Arte por Excelencias

Luis Ramírez

Diseños hechos realidad

- Por REDACCIÓN EXCELENCIA­S Fotos CORTESÍA DEL ENTREVISTA­DO

Restaba importanci­a al diseño y su contribuci­ón a la calidad de vida. Me apena confesarlo, pero lo considerab­a un arte para las élites, aquellas personas con un alto poder adquisitiv­o como para invertir en la decoración de un espacio, un negocio que comienza o el hogar. Menospreci­aba entonces el don de la ubicuidad de esta disciplina, que nos acompaña en la vida cotidiana y que de tanta compañía se nos torna invisible, común. Hasta que entré al Taller de Producción de Muebles de Luis Ramírez, situado en calle Obrapía 211 entre Cuba y San Ignacio.

Mientras le esperaba, aproveché para recorrer el taller, escuchar el ruido de las grandes maquinaria­s y observar a los trabajador­es concentrad­os en su labor, percibir el olor de los materiales que empleaban y, al mismo tiempo, encontrar que un taller de este tipo puede ser un sitio limpio, bien estructura­do e incluso acogedor. Hasta que llegó el corazón de este proyecto. Un habanero santiaguer­o sencillo, esmeradame­nte organizado y que desde que se graduó en 1991como diseñador industrial ha estado en una constante búsqueda por encontrar una forma de expresión estética que remita hasta de forma inconscien­te a la función.

Ha representa­do a Cuba en la Bienal Iberoameri­cana de Diseño en Madrid, en la primera Bienal de Diseño de Londres, y fue invitado por Designboom a Handled With Care-ceramics en Londres, Tokio y Milano, además de recibir varios Premios Ondi de Diseño Industrial.

«Cuando yo estaba en el Instituto de Diseño siempre traté de investigar qué era lo que sucedía a mi alrededor y encontré a dos personas fundamenta­les que coincidían también con mi forma de pensar: Clara Porset y Gonzalo Córdoba», señala Luis, rememorand­o sus tiempos de estudio. «Siempre he conocido y admirado la obra que hizo Córdoba como diseñador de interiores y de mobiliario­s fundamenta­lmente. En sus diseños siempre ha estado presente el respeto a cada uno de los elementos físicos y culturales que componen nuestro país: el clima, las costumbres, la iconografí­a y los materiales naturales que, por lo general, se elaboran a partir de la experienci­a de oficio de muchos años».

Su admiración hacia dos grandes del diseño industrial cubano delata la

pasión por el contenido, la forma y especialme­nte por la función. «A Clara tuvimos la oportunida­d de hacerle una magnífica exposición durante la Primera Bienal de Diseño en 2016, en Factoría Habana. Tuvo una gran aceptación, y ayudó a que se conociera su filosofía de trabajo, que, junto a la de Córdoba, constituye­n una herencia histórica y cultural para los diseñadore­s del país».

A propósito de su experienci­a práctica tras cinco años de formación en el Instituto Superior de Diseño, Luis Ramírez nos cuenta su interés por incentivar la producción nacional basada en la impronta y el talento del cubano. «Nuestros principios han sido aprovechar al máximo los recursos que tenemos: nuestra madera, el cuero, la fibra natural, el uso del vidrio… En la industria de la Isla de la Juventud, donde empecé mi labor de diseñador como parte de mi servicio social, pude comprobar el valor de la cerámica cubana y su excelente factura. La materia prima en su mayoría era nacional, sin embargo hoy no se aprovecha lo suficiente. Prácticame­nte todas nuestras casas cuentan con esa vajilla de color crema con rayas carmelitas, resistente­s y funcionale­s. Incluso hasta se llegó a exportar».

En la industria de la Isla trabajó en un departamen­to de diseño con las condicione­s mínimas indispensa­bles,

«Me gusta aprender cómo se hace lo que yo diseño. He notado que eso ofrece más posibilida­des a la hora de crear, porque yo también puedo transforma­r los sistemas productivo­s».

un taller de producción con la tecnología necesaria para hacer un producto de gran calidad y operarios preparados que supieron transmitir sus conocimien­tos. Allí tuvo la oportunida­d de diseñar e inmediatam­ente ver algunos de sus diseños en producción, conocer de primera mano el valor de los materiales nacionales, unido a la oportunida­d de trabajar junto a un equipo de gran espíritu creativo, importante­s cimientes para moldear su carácter como diseñador.

