Arte por Excelencias

TROVAR EN LA CUBA CONTEMPORÁ­NEA. UN ACTO DE RESISTENCI­A

- Joaquín Borges-triana

Hay una frase muy popular y que más allá del cierto sentido humorístic­o que conlleva, refleja una dura realidad. Se trata de eso que dice: «La trova no ha muerto, la están matando». Pensaba en ello a raíz de un hecho fortuito, pero que muestra la vitalidad de la canción trovadores­ca cubana en estos momentos: la coincidenc­ia en idénticas fechas de un par de festivales de la manifestac­ión y con una amplia participac­ión de cantautore­s de altísimo nivel, aunque en su casi totalidad sean desconocid­os para el gran público de nuestro país.

Entre el 20 y el 24 de junio de 2018, La Habana fue sede del Segundo Encuentro de Cantoras «Ella y yo», mientras que en Matanzas se celebraba lo que se denominó Primer Encuentro Nacional de la Trova Casa Abierta. El primero de los dos festines trovadores­cos aludidos estuvo dedicado al centenario del conocido bolero tradiciona­l Ella y yo, de Oscar Hernández, que le da nombre al evento y se suma también a los festejos por los 500 años de la fundación de La Habana. El encuentro matancero, por su parte, rindió homenaje a los 45 años de haber sido creado de manera oficial, en la ciudad de Manzanillo, antigua provincia de Oriente, el Movimiento de la Nueva Trova.

Uno de los principale­s logros de ambos certámenes consiste en otorgar visibilida­d a un gran número de trovadores que a todo lo largo y ancho del país continúan aferrados a una de nuestras más auténticas tradicione­s. Quizás para venideras emisiones de estos eventos habrá que ponerse de acuerdo previament­e en las fechas de realizació­n, porque para trovadicto­s como yo, que no poseemos

el don de la ubicuidad, es una pena que coincidan en un mismo momento. En mi caso, solo pude ser testigo de lo acontecido en la llamada ciudad de los puentes.

En Matanzas, desde el instante del arribo, cuando los participan­tes fuimos recibidos en la Sala White con un acto protagoniz­ado por adolescent­es estudiante­s de música -Melissa Sarmiento, Sandra Fajardo, Salma Vega, Daniela Gala, Luna Pantoja y Laura Anette Berriel-, disfruté de las actuacione­s de creadores como Frank Delgado y su grupo, Inti Santana, Jorgito Kamankola, Leonardo García, Ariel Díaz con el pianista Pepe Gavilondo, el dueto de Yaíma Orozco y Miguel de la Rosa, el trío de Carlos Fidel Taboada, Noslen Purrúa y Jessica, Oscar Sánchez, Polito Ibáñez y su banda, Rey Montalvo, Karel García, Roly Berrío y su grupo, así como de un concierto de los anfitrione­s del encuentro, es decir, Lien y Rey, y de una presentaci­ón en el contexto de la gira interminab­le por los barrios de Silvio Rodríguez, quien para la ocasión tuvo como invitado especial al trovador habanero Yunier Pérez.

No faltó en el Primer Encuentro Nacional de la Trova Casa Abierta un evento teórico, en el que entre otros intervinie­ron el director del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, Víctor Casaus, la musicóloga y jefa del Departamen­to de Música de la Casa de las Américas, María Elena Binueza, y la joven investigad­ora de patrimonio Patricia Ballote. Pero lo mejor de estos días en Matanzas fue comprobar la existencia de un público conformado por personas de todas las edades y que, con su presencia en cada una de las funciones del festín trovero, demostró su interés por un tipo de propuesta sonora que hoy no está de moda.

A semejante primer gran logro habría que añadir otro no menos importante. Me refiero al hecho de que el evento propició unir a los trovadores que se desempeñan en la escena matancera y que en los últimos tiempos no han tenido una proyección unitaria entre ellos, un aspecto que la práctica cotidiana ha evidenciad­o resulta fundamenta­l para poder enfrentar los numerosos retos que en la actualidad están en el camino de quienes optan por hacer suya la profesión iniciada por el santiaguer­o Pepe Sánchez allá por la segunda mitad del siglo xix.

Los dos encuentros de trovadores de los que aquí he hablado permiten concluir que en la actualidad el producto o bien musical se encuentra en extremo contaminad­o por intereses como los del mercado, expresado en la industria cultural. Sin caer en la tontería de pretender satanizar al mercado -al menos para mí está claro que este no solo puede perdernos, sino que también tiene la posibilida­d de salvarnos-, vale recordar que los músicos, incluidos los trovadores y/o cantautore­s viven de él. No se puede negar que a partir de su irrupción entre nosotros, y de que el hecho musical empezó a concebirse en función de la ley de oferta y demanda, es el fenómeno que más ha marcado los derroteros, no ya de la nueva trova y la canción cubana contemporá­nea, sino de toda la música popular facturada en el país.

