Arte por Excelencias

EL SAMBÓDROMO DE RÍO DE JANEIRO

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La ciudad es técnicamen­te un basural con licencia para vivir a tope. Aunque no conocí los lugares undergroun­d, era palpable el peligro y la excitación en el aire. Todo parece estar permitido y todos parecen disfrutarl­o como mejor pueden.

El sambódromo de Río es una paleta de colores en las manos de Baco, su lienzo una alfombra de cemento de unas cinco cuadras. Visitarlo conlleva ser previsor, cotizar un paquete turístico o algo parecido con unos meses de antelación, y eso no se nos había ocurrido. Pero una mágica noche, mientras el sambódromo se iba llenando de gente, la escuela de samba llegaba pintando formas sobre el lienzo y los carruajes se avizoraban, nosotros cenábamos tranquilos y totalmente distanciad­os en cuerpo y mente a un par de kilómetros de allí. Estábamos en Villa Isabel, muy cerca del Maracaná, frente a una tarima escueta de barrio escuchando el bloco de turno, cuando de pronto apareció un muchacho de la nada. Ansioso se acercaba a las mesas tratando de explicarse mientras ofrecía algo, pero la gente rechazaba la oferta. A mí me pareció que vendía entradas para algo, así que preguntamo­s y… qué creen, el chico formaba parte de la escuela de samba que se presentaba esa misma noche en el sambódromo y tenía entradas para regalar. Sí, como lo leen: ¡estaba regalando entradas! La emoción fue indescript­ible y pasó por el miedo y la suspicacia —me pasó de todo por la mente—, pero aceptamos las invitacion­es y corrimos. Y así, sin esperarlo ni imaginarlo estuvimos en el epicentro del carnaval de Río, viviendo en carne y hueso ese «todo puede pasar en Río»… y gratis. THE SAMBADROME OF RIO DE JANEIRO

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