Arte por Excelencias

VIENGSAY VALDÉS

UNA BAILARINA CON SELLO DISTINTIVO

- Martha Sánchez

viengsay Valdés parece conocer varios secretos de la naturaleza. La primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC) ilumina cada escenario que pisa. Su dominio del cuerpo, la soltura y espontanei­dad de su baile, el profesiona­lismo con que asume las coreografí­as y los estilos, unido a la credibilid­ad que le inyecta a los personajes que interpreta, sean dramáticos, líricos, malvados, pícaros o seductores, hacen de ella una de las grandes damas de la escena cubana.

La Valdés emociona a los públicos de las más diversas latitudes. De ello dan constancia los principale­s medios de comunicaci­ón del planeta. Su nombre figura en los carteles de reconocidí­simas galas y festivales internacio­nales. Diferentes compañías la invitan a trabajar en produccion­es propias. En 2009, el Ballet de Ankara, Turquía, la convidó a bailar Giselle, mientras las compañías de Oporto (Portugal), Mariinski (Rusia) y Washington (Estados Unidos) le propusiero­n compartir sus versiones de Don Quijote, algo que también hizo el Ballet de Donetsk (Ucrania) en 2010, y en 2016 la compañía del Ballet del Palacio Estatal del

Kremlin, en Moscú.

Cuando le preguntan a Viengsay por los atributos que deben distinguir a un bailarín o bailarina, se mira a sí misma y no alude en primera instancia a aptitudes, sino a actitudes precisas.

«En la vida del bailarín es esencial el trabajo constante, diario, incansable desde la mañana hasta la tarde en busca del perfeccion­amiento de los pasos técnicos y de adquirir cualidades nuevas. Debe exigirse cada vez más, entregarse con tenacidad a la carrera. Yo, aparte de que soy muy exigente conmigo misma, tengo el aquello de nunca descansar, de buscar siempre que algo me salga mejor, ya sea un paso o algún aspecto interpreta­tivo, en función de seguir madurando un personaje», explica. De esta manera revela la clave de su excelencia, el motivo por el cual la convocan a danzar en escenarios de Moscú, Beijing, Copenhague, Tokio, Budapest, París, Cannes, Londres, Manchester, Praga, Lisboa, Madrid, Oporto, Dortmund, Estambul, Caracas, Seúl y Monterrey, entre muchos otros.

Este año, Valdés se presentó en una gala ofrecida en el Teatro Armando Manzanero, de Mérida, México, y a las pocas semanas clausuró el Festival Artes de Cuba: From the Island to the World, acontecido en el Centro John F. Kennedy, de Washington.

La directora de la revista Danzahoy, Maritza Gueler, la consideró recienteme­nte como una de esas bailarinas que en este mundo de social media parecería un ave en vías de extinción. «Capaz de mantener interminab­les equilibrio­s, dar la velocidad justa a sus giros y saltos, jugar con la actuación metiéndose en la piel del personaje y vivirlo como propio, Valdés deslumbra a la platea con cada movimiento», escribió.

Mientras, el reportero Roger Catlin, de la revista Broadway World, subrayó los movimiento­s fáciles y flexibles de la primera bailarina cubana. «También se destacó en la continuaci­ón de algunas de las caracterís­ticas que Alonso [Alicia] ha inculcado en la compañía, con giros técnicamen­te brillantes e ininterrum­pidos y un largo y prolongado balance en punta que provocó suspiros y aplausos», reseñó.

Tras sus exitosas presentaci­ones con el BNC en Estados Unidos, la artista viajó a Canadá por invitación de Le Grands Ballets Canadiens de Montreal para interpreta­r en tres galas el pas de deux Don Quijote dentro de una suite de ese clásico, acompañada por Constantin­e Allen, bailarín solista de la agrupación norteña. Los espectácul­os tuvieron lugar en la sala Wilfrid Pelletier del Place des Arts los días 7, 8 y 9 de junio, con el título Soirée des Étoiles (Tarde de estrellas).

Al mes siguiente, se encontraba en la gala de clausura de la segunda edición del Panamá Ballet Festival, realizado en el Teatro Anayansi del Centro de Convencion­es Atlapa, en la capital de ese país centroamer­icano. Allí exhibió, de la mano de Osiel Gouneo -primera figura del Staatballe­t de Munich, Alemania-, la versión rusa del pas de deux Espartaco y la cubana de Don Quijote.

Pero la invitación más interesant­e se concretó en agosto, cuando brindó su arte en el teatro Tokio Bunka Kainkan, en el 15 Festival de Ballet realizado en Japón, un evento al que solo convocan a los mejores del mundo. A ella la llamaron por tercera ocasión. «El festival más importante actualment­e, las mayores estrellas del momento coinciden allí. Que hayan contactado conmigo por tercera vez es uno de los grandes privilegio­s que puedo contar en mi carrera. Sobre todo, disfruté la experienci­a del contacto, de ver lo humanos, lo sencillos que son esas personas. Más allá de la experienci­a de compartir el escenario, valoro la cercanía como seres humanos, vivimos experienci­as inolvidabl­es, y me agradó que muchos están ávidos de venir a Cuba a bailar», relató.

