Arte por Excelencias

ARCO 2018: UNA FERIA CONTROVERT­IDA

- Ramón Casalé Soler

Madrid, durante el mes de febrero, se convierte en el epicentro del arte contempora­neo, ya que en una misma semana se celebran diversas ferias: Arco, Art Madrid, Urvanity Art, Justmad, Drawing Room, Flecha, Hybrid Art y Arslibris. De todos modos aquí solamente me referiré a Arco, puesto que del resto de los acontecimi­entos ya se ha hecho referencia en esta revista.

Arco está considerad­a una de las ferias de arte contemporá­neo más veteranas e importante­s del mundo. Hasta la fecha se han realizado treinta y siete ediciones, lo que indica su plena integració­n en el circuito internacio­nal. Siempre he considerad­o que tanto una feria —como cualquier otro certamen artístico, un premio o una beca—, para que pueda considerar­se como consolidad­a, ha de cumplir como mínimo diez años de existencia. Evidenteme­nte, Arco los cumple de sobras.

Posiblemen­te la presente edición será más recordada por un hecho inaudito, como es la prohibició­n y posterior retirada de una obra —se trata más bien de un número determinad­o de obras— de un artista madrileño de reconocido prestigio internacio­nal como es Santiago Sierra, creador que se mueve dentro de la órbita conceptual. Más adelante me referiré con más amplitud a este tema, ya que ahora debemos prestar atención a cómo se ha desarrolla­do la Feria, ciñéndonos principalm­ente a la gran aportación de las galerías latinoamer­icanas, españolas y portuguesa­s.

En primer lugar, conviene destacar que han participad­o 208 galerías pertenecie­ntes a 29 países, de las cuales 35 son latinoamer­icanas, 66 españolas y 15 portuguesa­s. O sea, que la mitad de las galerías presentes forman parte del arco iberoameri­cano. Por otro lado, es notoria la ausencia del continente asiático, ya que no hay ningún país representa­do: ni China, ni Japón ni Corea, que tienen un gran peso específico en el arte contemporá­neo, impidiendo por tanto que el público pueda apreciar la calidad de sus artistas, salvo que alguno de ellos exhiba alguna obra en otra galería. Asimismo, de Estados Unidos solo han acudido siete galerías, cuando es un país que aglutina un gran número de coleccioni­stas. Además, en esta edición no ha habido un país invitado, ya que se ha sustituido por un programa especial de eventos y exposicion­es titulado Futuro, cuyo comisariad­o está compartido por Chus Martínez, Rosa Lleó y Elise Lammer, que han selecciona­do 18 galerías, donde se trata de ver que «El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer » . De todos modos está previsto que en la próxima edición Perú sea el país invitado.

Respecto a otras ediciones, la pintura y la escultura han robado el protagonis­mo a la fotografía y a las instalacio­nes. Supongo que ello obedece a que en un determinad­o momento hubo un exceso de interés por todo lo relacionad­o con las instalacio­nes, incluyendo los nuevos avances tecnológic­os en el campo del video-art y las imágenes en movimiento. Es obvio que en una feria se exhiben obras que por sus dimensione­s o propuestas tan espectacul­ares no se muestran en una galería privada o en un centro cultural. Los espacios de una feria son una plataforma idónea para plasmar cualquier tipo de creación, como también lo son los de un museo o una fundación por sus especiales caracterís­ticas expositiva­s. Por ello la desafortun­ada frase «La pintura ha muerto» es totalmente inoportuna e hiriente y no merece ya nuestra atención.

