticos incapaces de anteponer el bien común y las necesidades de sus ciudadanos a sus posturas ideológicas.
Pactar no es debilidad. Es responsabilidad para desbloquear una situación cronificada que ni la sociedad ni la economía española se puede permitir por más tiempo. De no fraguarse acuerdos con una mayoría suficiente para gobernar, la incertidumbre política y la pérdida de confianza en el futuro abocará a las familias a hacer hucha, refugiándose en el ahorro. Y ya sabemos por experiencia que un consumo penalizado es la vía más rápida para frenar el crecimiento económico. Algo que, según avanzaba Aecoc durante el pasado congreso de Gran Consumo, ya se va traduciendo en los datos. Para este año el consumo ya ralentizado crecerá el 1,8%; mientras de cara a 2020 las previsiones de la asociación lo sitúan en tan solo un 1,3%.
Los vaivenes políticos de estos últimos años pueden acabar pasando factura a la marcha de la economía española. Hay serio riesgo de estancamiento si no se ponen en marcha los necesarios cambios que vuelvan a dar brío al crecimiento. Y el sector del Gran Consumo es muy conciente de ello, tal como se puso de manifiesto durante el pasado congreso de Bilbao, con cerca del 80% de los más del millar de directivos participantes manifestando que la situación de la economía española es ahora peor que hace seis meses. Un sondeo que mostraba también que para cerca del 40% de los presentes la inestabilidad política es uno de los principales frenos para el crecimiento.
La falta de reformas estructurales que apoyen la evolución empresarial es la asignatura pendiente. Asegurar la existencia de un mercado único interior, con una legislación uniforme que proporcione seguridad a empresas y consumidores, sigue siendo algo prioritario. Pero también es vital seguir apostando por la educación y la formación dual, en paralelo al fomento de la innovación en las empresas y el logro de la digitalización plena para la sociedad española; incluida la “España vaciada”, siempre recordada durante las campañas electorales, pero ignorada después.
Sin olvidar que, frente a decisiones como la subida del salario mínimo interprofesional, será necesario facilitar la flexibilidad en la contratación laboral. Unas demandas concretas que el nuevo gobierno, que finalmente surja, debería hacer suyas sin dilación propiciando medidas que aseguren el incremento de la población activa, la mejora de la productividad, además de la reducción de la deuda y déficit público.