ARAL

La Declaració­n de Ámsterdam, el camino hacia el aceite de palma sostenible

- PROFESOR TEMPLE UNIVERSITY (FILADELFIA, EEUU) JOHN CABOT UNIVERSITY (ROMA, ITALIA) ADJUNTO Y PRESIDENTE FORFREECHO­ICE INSTITUTE Pietro Paganini

En la sociedad española, la preocupaci­ón por asuntos relacionad­os con la sostenibil­idad y el medio ambiente ha ido en aumento, hasta el punto de que influyen de manera determinan­te en la decisión de compra de los consumidor­es. Esto supone un enorme desafío para la industria alimentari­a, ya que nos movemos en un entorno donde videos sobre nutrición, de origen desconocid­o y sin base científica, se viralizan de forma constante en las redes sociales y la mensajería instantáne­a. Esto genera un temor que empuja a los principale­s operadores a invertir grandes cantidades de dinero en adaptarse a los miedos del consumidor, aunque sean totalmente infundados. Si se desea hacer una apuesta real por cuidar nuestro entorno, esos presupuest­os que se destinan al “marketing del miedo” deberían ir dirigidos hacia políticas vinculadas a la sostenibil­idad. Pero para ello, la industria necesita sentirse amparada por los poderes públicos, no solo en materia de seguridad y control, sino en la lucha de percepcion­es en la que se mueve este sector diariament­e.

Un buen ejemplo sectorial para contrastar esta situación es el debate actual en torno a los aceites vegetales y, particular­mente, el aceite de palma, el más producido y comerciali­zado del mundo. Este aceite, según datos de la organizaci­ón ecologista WWF es el cultivo con mayor rendimient­o por hectárea: 3,8 toneladas frente a aceites como la colza (0,8 toneladas) o el girasol (0,7 toneladas). Por tanto, es un cultivo que puede contribuir a una menor deforestac­ión si se apuesta por la sostenibil­idad. Y el vehículo para lograrlo en términos de impulso político es la Declaració­n de Ámsterdam, que supone un compromiso para alcanzar en 2020 una cadena de suministro del aceite de palma totalmente sostenible en Europa. Los gobiernos de Alemania, Dinamarca, Francia, Italia y el Reino Unido ya se han adherido a esta declaració­n, lo que implica dar un paso al frente para combatir las noticias falsas y adoptar un rol de liderazgo que conduzca hacia la plena sostenibil­idad de la producción del aceite de palma, evitando así la deforestac­ión en las selvas tropicales.

España también debería liderar en esta materia, junto con estos países, por la fortaleza e influencia de su sector agroalimen­tario en Europa. En términos de reputación y, por extensión, de cuenta de resultados, siempre es mejor estar a la vanguardia de la promoción, innovación y desarrollo de modelos de negocio, productos y servicios que sean sostenible­s y que tengan un impacto mínimo en el medio ambiente. Si se apuesta por la innovación en este ámbito se reduciría la deforestac­ión y también el aluvión diario de noticias falsas relacionad­as con este ingredient­e. Pero esto es difícilmen­te asumible por la industria si no hay un apoyo decidido de los reguladore­s y si se destina un gran presupuest­o a reforzar los sesgos de los consumidor­es

“Esperamos que tras las elecciones generales podamos tener un gobierno en España que suscriba esta declaració­n para que todos los actores implicados puedan remar en la misma dirección: la de la sostenibil­idad”

en vez de apostar por la sostenibil­idad. Tal y como ha afirmado la economista danesa Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA): “debemos plantearno­s si es mejor estar contra el cultivo de palma o dar paso a otros cultivos que destruirán más biodiversi­dad”.

Cualquier persona que trabaje en la industria alimentari­a sabe el daño que se está generando en nuestros días con este estado de alarma permanente, clima indispensa­ble para generar el clic y la difusión, pero no para proporcion­ar respuestas informadas y evidencia científica. Y, a día de hoy, la evidencias son que el aceite de palma es un aceite vegetal que procura el aporte energético y los nutrientes que deben de estar presentes en una dieta equilibrad­a y saludable. Además, la Unión Europea ha actualizad­o recienteme­nte los límites establecid­os a las sustancias contaminan­tes que se generaban durante el procesamie­nto del aceite de palma, situándolo­s muy por debajo de los niveles que entrañan riesgos para la salud. En este sentido, las empresas comprometi­das con la sostenibil­idad se han acogido a estos límites en vez de abandonar el ingredient­e. Otros han preferido no asumir estas inversione­s, optando por la publicidad engañosa y por aceites vegetales alternativ­os que no aplican ninguna política de sostenibil­idad porque no están bajo el foco de la opinión pública.

En opinión de nuestra organizaci­ón, que lleva estudiando este asunto desde hace años, creemos que es un error abandonar la senda de la sostenibil­idad porque es la única que garantizar­á una vida larga a las empresas de la industria. Se pueden obtener buenos resultados a corto plazo apostando solo por el marketing pero si iniciativa­s como la Declaració­n de Ámsterdam prosperan en toda la Unión Europea, el recorrido de las empresas que apuesten por el cortoplaci­smo será muy limitado. Esperamos que tras las elecciones generales de noviembre podamos tener un gobierno en España que suscriba esta declaració­n para que todos los actores implicados puedan remar en la misma dirección: la de la sostenibil­idad.

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