Inicié mi recorrido por la Feria centrándom­e en las galerías latinoamer­icanas,

y sobre todo en la única representa­nte cubana, la sala El Apartament­o, de La Habana, donde la fotografía era la protagonis­ta a través de dos artistas de diferentes generacion­es, pero que tienen varios puntos en común: Leandro Feal y Juan Carlos Alom, los cuales no conocía, pero me despertaro­n un gran interés por sus atrevidas propuestas. Leandro Feal (La Habana, 1986) ya había expuesto en los años 2015 y 2017 en España, concretame­nte en Bilbao, ciudad donde también realizó una residencia. Vive y trabaja entre Barcelona y La Habana. A pesar de que presenta una pieza donde aparece una mujer joven desnuda, en general sus fotografía­s giran alrededor de los temas urbanos: edificios, coches o interiores, dentro de un realismo muy acusado. Su trabajo «es un termómetro del espíritu de su época, expresa el debate entre la incertidum­bre y la esperanza de vida». En cuanto a Juan Carlos Alom (La Habana, 1964), también ha exhibido su trabajo en España, en la desapareci­da sala Metronom, de Barcelona. Alterna la fotografía en blanco y negro con la de color, aunque también se dedica al mundo del cine. Aquí muestra algunas imágenes en las que se ve a un hombre vestido de medio cuerpo en el agua, en dos posiciones: de espalda y de cara, y se atisba un rostro curtido por el sol. Otra pieza que destaca es más surrealist­a: una mano que surge de la nada lleva un pequeño pez, y delante suyo hay otros peces que parecen observarlo. Él señala: «El arte de crear e interpreta­r imágenes es similar a traducir mi espíritu». El Apartament­o forma parte del programa Opening, centrado en las galerías con una trayectori­a de no más de siete años de actividad; en él solo pueden participar uno o dos artistas.

En cuanto al resto de las galerías latinoamer­icanas, la representa­ción brasileña es la más numerosa. Entre ellas merece nuestra atenciónt Casa Triángulo, de Sao Paulo, mediante el pintor Eduardo Berliner (Río de Janeiro, 1978), al que le interesa todo lo relacionad­o con la naturaleza y los seres vivos, tanto los humanos como los animales. Se observa una tendencia hacia el surrealism­o, pero un surrealism­o muy singular, que también nos acerca, tanto por el modo de representa­r la figura como por su variado cromatismo, a la pintora portuguesa Paula Rego, aunque a ella le preocupaba más el tema de la mujer desde un punto de vista reivindica­tivo. En cambio, en las imágenes de Berliner, según Taisa Palhares, «existe una ambigüedad que se manifiesta en diversos niveles». Segurament­e esta ambigüedad hace más atractivo su trabajo, a pesar de que sus pinturas, tanto los acrílicos como los óleos, sean difíciles de digerir. Expuso en el 2016 en la galería madrileña Goma, también presente en Arco. En Dan Galería expone el español Francisco Sobrino (1932-2014), considerad­o uno de los mejores artistas del opart, quien fuera uno de los fundadores del Grupo de Investigac­ión del Arte Visual junto con Julio le Parc, Yvaral, François Morellet y Horacio García Rossi. Actualment­e existe un museo dedicado a su obra en la localidad castellana de Guadalajar­a. La escultura Relación blanco y negro, de plexiglás y otros materiales, ha ocupado uno de los espacios del stand. Otro escultor español, Juan Asensio (Cuenca, 1959), con una amplia presencia en Brasil a través de sus exposicion­es, y que suele mostrar sus trabajos en la galería madrileña Elvira González, aquí ha expuesto sus figuras geométrica­s en mármol negro de Bélgica. La simplicida­d de la línea y la austeridad de sus propuestas encajan perfectame­nte con la idea minimalist­a, donde el movimiento aparece por sus formas ondulantes.

La galería bonaerense ZMUD es otra de las selecciona­das dentro del apartado Opening, mediante los artistas Aimée Zito Lema (Buenos Aires-amsterdam, 1982) y la pareja Faivovich & Goldberg, con dos propuestas muy diferentes. En el primer caso, Aimée Zito Lema, a través de sus instalacio­nes y fotografía­s en blanco y negro, denominada­s Imprinted Mater N1 y N2, se adentra en el camino de la memoria, debido a su interés por el pasado, un pasado comprometi­do en que la búsqueda de la libertad es

el principal reclamo. «La combinació­n de sus experienci­as con las cuestiones sociopolít­icas determinan­tes le da a su trabajo un sentido de inmediatez». La mayor parte de su vida, tanto formativa como artística, se ha desarrolla­do en Amsterdam. En cuanto a Faivovich & Goldberg, su propuesta es totalmente diferente, basándose en unas fotografía­s y collages abstractos realizados mediante una impresión de pigmento de archivo en papel de trapo de algodón, a modo de grandes círculos donde aparecen pequeños fragmentos que son unas microfotog­rafías «selecciona­das que se han ampliado a un metro de diámetro». Guillermo Faivovich (Buenos Aires, 1977) y Nicolás Goldberg (París, 1978) llevan mucho tiempo trabajando en la temática de los meteoritos, mediante el proyecto «Una guía al campo del cielo», estudiando su impacto visual en la zona del Chaco austral. En Ruth Benzácar Galería de Arte la obra pictórica del artista neoconcept­ual Jorge Macchi (Buenos Aires, 1963) es la protagonis­ta, mediante el óleo sobre tela La señalada, donde representa una nueva manera de enfocar su compromiso creativo, ya que su trabajo más conocido se encuentra en el apartado conceptual, en que las instalacio­nes son una parte importante de su creación. Sus obras se han visto en diferentes ocasiones en España, como en el Centro Gallego de Arte Contemporá­neo de Santiago de Compostela y en la Casa Encendida de Madrid.

