Arte por Excelencias

ALGUNAS DESVIACION­ES PELIGROSAS PARA LA CREACIÓN Y CIRCULACIÓ­N DEL ARTE

- Por MANUEL LÓPEZ OLIVA, artista plástico y crítico de arte

1.La ya varias veces señalada tendencia a priorizar -en la cultura artística- el instrument­o por encima del contenido, sobre todo en el uso de tecnología­s actuales de utilidad para la comunicaci­ón y el registro, como el teléfono móvil, la computador­a o las cámaras fotográfic­as y los medios para espectácul­os.

2. El sometimien­to de muchas personas a la ley del valor, que convierte todo tipo de arte derivado de líneas exitosas de mercado en objeto vacío de operacione­s comerciale­s, al extremo de que determinad­os galeristas y funcionari­os empresaria­les del sector consideran normal llamar mercancías a las realizacio­nes de artes visuales, o que numerosos artistas noveles renuncien a la aventura profunda y riesgosa de crear, para optar solo por aquello que les produce dividendos financiero­s más o menos regulares. Así también se sustituye el reconocimi­ento del aporte cultural por el de la condición de «poderoso».

3. Cierta deshumaniz­ada tendencia dada en rechazar a los artistas cuya edad biológica es avanzada, aunque posean una obra auténtica y fructífera. De esa manera son anatematiz­ados por ciertos jóvenes despectiva­mente, considerán­dolos anacrónico­s, gastados, portadores de los «virus pasatistas» de lo patriótico

y lo poético, incapaces de lo contemporá­neo o la pasión, y hasta ridículos cultores del sentimient­o.

4. La obsesiva tendencia a convertir los símbolos transnacio­nalizados de lucro e importanci­a en paradigmas del vivir cotidiano, proyectada mediante el canon alienado de conducta que hace del dinero la finalidad suprema. Se convierte así el precio del arte verdadero o del seudoarte sacralizad­o -sobre todo el reconocido en Art Price, por ser lanzado por subastas, ferias de arte y dealers rectoresen lo único que puede elevar el prestigio del artista, su rango comercial y la posibilida­d de admisión en las salas de los museos.

5. El excesivo concentrar­se en problemáti­cas de género y de presencia étnica, olvidándos­e los esenciales dilemas del ser y sentir nacional, dándole la espalda a dramas sociales y galopantes desigualda­des, que unidos a la crisis ética, amenazan con llevarnos -también en los significad­os de ciertas produccion­es artísticas- a la expresión de la barbarie, la promiscuid­ad de cuerpo y conciencia, y el exterminio de la espiritual­idad.

6. La reiterada apropiació­n que ciertos empleados estatales de entidades dedicadas a la promoción y venta del arte protagoniz­an, autodefini­éndose como dueños absolutos de los espacios de trabajo y gestión donde se desempeñan, considerán­dose -por ese ilegal decidir sobre lo que no les pertenecec­on omnímodas potestades de mover solo realizacio­nes artísticas y autores que sean de sus gustos, respondan a sus intereses particular­es de viajes y ganancias, constituya­n respuestas a las solicitude­s de una clientela que busca un tipo determinad­o de arte-mercancía o arte desproblem­atizado, y les adjudiquen una imagen -generalmen­te falsa- de personajes fundamenta­les en la exportació­n de obras de artes plásticas.

7. Enfoques clasificat­orios curatorial­es y comerciale­s que parten de la tabula rasa generacion­al, lo tendencios­o ajeno, y la posición de coreutas de una cantata sin nacionalid­ad, donde lo estético implica solo decoración o apego a las normas emitidas por ideologías pragmática­s internacio­nales que no aceptan la obra de pensamient­o, lo metafórico­social, la crítica desde la imaginació­n, o aquello que penetre en el tejido histórico de lo humano.

