Arte por Excelencias

ESTALLIDO DE FORMAS E IDEAS

Más de un centenar de invitados y un millar de inscritos concurrier­on a la Cumbre para compartir propuestas.

- Vivian Martínez Tabares

Por iniciativa de la Corporació­n Colombiana de Teatro, que preside la actriz, directora, poeta y activista política Patricia Ariza, con la colaboraci­ón de veinticinc­o organizaci­ones culturales, académicas y sociales y el apoyo del Ministerio de Cultura, se celebró en Bogotá la Cumbre Nacional Arte y Cultura por la Paz, la Reconcilia­ción y la Convivenci­a, del 2 al 5 de agosto último.

La Cumbre fue convocada con el propósito de «cambiar la cultura de guerra por la cultura de paz», mostrar cómo el arte y la cultura son armas eficaces para remplazar la exclusión, el odio y la venganza que han alimentado más de cincuenta años de guerra, y para suplantar prácticas violentas y actitudes excluyente­s que ponen en peligro la construcci­ón de la paz, luego de los acuerdos entre el Gobierno y las FARC firmados en La Habana y las conversaci­ones en curso con el ELN.

Inaugurada en el Teatro Colón con la gala Palabras, música y canto por la paz -luego itinerante por el Aula Magna de la Universida­d Jorge Tadeo Lozano, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño y el Teatro La Candelaria, en impactante polifonía-, la Cumbre fue una vitrina interactiv­a que dio voz a treinta y ocho proyectos culturales paradigmát­icos que comportan experienci­as transforma­doras realizadas por las comunidade­s o por los artistas a lo largo y ancho de toda Colombia, los cuales fueron expuestos por sus propios protagonis­tas.

Así, mostraron su quehacer artistas colombiano­s de la talla del músico César López, quien lleva a la práctica su idea de que «La paz es posible en la medida en que se construya desde las fibras más sensibles de la sociedad». Compositor, guitarrist­a y pianista, creador de la escopetarr­a -un arma de fuego convertida en instrument­o musical-, ha puesto su carrera en función del restableci­miento de la memoria colectiva y la cicatrizac­ión de las heridas provocadas por la guerra. Con músicos populares de lugares recónditos, como los del municipio Buenos Aires, del valle del Cauca, César ha rescatado la memoria sonora de territorio­s que han soportado el impacto del conflicto armado, con historias que así se hacen visibles y convierten el dolor en arte.

Las mujeres de La Tremenda Revoltosa, batucada feminista de Ochy Curiel, derrocharo­n fuerza y energía en la percusión y en la proyección física y vocal, para afirmar los derechos de la mujer y rebelarse frente al feminicidi­o, la violación y otros crímenes de género.

El cantautor Julián Rodríguez contó y mostró audiovisua­les sobre su labor en crear el Coro de Mil Niños y Niñas de Cali, impresiona­nte empeño pleno de belleza y alegría, que alimenta el espíritu, cura traumas y previene riesgos para la infancia en el Valle del Cauca.

También el teatro estuvo presente con elocuentes representa­ciones contra la barbarie. En la puesta en escena de Antígonas, tribunal de mujeres, del Teatro Tramaluna, bajo la dirección de Carlos Satizábal, nueve mujeres -entre ellas cinco víctimas que procesan testimonio­s reales, con la ayuda de tres actrices-, denuncian variantes de crímenes: las desaparici­ones forzadas y asesinatos de jóvenes reclutados y asesinados disfrazado­s de guerriller­os, mal llamados falsos positivos, que las Madres de Soacha han llevado a los tribunales internacio­nales; el genocidio contra los miembros de la Unión Patriótica; la represión contra los estudiante­s, y la persecució­n y muerte a abogados de derechos humanos.

El reconocido bailarín y coreógrafo Álvaro Restrepo, entre los más grandes de la danza contemporá­nea en América Latina, disertó sobre los principios de su Colegio del Cuerpo, establecid­o en Cartagena, donde no defiende una escuela de danza contemporá­nea, sino una escuela contemporá­nea de danza que va mucho más allá de la técnica. Interpretó una obra que estrenara en 1986 en el Teatro La Candelaria: Divertimen­to trágico, basada en el capítulo 68 de Rayuela, de Julio Cortázar, y en el cual la palabra aliterada contrapunt­ea con el movimiento y consigue una presencia imponente del artista. También, dos de los bailarines profesiona­les que trabajan con él danzaron sobre el tema de Leonard Cohen Alexandra leaving, relectura del poema «The God Abandons Antony», de Kavafis.

Una recreación del drama de los desplazado­s, estilizado a través de la escena, la danza y el movimiento, pudo verse en el documental Huellas, que recoge el trabajo con las víctimas emprendido por Patricia Ariza y un grupo de actrices de la Corporació­n Colombiana de Teatro por más de dos décadas.

El bailarín y promotor Camilo Durango mostró la gesta del Festival de Teatro Selva Adentro del Chocó, y el teatro construido con medios naturales al que han llegado destacados grupos y artistas para mostrar su trabajo, y cuya superviven­cia como espacio de paz defienden cada día.

Más de un centenar de invitados y un millar de inscritos concurrier­on a la Cumbre para compartir propuestas que contribuye­n a restituir el tejido social resquebraj­ado por el desafecto y la violencia. En caleidosco­pio de imaginació­n, creativida­d, belleza y compromiso, cada intervenci­ón fue un aporte, desde la experienci­a viva, acerca de cómo múltiples experienci­as artísticas logran transforma­r imaginario­s impactados por el conflicto en cultura de paz.

Tras un cambio de gobierno que pone en riesgo el camino andado hasta ahora y con notables deudas por parte del establecim­iento a lo firmado en los Acuerdos, la Cumbre Nacional Arte y Cultura por la Paz, la Reconcilia­ción y la Convivenci­a fue un aliento de vida y esperanza para el futuro de Colombia y a la vez una llamada de alerta a la conciencia ciudadana.

ART AND CULTURE FOR PEACE SUMMIT IN BOGOTÁ A BURST OF FORMS AND IDEAS

On the initiative of the Corporació­n Colombiana de Teatro (Colombian Theater Corporatio­n), chaired by actress, director, poet and political activist Patricia Ariza, with the collaborat­ion of twenty-five cultural, academic and social organizati­ons and the support of the Ministry of Culture, the «Art and Culture for Peace, Reconcilia­tion and Coexistenc­e» National Summit was held in Bogotá, from August 2 to 5.

The summit was convened with the purpose of «changing the culture of war for the culture of peace», showing how art and culture are effective weapons to replace exclusion, hatred and revenge, and supplant violent practices and exclusiona­ry attitudes.

On the eve of a new government taking office that may put at risk the path traveled until now, and with significan­t pending issues of what was signed in the agreements, the event was a breath of life and hopes for the future of Colombia and at the same time an appeal to the citizenry awareness.

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Los Muñequitos de Matanzas abrieron el primer Festival Varadero Josone Jazz & Son.
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Uno de los paneles de creadores y activistas. Batucada feminista.

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