"LA EPIDEMIA DE COVID-19 ES UN FENÓMENO EXCEPCIONAL QUE, AL HABER MOSTRADO LA FRAGILIDAD Y LOS RIESGOS DEL SISTEMA ACTUAL, PODRÍA TENER UNA INFLUENCIA DURADERA EN LAS ELECCIONES DE LAS EMPRESAS Y DE NUESTROS ESTADOS”
país, que China había restringido la venta de mascarillas a sus ciudadanos a cinco unidades por familia y que, aun siendo el mayor fabricante mundial de este tipo de protección, recibía suministros diarios de sus países vecinos. El mismo medio afirmaba, también, que el Gobierno chino había ordenado la compra de 200 millones de máscaras a Turquía, un país con una producción anual de 150 millones de unidades.
Como dato, por si sirve como indicación, señalar que en toda Europa hay apenas media docena de empresas fabricantes de mascarillas de seguridad. Esta situación es excepcional y tiene pocas razones para volverse más común, pero puede conducir a una reevaluación de las debilidades resultantes del uso de filiales distantes y a menudo excesivamente concentradas.
Yuval Harari, a quien ya he citado en otras ocasiones y le agradezco ser una constante fuente de inspiración, advirtió recientemente sobre las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones. “Al elegir entre alternativas, hay que preguntarse no solo cómo superar la amenaza inmediata, sino también qué clase de mundo queremos habitar una vez pasada la tormenta”. Y es que elegir, también, es renunciar. La epidemia de Covid-19 es un fenómeno excepcional que, al haber mostrado la fragilidad y los riesgos del sistema actual, podría tener una influencia duradera en las elecciones de las empresas y de nuestros Estados.
Cuando esto se acabe, muchos intentarán que todo vuelva a ser como antes de la pandemia, mientras que otros, tal vez, se habrán transformado y empezarán a aplicar en sus hábitos de consumo el fruto de su metamorfosis: una mayor conciencia del impacto que tiene nuestra forma de consumir, y hasta de vivir, en nuestra economía, en nuestra sociedad y en nuestro planeta. Algunos expertos afirman que surgirá un nuevo concepto de “proximidad” que se apoyará en la cercanía, la disminución de gastos superfluos y la apuesta por lo local. Un capitalismo consciente, lo llaman. Capitalismo, a fin de cuentas, pero más solidario que antes y con las personas en el centro de todo el proceso. La crisis de salud es grande y es grave y, probablemente, tal vez sea, también, una crisis de globalización.