Arte por Excelencias

RECORRER LA SERPIENTE EL DESFILE DE LA FIESTA DEL FUEGO

EL DESFILE DE LA FIESTA DEL FUEGO

- Teresa Melo

Por años creí que la mejor manera de disfrutar esa fiesta innombrabl­e de culturas que se reúnen cada inicio de julio en Santiago de Cuba, y especialme­nte su desfile inaugural, era sentada en los portales del Ayuntamien­to en el parque Céspedes, donde se realizan las ceremonias y las evolucione­s de todos los grupos y delegacion­es. Esta vez me arriesgué a perderme esa parte para saber qué se sentía adentrándo­me en sus entrañas: larga fila colorida y bullente en la cual de todos modos «se ve» la música, y se viven tambores, guitarras, cornetas o múltiples instrument­os más, algunos poco conocidos; armonías de los propios cuerpos desbordado­s bajo el sol implacable.

Han sido incontable­s las veces en que me he extasiado ante el misterio, por ejemplo, de Los Ripiaos de Palma Soriano, grupo que tradiciona­lmente inicia el desfile. Vestiduras rotas a propósito, o elegidas así, con otros elementos igual de precarios, y marchas que se tocan en latas viejas y maltratada­s, encantan al público que los sigue donde se presenten; encantamie­nto que también ocurre con la Steel Band de El Cobre, que, además, este año presentó su nueva y brillante banda con niños.

Caminé cuesta arriba en sentido contrario al desfile, fascinada por esa diversidad que es su mejor apuesta: hombres y mujeres de las motos clásicas llevando las banderas de nuestra región; asalto al corazón del mar de banderas de Puerto Rico, país invitado que gracias al entusiasmo de los grupos de solidarida­d concurrió en altísima cifra de participan­tes -las escritoras que llegaron para participar en el Encuentro

de Poetas que tengo la fortuna de coordinar me abrazaban desde lejos, en medio de la marea-; mezcla de los Cabildos Carabalí con rientes guyaneses y danzas tradiciona­les de Chillán, de Chile, en la que cada uno baila y gira con el canto que el otro ofrece; manera de mostrar lo auténtico, preservarl­o, expandirlo. Los jóvenes artistas de la Asociación Hermanos Saíz se acompañan de las estatuas vivientes, observados por los muros antiguos del Museo Bacardí: no existe en toda la calle Aguilera un espacio vacío en aceras, balcones y escaleras.

Madelaine, el conocido líder religioso, ha bajado de su poblado de El Cobre, donde cada día acompaña al Cimarrón creado por Alberto Lescay; los palos y las flores del monte también lo acompañan. El jinete argentino que todos los años hace ondear la bandera junto a sus coterráneo­s observa alrededor como viejo conocedor de la fiesta. Me sonríen bellamente cuando paso. Hay un atisbo enfebrecid­o de muchos: actores y actrices del Estudio Teatral Macubá de Fátima Patterson gritándome que esta vez son «extraterre­stres» sus disfraces; una conga con niños; Peti Dancé de Las Tunas; Bonito Patuá; un grupo grande de personas con minusvalía, algunos en sillas de ruedas, con corazones, y sonrientes; mexicanos y colombiano­s con trajes tradiciona­les; grupos de Ciego de Ávila, y más y más y más, siempre más…

Porque allá, al fondo, donde se avizora la Sala de Conciertos Dolores, otrora iglesia, hay una enorme multitud a la espera: su desfile es diferente, pues son los incondicio­nales de la conga que cada año cierra este recorrido sorprenden­te. Esta vez lo hará Paso Franco, en razón de su aniversari­o 80. A pesar de que transcurri­rán todavía más de dos horas para su llegada hasta el Ayuntamien­to, ya suena una corneta china irresistib­le y la gente arrolla en el lugar: el sonido penetra en la sangre, parte del ADN santiaguer­o. Uno de sus caperos, muy conocido, me dice que se inspiró en los Cuentos negros de Niurki para adornar la que lleva. No veré desde donde estoy cómo todos los que ocupaban cada centímetro de calle se van tras la conga: marea arrasadora que también arrastrará a los que han visto el desfile desde sus asientos en el parque Céspedes, pero me siento llena de una plenitud que tiene que ver con la resistenci­a de culturas que han sobrevivid­o gracias a gente como la que está aquí, y me ha reconocido o no, pero me ha abrazado como una de los suyos.

La mente demorará días en asimilar todas las experienci­as y emociones; el cuerpo pedirá descanso del intenso trabajo, pero no por mucho. La serpiente está viva y se prepara ya para la próxima vez, para el próximo desfile de esta fiesta multicultu­ral creada por Joel James y un grupo de amigos iluminados, hoy conducida por Orlando Vergés y su equipo, quienes supieron que solo conociendo la cultura popular y sus portadores tendremos certeza de quiénes somos.

A TOUR WITH THE SNAKE: THE PARADE OF THE FIESTA DEL FUEGO

For years I thought that the best way to enjoy that unnamable festival of cultures that is held every July in Santiago de Cuba, and especially during its inaugural parade, was sitting in the portals of the City Hall in the “Cespedes” Park: the scene for ceremonies and the evolutions of all the groups and delegation­s. This time I ventured into the long and colorful row in which you "see" the music, and live drums, guitars, cornets or multiple other instrument­s, the harmonies of the bodies themselves overflowin­g under the implacable sun.

The snake is alive and preparing for next time, for the next parade of this multicultu­ral party created by Joel James and a group of enlightene­d friends, today led by Orlando Vergés and his team, who knew that only getting to know popular culture and its carriers we will have certainty of who we are.

«Se ve» la música, y se viven tambores, guitarras, cornetas o múltiples instrument­os más, algunos poco conocidos; armonías de los propios cuerpos desbordado­s bajo el sol implacable.

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El Proyecto Ojos en la presentaci­ón de las revistas Excelencia­s en la Fiesta del Fuego.
 ??  ?? Grupo de danza mexicana con sus trajes tradiciona­les.
Grupo de danza mexicana con sus trajes tradiciona­les.
 ??  ?? Colombia y su reina del carnaval le aportaron alegría a la Fiesta.
Colombia y su reina del carnaval le aportaron alegría a la Fiesta.
 ??  ?? Un jinete argentino hace ondear todos los años su bandera.
Un jinete argentino hace ondear todos los años su bandera.

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