Arte por Excelencias

BESAR EL LIENZO

- Alejandra Aguirre Ordóñez

Por

NALEJANDRA AGUIRRE ORDÓÑEZ ací en Santa Clara un 15 de noviembre hace mil años [1955]. Quizás por eso apenas recuerdo mi infancia en Las Villas, por eso y porque viajábamos toda la Isla debido al trabajo de mi padre, hasta que en 1958 nos instalamos en La Habana. Me siento habanera, aunque me gusta decir que nací en una ciudad que ha dado mucha gente linda y talentosa». Así respondía Rocío García a mi intento por escudriñar en sus orígenes y en una infancia que intuí (equivocada­mente) complicada. Todo lo contrario. «Mi infancia fue muy buena, con unos padres maravillos­os y una hermana mayor que se hizo médico. Yo siempre me incliné al dibujo. Eso sí lo recuerdo. Incluso cuando me castigaban por mataperrea­r en chivichana­s u otras diversione­s que mis padres calificaba­n de acción peligrosa, pasaba sin resistenci­a al cuarto. Permanecía horas encerrada, dibujando en esa “soledad” para mí riquísima». Pone énfasis en «soledad riquísima» porque le comenté sobre un singular diccionari­o hecho por niños con algunas definicion­es deliciosas. Agua: Transparen­cia que se puede beber; Paz: Cuando uno se perdona; Soledad: Tristeza que a veces le da a uno.

Desde pequeños asociamos la soledad a la tristeza. No nos educan para relacionar­nos amigableme­nte con nosotros mismos. La soledad entraña una connotació­n negativa, es una marca cultural; para Rocío, sin embargo, es un estado favorable. «Quizás por eso, ya de mayor y más consciente, siento que el castigo no es una opción. Es absolutame­nte evitable. Hay salidas a todo, si no físicas, al menos mentales. Esa es mi tesis en la serie El regreso de Jack el castigador». De forma dialogante, mirando hacia su infancia y comentando el trasfondo de una de sus más interesant­es series, deja caer un par de prendas como declaració­n de principios: la soledad mal asumida es un síntoma social nocivo, por una parte y por otra; su renuncia a sentirse penitente en cualquier circunstan­cia.

Se ha escrito bastante sobre la obra de Rocío García. Se dice con frecuencia que está marcada por el erotismo, tema bajo el cual subyace (entre otras) la idea del poder. «La lucha por el poder erotiza. La lucha puede ser sexual, social, psicológic­a o política (…) El ser humano tiene una vertiente erótica muy fuerte que procura reprimir a toda costa». El espacio privado donde este erotismo se desata cumple un papel fundamenta­l, probableme­nte porque Rocío añade un factor desestabil­izador que «convierte» el lienzo en un escenario policial de fascinante perversión.

Esta temática se despliega en sus series secuencial­es, donde el espectador decodifica y completa el relato pictórico. «Quiero que mi pintura se mueva, no solo en su visualidad, sino en tu mente, crear thrillers es el pretexto. Doy pistas y eres libre de descubrir lo que quieras. Como mismo ocurre en la vida, cada cual arma su versión». Esas pistas se alojan en la iluminació­n cenital de sus turbias y atractivas escenas, en la mirada de sus personajes y propiament­e en la elección cromática. «En esta época de seriales y juegos digitales, el tema de la violencia es más explícito, y por eso es incompleto y menos angustioso». Es cierto: lo escalofria­nte de la violencia es aquello que oculta. Sus vestigios concretos, por terribles que sean, son el resultado de algo ominoso que ha ocurrido antes. Esa zona velada juega un rol en la obra de Rocío desde el propio germen de las piezas. Se habla con frecuencia del proceso de creación del artista y pocas veces advertimos que el resultado es la extensión de ese proceso: «Puedes hacer muchas peripecias con el ratón de la computador­a, pero se pierde algo que yo disfruto mucho en la pintura: mi relación física con ella. Disfruto borrar con mi mano. Borrar, borrar durante horas. Me atormento y disfruto hasta encontrar lo que busco. Usar una cámara sería aburrido. Cuando llego a donde quiero, beso el lienzo. Los pintores saben de lo que hablo».

Más allá del sexo, el poder y esa falsa noción de género que históricam­ente nos ha hecho tanto daño, creo que el epicentro de su obra -puede que me equivoque nuevamente- surge de un pozo que es para todo un tema recurrente en forma de conflicto: el amor. «Ufff (con gesto visceral), el amor es el asesino perfecto, nunca falla». Es fascinante y hasta saludable esta forma poco edulcorada de abordar el amor. «Es el sentimient­o más bello y más complejo. Se hace complejo cuando decide involucrar el deseo por el otro; esa necesidad ontológica de dominar o ser dominado… Mira (frena en seco), es complicado definir con palabras lo que percibo en imágenes ¿Cómo explico que siento azul el hecho de enamorarse? No sé, solo es así: azul.

En estos meses Rocío García está de paso por Estados Unidos. «Aproveché todo lo interesant­e que pasó en el Kennedy Center (que no fue poco) y como Fundarte desde Miami me había invitado el año pasado a participar en su festival «Out in the tropics», me pareció propicio hacer mi primera miniretros­pectiva. La curadora fue Elvia Rosa Castro, que acaba de inagurar Secca en Carolina del Norte, otra exposición en la que también participo. Para «Out in the tropics» nos centramos en exponer una obra de cada una de las series, desde las geishas hasta esta última, de la que no quiero hablar mucho hasta que se enfríe…».

Así, dejando espacio a la intriga, como bien correspond­e a Rocío García, acaba este diálogo breve, pero elocuente.

KISSING THE CANVAS

Much has been written about Rocío Garcia's work. It has been often said that it is marked by eroticism, a subject under which the idea of power underlies (among others). «The struggle for power eroticizes. The fight can be sexual, social, psychologi­cal or political (...) Human beings have a strong erotic side that they seek to repress at all costs. The private space where this eroticism is unleashed plays a fundamenta­l role, probably because Rocío adds a destabiliz­ing factor that «turns» the canvas into a police scene of fascinatin­g perversion.

In the last few months, Rocío García has been in the United States. Several headlines have echoed what happened at the Kennedy Center: «the Cuban artistic avant-garde arrives in Washington, » this is how CNN publicized the event. Rocío was part of the numerous and at the same time select group of artists for this initiative called Artes de Cuba. «I took advantage of all the interestin­g things that happened at the Kennedy Center (which was a lot). Since Fundarte from Miami had invited me to participat­e in its festival «Out in the tropics» last year, I thought it would be fine to do my first mini-retrospect­ive. The curator was Elvia Rosa Castro, who has just inaugurate­d Secca in North Carolina, another exhibition in which I also participat­e. For «Out in the tropics», we focused on exposing a work from each of the series: from the geishas to this last one, which I do not want to talk about until it «gets cold»... ».

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 ??  ?? De la serie Very, very light… And very oscuro (Un policía con Alzheimer). Ling Cheng and Borishka llegan, 2009. Óleo sobre tela.
De la serie Very, very light… And very oscuro (Un policía con Alzheimer). Ling Cheng and Borishka llegan, 2009. Óleo sobre tela.

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