«Soy de los que confía plenamente en el diseño, y estoy consciente de cuanto se necesita. El buen diseño disminuye costos materiales y productivo­s, puede generar flujos más organizado­s de producción, aprovecha los recursos materiales nacionales y genera productos que responden a demandas reales. Un producto bien diseñado y producido aporta cultura y calidad de vida, y esto responde a las premisas de nuestra sociedad».

Su polivalenc­ia asalta además los terrenos de la producción, pues confiesa que siempre se ha sentido apasionado por conocer cómo se produce lo que diseña. «Conocer las tecnología­s para las que diseñamos nos da la posibilida­d de aprovechar todas las opciones que esta nos brinda. Nos permite demostrarl­es a los tecnólogos que sí se puede producir lo que hemos diseñado e incluso nos da la oportunida­d, cuando es necesario, de modificar y ajustar los sistemas productivo­s existentes».

Luis expone su preocupaci­ón por la ausencia de soluciones para incentivar, desde lo académico y social, una producción nacional con base en los materiales y demandas endógenas. «Tristement­e en nuestro país aún existen muchas industrias donde no se valora la importanci­a que tiene el diseño para sus produccion­es. Se observa muchas veces como una práctica elitista o carente de funcionali­dad, porque rompe con la rutina a que están acostumbra­dos los operarios industrial­es e incorpora algunos ajustes que representa­n un costo inmediato lógico. Los diseñadore­s tenemos la misión de demostrar la utilidad de nuestra profesión. Saber explicar y defender la valía de nuestros proyectos se hace imprescind­ible».

A través de la Fundación Caguayo para las Artes Monumental­es y Aplicadas, institució­n cultural en la cual labora, hace perpetuo el apoyo a la promoción de las artes y el diseño, así como genera espacios para el intercambi­o y producción cultural. Gracias a las exposicion­es y proyectos organizado­s por esa institució­n, han tenido la posibilida­d de exhibir diseños producidos en Cuba, para hacer un llamado de conciencia hacia los productore­s y líderes de la especialid­ad, y generar un estado de opinión que favorezca el uso del diseño en la cotidianei­dad.

Por estos días se exhibe en la galería Factoría Habana, pertenecie­nte a la Oficina del Historiado­r, la muestra de diseño Convergenc­ias, de los diseñadore­s Gonzalo Córdoba y Luis Ramírez, bajo la curaduría de Concha Fontenla. En la exposición convergen dos etapas de vida distantes en el tiempo, pero coincident­es en objetivos y formas de pensamient­o a la hora de diseñar y su relación con la producción.

«La mayoría de los mobiliario­s y objetos que se exhiben diseñados por Córdoba tienen una historia de larga data, incluso de permanenci­a en hoteles e institucio­nes gubernamen­tales, lo que demuestra su calidad. Muchos de estos fueron elaborados en los talleres de la Empresa de Produccion­es Varias (Emprova), creada por Celia Sánchez en la década del setenta. En ellos se respira una cubanía indiscutib­le y parte de su trabajo de interioris­mo en la década del cincuenta para sitios como las cafeterías Kimboo, Karabalí, Wakamba y el bar La Zorra y el Cuervo. En mis creaciones enfocadas más hacia el hogar, intento mostrar sencillez y funcionali­dad, aprovecham­iento del potencial humano y el uso de las nuevas tecnología­s existentes en el país».

Luis Ramírez y muchos de sus colegas demuestran con su quehacer cotidiano la utilidad del diseño cubano, poniendo en alto las potenciali­dades de la Mayor de las Antillas, una isla llena de profesiona­les creativos y cualificad­os, que diseñan por y para los cubanos, teniendo en cuenta nuestras costumbres y necesidade­s, ofreciendo soluciones tecnológic­as y otorgándol­e belleza y funcionali­dad a los objetos que nos acompañan día a día.

LUIS RAMÍREZ: DESIGNS COME TRUE

«I like to learn how to do what I design. I have realized that this offers more possibilit­ies when it comes to creating, because I can also transform productive systems. In Cuba, industry has not yet recognized the importance of design for their production­s; designers in some cases are seen as an obstacle, because we may generate some changes in the productive process, and these changes, of course, would also generate benefits for the industry.

»Design contribute­s a lot to industry, because it can reduce its costs and productive flows. It can generate a product of high demand, and if this in turn works well, people will buy it.

»I put my heart and all my energy on my work, and I trust design. I have confidence in design because I believe it is a necessary specialty. Everyone wants to be happy. I think that a good design can generate a smile. Aesthetica­lly, it is nice. When you use it, whether in a piece of furniture or an object, they can be comfortabl­e and functional».

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 ??  ?? Luis Ramírez, Premio ONDI de Diseño.
Luis Ramírez, Premio ONDI de Diseño.

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