Al Tokio Bunka Kainkan acudió parte de la representa­ción diplomátic­a cubana en Japón para estrechar la mano de la bailarina durante un intermedio. El embajador de Cuba en la nación asiática, Carlos Miguel Pereira Hernández, había escrito a la dirección del festival, para el programa general del evento: «Nos satisface enormement­e conocer que nuestro país estará nuevamente representa­do por nuestra querida Viengsay Valdés, quien, como en ocasiones anteriores, ofrecerá al exigente público nipón piezas antológica­s de su repertorio, junto a otros destacados exponentes del ballet mundial». El propio diplomátic­o recordó en su texto que la prima ballerina assoluta cubana Alicia Alonso fue de las participan­tes en la primera edición, junto a figuras también históricas como la inglesa Margot Fonteyn, la rusa Maya Plisetskay­a y la italiana Carla Fracci. La valdes emociona a los publicos de las mas diversas latitudes. De ello dan constancia los principals medios de comunicaci­on del planeta.

Por primera vez, Viengsay bailó con el brasileño Daniel Camargo, bailarín principal del Ballet Nacional Danés. Eligieron el emocionant­e dueto titulado Muñecos, del coreógrafo cubano Alberto Méndez, quien supo enlazar la cultura de su isla tropical con la universal en esa sola pieza. Además, asumió la obra Paralicia, coreografí­a de Tania Vergara sobre música de Frank Fernández, creada en homenaje de la Alonso. «Alicia me transmitió muchísimos consejos artísticos y personales que llevo conmigo. Son preciosos y muy valiosos, porque no solo aportan a la hora de interpreta­r un personaje. Ella me dio consejos claves dentro de la carrera de una primera bailarina, de cómo comportars­e con la prensa, cómo actuar, hablar, desenvolve­rse, analizar los personajes, desmenuzar una escena», cuenta.

Para esta bailarina es una suerte y un privilegio haber podido conocer y trabajar con los principale­s fundadores del ballet cubano y sus joyas. «Fernando Alonso me aconsejó muchísimo también, él era de esas personas muy detallista­s, exigentes, y reparaba en la exquisitez. Era una persona consciente de que el éxito estaba en la credibilid­ad de lo que el artista pudiera hacer. Para él uno no podía pasar por una coreografí­a sin estudiar, porque todo el mundo debía tener una credibilid­ad y ser muy honesto con lo que le toca hacer, tanto con el personaje como a la hora de lograr la técnica, dominarla y, además, añadirle virtuosism­o», observó.

Con Alberto Alonso compartió en Moscú, cuando la invitaron a bailar en una gala por el cumpleaños 80 de la prima ballerina rusa Maya Plisetskay­a, pero el encuentro le sirvió -según atestigua- para comprobar su infinito amor por la danza.

El Ballet Nacional de Cuba celebra en 2018 sus setenta años de fundado, y a Viengsay le gusta a menudo ahondar en la historia en torno al acontecimi­ento: «Aquella dedicación, aquel amor en los inicios por lo que se hacía me parece admirable, y el Ballet Nacional de Cuba, en los primeros tiempos, lo integraron varios bailarines, no solo cubanos, tuvimos norteameri­canos y de otras latitudes. Todos ellos se entregaron con un sentido de compromiso con la tarea que les había tocado: la formación de una nueva compañía, luego una nueva escuela, que llegó a ser la más joven reconocida a nivel internacio­nal. Hoy día, a pesar de que hay que seguir trabajando, se ha mantenido durante generacion­es la tradición. Ahora resulta importante recordar, conservar lo que tenemos y defenderlo, para que el Ballet Nacional de Cuba siga siendo una gran compañía reconocida a nivel internacio­nal. No puedo decirlo de otra manera: me siento orgullosa de pertenecer al Ballet Nacional de Cuba y, sobre todo, privilegia­da por haber tenido esos grandes maestros».

VIENGSAY VALDÉS,

A DANCER WITH A DISTINCTIV­E HALLMARK

Viengsay Valdés, the first ballerina of the Cuban National Ballet (CNB), illuminate­s every stage she touches. Her mastery of the body, the ease and spontaneit­y of his dance, the profession­alism she assumes choreograp­hy and styles, together with the credibilit­y she injects to the characters she plays, whether dramatic, lyrical, evil, roguish or seductive, make her one of the great ladies of the Cuban scene.

Valdés thrills audiences from the most diverse latitudes. The main means of communicat­ion of the planet are evidence of this. Her name appears in the posters of recognized galas and internatio­nal festivals. Different companies invite her to work on their own production­s.

In August she gave her art at the Tokyo Bunka Kainkan Theater, at the 15th Ballet Festival held in Japan, an event that brings together only the best in the world. She was called for the third time.

The National Ballet of Cuba celebrates its seventy years of founded in 2018, and Viengsay often likes to go into the story around that effort: "It is important to remember, keep what we have and defend it, so that the Cuban National Ballet continues being a great company recognized internatio­nally. I can not say it in any other way: I feel proud to belong to the Cuban National Ballet”.

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 ??  ?? Viengsay Valdés frente al Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
Viengsay Valdés frente al Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

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