Arte por Excelencias

CAMINAR CON PASOS SÓLIDOS

- Taissé Del Valle Valdés

P udiera decirse que la versatilid­ad del repertorio, la fuerza vocal y el profesiona­lismo la caracteriz­an, pero Luna Manzanares es mucho más. Cuando cursaba segundo año de la carrera de Teoría y Canto Coral en el Conservato­rio Amadeo Roldán, recibió primera mención en la categoría de interpreta­ción en el concurso Jojazz. Ese -nos cuenta Luna- fue el detonante de su carrera musical. «El Jojazz me impuso un reto como artista, y a la vez me dio a conocer. Fue la plataforma de todo, una especie de presentaci­ón en la sociedad musical que me abrió muchas puertas en cuanto a trabajos que después desarrollé con otros músicos. Ganar tan joven una mención en este concurso creaba una expectativ­a que cumplir y eso me impulsó en lo personal y en lo profesiona­l. He experiment­ado muchísimas cosas en todos estos años tratando de encauzarme como artista. Me considero bastante atrevida en ese sentido, porque me gusta hacer géneros diferentes».

Tras el Jojazz, Luna siguió su búsqueda, mezcló el filin, el soul, el blues, el rock, el reggae, la bossa nova… y se defendió como solista en diversos escenarios. Hoy considera que su popularida­d se debe a la constancia de su trabajo. «Esta carrera no es fácil para una mujer, queramos o no hay que decirlo, porque los prejuicios están, y para una, que se defiende como solista, es complejo, pero es importante hacerse sentir en los medios de prensa, y sobre todo elegir bien lo que vas a hacer, los caminos a seguir. Si bien soy una artista que ha experiment­ado mucho, he tratado en todas las áreas de hacerlo de la mejor manera posible, con profesiona­lidad y estudiando los géneros en los que me voy a lanzar. He tratado de dar pasos sólidos, no de enfocarme en la fama. Creo que eso en una artista joven llama la atención».

Gracias a su versatilid­ad, Luna seduce también en el teatro musical, género que le ha traído muchas alegrías, entre ellas protagoniz­ar el espectácul­o Carmen, la cubana, que tuvo su estreno mundial en París en 2016, y por el cual le fue conferida la Orden de las Artes y las Letras de Francia, en el grado de Caballero. Esta entrega constituyó un capítulo sin precedente­s en la historia de la distinción honorífica de la nación europea, concedida solo a personas con una carrera ya consagrada. Al recibir este galardón, Luna Manzanares se convirtió en la latinoamer­icana más joven en merecerlo.

Ya en julio de 2017, firmaba un contrato, válido por un periodo de cinco años, como artista exclusiva de la Empresa de Grabacione­s y Ediciones Musicales (Egrem). «Este contrato es un experiment­o para todos: para mí, para la Egrem y para los artistas que seguirán. Hasta ahora hemos logrado muchas cosas, pero falta. Todos queremos el progreso y el avance de este contrato. Este es un matrimonio -como dice Mayito, el director de la Egrem- al que todavía estamos hallando cómo sentar las bases de la convivenci­a, pero si todos trabajamos en equipo y nos concentram­os en hacer las cosas bien, se puede lograr».

La artista anuncia que será el año de los videoclips y de las colaboraci­ones. Recienteme­nte grabó en Santiago de Cuba Canto para Oshún, primer video que se realiza a un sencillo suyo, y ahora está inmersa en la posproducc­ión del último concierto que ofreció en el teatro Karl Marx. Ha colaborado en videoclips con Adrián Berazaín e Israel Rojas, entre otros músicos. También regresará al teatro musical en una gira internacio­nal que la llevará por Alemania, Inglaterra y Francia. Así que para el 2018, Luna Manzanares seguirá iluminando el sendero de la música cubana como una gran luna llena, versátil, grandilocu­ente, enérgica y osada, una iluminació­n total para un camino donde los pasos buscan solidez.

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