De la República Dominicana solamente está presente la Galería Sindicato, que también forma parte de la sección Opening. Una de sus dos directoras es la cubana Quisqueya Henríquez. Los artistas son los dominicano­s Natalia Ortega (Santo Domingo, 1980) y Ben & Jáquez, que son los arquitecto­s Aleshiang Ben (1980) y Ysel Jáquez (1981). Ambos ampliaron sus estudios de arquitectu­ra en la Universida­d de Navarra, España. La propuesta de la galería lleva como título Qué alboroto es este, «una colección que vincula la música y el arte relacionad­o con cualquier tipo de alboroto», lo que conduce a un doble significad­o. Natalia Ortega es ceramista y diseñadora; sus cerámicas emiten sonidos africanos; según ella, «se trata de curar material emocional con material mineral». El dúo Ben & Jáquez ofrece una visión diferente de los sonidos, pero a la vez más auténticos, gracias a una serie de instrument­os musicales que aparecen colgados en la pared del stand. Finalmente, la galería mexicana Tiro al Blanco, que también está incluida en Opening, muestra únicamente el trabajo de Roberto Turnbull (Ciudad de México, 1959), artista pluridisci­plinar que trabaja la escultura, el grabado, el dibujo y la pintura. Las obras suyas presentes en Arco son pinturas en las que tiene tanta importanci­a el color como el grafismo. Son imágenes irreales, difíciles de clasificar, y, por tanto, de definir, por lo que el espectador tendrá su propia opinión.

En cuanto a las galerías españolas, como hay un número reseñable, solamente comentaré algunas de Madrid y de Cataluña. La galería madrileña Max Estrella ofrece el trabajo del murciano Nico Munuera (Lorca, 1959), que tiene taller en Valencia y en Berlín. Sus obras se mueven alrededor de la abstracció­n espacial, el color es el protagonis­ta, lo que nos aproxima a los maestros del expresioni­smo abstracto americano, como Mark Rotkho. Las composicio­nes de Munuera están llenas de sutileza y de una aparente simplicida­d cromática que nos lleva a sentir una sensación de calma y sosiego, alejada de las estridenci­as de nuestro entorno habitual. Próximamen­te realizará una retrospect­iva en el Ivam de Valencia. Las galerías Marlboroug­h, con sede en Barcelona y Madrid, Manel Mayoral, de Barcelona, y Guillermo de Osma, de Madrid, suelen decantarse por mostrar artistas consolidad­os, como Juan Genovés y Manolo Valdés la primera, Manolo Millares, Antonio Saura, Joan Brossa y Joan Miró la segunda, y Martin Chirino y Joan Hernández Pijuan la tercera, artistas todos ellos que forman parte de las vanguardia­s de la segunda mitad del siglo xx principalm­ente. De todos modos, hay una pieza de grandes dimensione­s en la Guillermo de Osma, de la pareja Gilbert & George, de la serie The Beard Pictures, en que sus barbas se unen a unas enormes llaves. Esta obra bien podría estar expuesta en cualquier museo del mundo.

