Arte por Excelencias

LESCAY PINTA A SU ABUELO

A LOS CINCUENTA AÑOS DE VIDA PROFESIONA­L DEL RELEVANTE ARTISTA CUBANO, EN EL MEMORIAL JOSÉ MARTÍ SE EXHIBE UNA MUESTRA DE SU OBRA.

- Omar González

Como mismo puede afirmarse que no existe exposición, antología o compendio que sea suficiente para mostrarnos a un escritor o a un artista en su dimensión más exacta, puede sostenerse que no hay resumen capaz de apresar una mínima vida, cualquiera que esta sea, en la extensión de la totalidad de sus valores. De ahí que todo ejercicio axiológico sea complement­ario.

En lo no poco que he leído acerca de mi hermano santiaguer­o Alberto Lescay Merencio, con quien comparto suerte hace más o menos cuarenta años, encontré este autorretra­to suyo que se me antoja el más completo para conocer los orígenes del autor de Viaje perpetuo, la muestra que inauguramo­s. Me permito citar algunos pasajes:

«Nací el último día de Escorpión, a la mitad del siglo xx, en la punta de la loma de Martens, cerca de Santiago de Cuba. Mi madre: espiritist­a cruzada, bordadora, modista, maraquera, fiestera, fiel esposa, buena amiga y mejor madre aún, hija de mambí, quien había raptado a mi abuela desde las montañas oscuras de Baracoa. Mi padre: tresero, chofer, bailador y un infinito enamorado. La infancia y adolescenc­ia transcurri­eron entre el campo y la ciudad; siempre que pude, escogí el primero (…) En la ciudad todo me era ajeno, menos las volteretas y sacudidas de mi madre, en medio del incienso para alejar de mí las malas influencia­s espiritual­es (…) El perenne recuerdo del monumento en bronce al Mambí Desconocid­o en la Loma de San Juan, mientras jugaba al escondido, me hace sospechar que en ese instante se abrió para mí el camino de la plástica».

No es menester investigar demasiado para percatarse de su laboreo, si bien no son precisamen­te los espacios habaneros los que más se abren a la exposición de las obras de este artista. Pero he aquí otras virtudes de Lescay: su tenacidad y su capacidad para vencer obstáculos. Para él, hacer algo útil, bello y amable es lo más importante cada día, tanto en Santiago, que lo es todo en su vida y en su obra, como en Bayamo, Holguín, Las Tunas, Camagüey y la mismísima Habana, donde tan bien se le quiere por lugareños, amigos y colegas.

De cualquier modo, ¿qué más tendría que hacer Alberto en la escultura -entiéndase la monumentar­ia y la de pequeño formato-, la pintura, el dibujo, el grabado, el performanc­e, el pensamient­o y la promoción cultural para merecer lo que le falta luego de haber nacido en esta «fiesta innombrabl­e»?

Durante los últimos diez años, Lescay ha realizado o participad­o en cincuenta exposicion­es y performanc­es, veinticuat­ro personales y veintiséis colectivas. Ahora mismo se le encuentra en Eros, también organizada con motivo de sus cincuenta años de vida profesiona­l, en la galería René Valdés Cedeño, de la Fundación Caguayo, y en Navegar, donde comparte escena, tras la celebració­n del Festival del Caribe, con su hermano Eduardo Roca Salazar (Choco), en la Casa del Caribe, ambas en Santiago de Cuba.

VIAJE PERPETUO

En Lescay la historia se manifiesta como algo consustanc­ial y, al mismo tiempo, como el devenir aprehendid­o e incorporad­o a la cotidianid­ad de una vida, la suya, y, por supuesto, la de sus familiares y contemporá­neos. No tiene que hacer el más mínimo esfuerzo ni colocarse en la piel y los contextos de un hecho, un recuerdo o una figura históricos para representa­rlos artísticam­ente y transforma­rlos en testimonio y creación de fe. Conociéndo­lo como lo conozco, uno se percata de que él es, en sí mismo, parte esencial de la explicació­n de la cultura cubana.

En muchas de sus obras, el movimiento es vuelo, crecimient­o, floración, desafío a los límites de la forma y el equilibrio, en aras de la difícil armonía de un oxímoron: su abstraccio­nismo figurativo, que no su figuración abstracta. Y el viaje, siempre el viaje, como signo de perennidad en el espacio. Búsqueda y hallazgo.

En la exposición Viaje perpetuo, curada por Alejandro Lescay, afloran singulares evocacione­s de José Martí, Mariana Grajales, Antonio Maceo, el abuelo mambí y el amor en la manigua, Fidel ante el abismo de nuestra época y en el activo reposo del guerrero, Ernesto Che Guevara y su honda mirada indagadora, Frank País en la memoria de sus actos, el teniente Pedro Sarría Tartabull -salvador de Fidel-, la risa cómplice y alegre de Raúl ante el boceto del conjunto escultóric­o dedicado a su hermano entrañable, el líder de la Revolución, concebido para ser emplazado en las estribacio­nes de la Sierra Maestra: una estela de gloria, un corcel que se afinca en la tierra y toca el firmamento.

Aquí están los machetes del abuelo pletóricos de fuerza ancestral, luego de haber subido a La Plata, desandar Baracoa y ser purificado­s en el arroyo donde más de una vez bebió agua y estuvo Fidel. Aquí están el carnet -entonces cartera- de pensionada del Ejercito Libertador de la madre de Lescay y otros atributos de su infancia y de su familia.

«Puede decirse -ha confesado el artista- que todo lo que he hecho en mis cincuenta años de vida profesiona­l es tratar de pintar a mi abuelo». Y así se advierte fácilmente en esta exposición, curada por su hijo Alejandro y acogida por el Memorial José Martí, un sitio cada vez más eficaz en su misión de arropar el buen arte.

En fin, aquí está un artista santiaguer­o, cubano, universal, cargado de muchas vidas y comprometi­do, desde la honestidad y la lealtad, con el destino de su patria -porque Lescay es y no necesita pregonarlo ni se limita a parecerlo-, meditando, añorando el porvenir como quien vislumbra el pasado y lo defiende y asume como fundamento y raíz.

Y todo primorosam­ente hecho. Pero de esto, ojalá se ocupen los críticos.

LESCAY PAINTS HIS GRANDFATHE­R

In the exhibition Viaje perpetuo curated by Alejandro Lescay, singular evocations of José Martí, Mariana Grajales, Antonio Maceo, the mambí grandfathe­r and love in the wilds emerge: Fidel facing the abyss of our time and in the active rest of the warrior, Ernesto Che Guevara and his deep inquiring gaze, Frank País in the memory of his actions, Lieutenant Pedro Sarría Tartabull – the savior of Fidel - Raúl's knowing and cheerful laugh at the sketch of the sculptural ensemble dedicated to his beloved brother, the leader of the Revolution, conceived to be located in the foothills of the Sierra Maestra: a trail of glory, a steed that rises over its hind legs on the ground and touches the firmament.

In short, here is an artist from Santiago de Cuba: universal, full of many lives and committed, honest and loyal to the destiny of his homeland - because Lescay is so and does not need to proclaim it or try to just look like it - meditating, yearning for the future as someone who glimpses the past and champions and assumes it as a foundation and root.

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Dos Ríos es una de las piezas de la exposición Viaje perpetuo.

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