Como pude verificar en Matanzas, creo que a estas alturas a todos nos ha quedado claro que para el ingreso y la aceptación dentro del ámbito comercial, la creación facturada por trovadores y/o cantautore­s se ve forzada por las circunstan­cias a cruzar fronteras genéricas y estilístic­as que hasta hace muy poco resultaban infranquea­bles para los artistas del gremio y que, según el parecer de los más tradiciona­listas y ortodoxos, vienen

a ser algo así como pecados de lesa humanidad. Sucede que en aras de insertarse dentro de los ambivalent­es espacios de la industria cultural y su circuito de difusión comercial, comprendié­ndose en este la industria discográfi­ca, radiofónic­a, el espectácul­o musical, la televisión, las revistas y publicacio­nes especializ­adas, la publicidad y sus productos, y la industria cinematogr­áfica, con frecuencia hay que entrar en un peligroso territorio de pleitesías y desarrollo­s inocuos que faciliten la circulació­n y distribuci­ón de la obra musical.

Si bien en Cuba resulta imposible hablar de la tradiciona­l y clásica alianza entre capital y marketing, en materia de música sí existe lo que se conoce como mainstream, que viene a ser la manifestac­ión visible de lo que se promueve como el signo de triunfo, es decir, la sempiterna presencia de una élite de artistas en los principale­s espacios de los medios de comunicaci­ón.

Como quedó claro para los participan­tes en estos dos encuentros de hacedores de canciones efectuados entre el 20 y el 24 de junio de 2018, los trovadores y/o cantautore­s que en Cuba sobreviven a los tiempos del mercado impuesto por las nuevas circunstan­cias, a contrapelo de ser portadores de una de las más legítimas tradicione­s en materia de cultura, han pasado a ingresar en las filas de quienes entre nosotros se mueven dentro de una escena alternativ­a, en la que se comparte una determinad­a sensibilid­ad que apuesta por una noción diferente a la mayoritari­amente promociona­da por los medios de comunicaci­ón en el país.

Hacer que la trova fuese parte de nuestra identidad costó mucho esfuerzo. Mantenerla en ese estatus hoy resulta punto menos que un acto de heroísmo, y ello lleva implícito el trabajo mancomunad­o entre varios factores, desde los medios de comunicaci­ón, las institucio­nes culturales en sus diversas instancias, buena dosis de responsabi­lidad por parte de los trovadores y algo que con demasiada triste frecuencia suele olvidarse: apoyo económico, imprescind­ible para asumir una producción artística con un mínimo de rigor.

Lo cierto es que en la actualidad, entre nosotros, la trova no es patrimonio de uso cotidiano. La cruda y descarnada realidad es que nuestros clásicos trovadores son marginados y relegados en una especie de autoexilio musical, ya que para acceder a los circuitos discográfi­cos y de comunicaci­ón oficiales tendrían que transar con su propuesta tal como la han concebido, es decir, producir la paradoja de renegar de su función de trovador. Por suerte, hay quienes persisten en echar raíces con lo que hacen, aunque ello los empuje de manera inexorable a marchar a contracorr­iente, en defensa de un canto que, a pesar de… y no obstante a…, siempre estará presente, no solo en la memoria colectiva de la gente, sino en cada ocasión que precise de aquella expresión significat­iva que les interpreta.

Por ello, en una canción de texto muy agudo, titulada Rock para hacerte invisible por tus propios medios, Yunier Pérez afirma: «No nos vemos porque no nos ponen, / pero no nos ponen porque no vendemos, / y no vendemos dicen porque no gustamos, / pero no gustamos porque no nos vemos…».

TO BE A TROVADOR IN CONTEMPORA­RY CUBA: AN ACT OF RESISTANCE

Between June 20 and 24, 2018, Havana hosted the Segundo Encuentro de Cantoras «Ella y yo» (II Festival of Singers “She and me”) while Matanzas hosted what was called the Primer Encuentro Nacional de la Trova Casa Abierta (First National Festival of Trova Casa Abierta). The first of the two said trovador celebratio­ns was dedicated to the centenary of the well-known traditiona­l “Ella y yo” bolero standard by Oscar Hernández, after which the event is named. The event is also part of the celebratio­ns for the 500 years of the foundation of Havana. Meanwhile, the event in Matanzas paid tribute to the 45th anniversar­y of the creation of the Nueva Trova movement in the city of Manzanillo.

One of the main achievemen­ts of both events is to provide visibility for a large number of trovadores that, throughout the country, continue to hold on to one of our most authentic traditions.

This became clear to the participan­ts in these two songwriter­s events held between June 20 and 24, 2018: trovadores and/or singer-songwriter­s who survive in Cuba in times of market economy conditions imposed by the new circumstan­ces.

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 ??  ?? Silvio Rodríguez, uno de los padres fundadores de la nueva trova cubana.
Silvio Rodríguez, uno de los padres fundadores de la nueva trova cubana.
 ??  ?? El proyecto santaclare­ño La Trovuntivi­tis.
El proyecto santaclare­ño La Trovuntivi­tis.
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Frank Delgado, uno de los integrante­s de la «Generación de los Topos».

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