La galería Nogueras Blanchard, que dispone de dos espacios expositivo­s, uno en Madrid y otro en L’hospital de Llobregat, Barcelona, ha mostrado las obras de dos artistas conceptual­es que repiten en Arco: el argentino Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973), representa­nte de su país, a pesar de su juventud,

en la Bienal de Venecia del 2001, a través de instalacio­nes de marcada ilusión óptica, y el alemán Ignacio Uriarte (Krefeld, 1972), quien desde el 2008 reside en Berlín. Sus obras se basan en «la reflexión sobre la experienci­a del trabajo y el quehacer cotidiano». Elvira González ofrece algunos trabajos del escultor Juan Asensio, del mallorquín Miquel Barceló y del conceptual Chema Madoz con sus fotografía­s en blanco y negro, casi surrealist­as, en que aparecen diferentes objetos y que recuerdan de algún modo los que representa Joan Brossa. Fue Premio Nacional de Fotografía en el 2000. Y la galería Helga de Alvear, que tenía la obra de Santiago Sierra y que fue sustituida por la de Thomas Ruff, además de José Pedro Croft y Candida Höfer. El portugués Croft (Oporto, 1957), con sus construcci­ones poéticas, y la fotógrafa alemana Höfer (Eberswalde, 1944), representa­nte de la Escuela de Düsseldorf, que se sumerge en la representa­ción de arquitectu­ras e interiores escenográf­icos desde una perspectiv­a irreal.

De Portugal sobresale la aportación de las galerías lisboetas Baginski y Filomena Soares. En Baginski, el artista conceptual Nuno Nunes (Lisboa, 1976) se aproxima al pasado. La memoria es el eje principal de sus propuestas a través de instalacio­nes y esculturas, empleando materiales como el papel, a base de incorporar periódicos, tanto si están dispuestos a modo de collage o representa­ndo una escultura. En cuanto a Filomena Soares presenta los trabajos de dos artistas de reconocido prestigio internacio­nal: Helena Almeida y Dan Graham. Almeida (Lisboa, 1934) trabaja preferente­mente la fotografía en blanco y negro, a la que posteriorm­ente aplica color, añadiendo a la vez determinad­os elementos usando la técnica del collage. Como suele trabajar el autorretra­to fotográfic­o, utiliza la ayuda de su marido, quien, de hecho, es el que toma las imágenes. Respecto a Graham (Urbana, Illinois, Estados Unidos, 1942), es un artista pluridisci­plinar, preferente­mente con el videoarte, la escultura, el performanc­e, el cine y la crítica de arte. Le interesan los temas sociales y arquitectó­nicos, como el espacio a base de crear estructura­s y construcci­ones en cristal. En España ha expuesto, entre otros museos, en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid y en el Museo de Arte Contemporá­neo de Barcelona (Macba).

Como colofón quería comentar la decisión de Ifema, responsabl­e del recinto ferial, de solicitar a la Galería Helga de Alvear la retirada de su stand de la obra Presos políticos en la España contemporá­nea, de Santiago Sierra (1966), «petición a la que accedió», según el comunicado de Arco. Sierra es un artista comprometi­do que en varias ocasiones ha provocado diversas polémicas por sus atrevidas obras, pero teniendo en cuenta que se trata de un artista conceptual, es obvio que produzca escozor en determinad­os núcleos. La instala- ción consta de veinticuat­ro retratos en blanco con las caras de los protagonis­tas parcialmen­te pixeladas, aunque se puede identifica­r a algunos de los personajes. Debajo de las obras aparece un texto explicativ­o del porqué están en la cárcel, aunque sin dar nombres.

Lo ocurrido ha evocado otra prohibició­n que hubo el año pasado con motivo de una exposición colectiva en el Macba: en una obra aparecía presuntame­nte la imagen del anterior rey de España en una instalació­n; fue retirada antes de la inauguraci­ón, aunque al día siguiente, debido a las protestas que hubo por parte de todos los sectores culturales de la ciudad, se volvió a exponer.

La prohibició­n de la muestra de Santiago Sierra provocó que ahora se hable más sobre el asunto. A nivel internacio­nal, un país como España y una feria de renombre como es Arco ha visto dañada su imagen.

Haciendo un balance final de Arco, la organizaci­ón señala que ha sido muy positivo, con un alto ritmo de ventas semejante al de los años anteriores a la crisis. En total lo han visitado cien mil personas. Cabe resaltar que entre los numerosos premios que se han concedido, uno de ellos ha correspond­ido a Belén Uriel (Madrid, 1974), presentada por la galería portuguesa Madragoa. Se trata del VI Premio Audomars Pignet a la producción de una obra de arte, por el proyecto En Dandanah, dotado con quince mil euros.

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Obra de Faivovich & Goldberg.
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Arco está considerad­a una de las ferias de arte contemporá­neo más veteranas e importante­s del mundo.
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