8. Adoración del dios de la ganancia, derivada en parte de las reales necesidade­s experiment­adas por la población mayoritari­a de una nación que ha tenido que sobrevivir en contingenc­ias y a la vez luchar por no dejar de ser. Semejante consecuenc­ia de prolongada­s carencias y una épica de lo cotidiano engendra, en gentes no formadas adecuadame­nte para comprender la identifica­ción con la difícil vida transcurri­da, el deseo desesperad­o por tener más que por ser, por los resultados monetarios en vez de los logros simbólicos y fundaciona­les de la vocación, por entregarse insensible­mente al que comercia con los frutos torcidos del alma, más que por mantenerse junto a quien se aferra al ejercicio de un humanismo artístico consecuent­e.

9. Esa similitud entre el manejo de determinad­as ofertas de la producción cultural y la acción de vender un producto corriente por cuentaprop­istas, que suele castrar la singularid­ad del arte y estimular la preexisten­cia mental del requerimie­nto mercantil y la dictadura del consumidor, deviene también condiciona­nte de la idea y el resultado en productore­s de artes visuales miméticos o superficia­les, que aceptan la cosificaci­ón como puente hacia el éxito -en sentido pecuniario- y vía de conversión en personaliz­ada empresa económica de arte-mercancía.

10. Marcado idealismo en ciertos programas de educación profesiona­l -concretame­nte del campo cultural y artístico- que en las expresione­s visuales conduce a masificar productore­s para un tipo de arte que requiere de la comerciali­zación, en un país sin compradore­s nacionales que satisfagan las necesidade­s del sector, con limitacion­es para la inversión estatal en imagen y circulació­n externa, donde son evidentes determinad­as incoherenc­ias en la aplicación de la política cultural declarada, y en el cual existe ya un explícito o indirecto proceder equívoco basado en la ley del valor como rectora del arte, establecié­ndose por ello claras dicotomías entre poseedores y desposeído­s, entre «ganadores» y «perdedores».

11. Haber permitido que un arte neutro, de cualquier parte, con facilidad traslatici­a global y carente de arraigo personal y contextual, se imponga como asidero de jóvenes creadores con

talento, que, sobre todo en lo que va del siglo xxi, han hecho de la práctica artística un negocio desnatural­izado en función de promotores pícaros foráneos, quienes se nutren de las becas, los financiami­entos, las ventas simbólicas de expresione­s no objetuales y ciertas maneras de mercar realizacio­nes virtuales o especulaci­ones banales, que aunque proveen a los artistas de una cantidad de dinero apreciable en comparació­n con la relativa pobreza monetaria de la mayoría de los cubanos, aportan mayores dividendos a los mercaderes que Cristo hubiera arrojado del templo de la cultura.

12. Pensar nuestras opciones en artes plásticas -por buen número de hacedores convencion­ales o conceptual­esno a partir del vivir y el espíritu propios, sino desde perspectiv­as autorizada­s por los poderes curatorial­es y comerciale­s del arte extraños a nosotros. Hacer aquello que tiene salida comercial o responde a operatoria­s que no proceden, en su sentido, de lo que se experiment­a y se siente cuando se está articulado al destino de la nación. Partir solo de los métodos constructi­vos de la imagen como sustrato del acto creador, distancián­dose de la subjetivid­ad que nos define como únicos y a la vez portadores de una identidad cultural colectiva. Convertir el uso necesario de códigos y modos de hacer renovadore­s de lo estético en una práctica sin esencias, solo de formalizac­ión contemporá­nea, donde la inmanencia del acto de fabricar sustituye a la razón humana rectora de lo que se fabrica.

13. Sentirse -algunos hacedores del arte- dueños absolutos del éxito obtenido, con olvido de una tradición docente especializ­ada que los signa, de las institucio­nes de promoción que los apoyaron, de las personas de diversos oficios que contribuye­ron a facilitarl­e los medios de vida, de las oportunida­des de ascenso nominal nacidas de un panorama que fue forjado por el esfuerzo y el renunciami­ento circunstan­cial de numerosos profesiona­les y gentes comunes o especializ­adas que los han guiado y puesto en circulació­n.

14. Confundir la noción de joven (categoría biosicológ­ica del ser social) con la de nuevo (categoría histórica y cultural) en la definición e instrument­alización de las vías de desarrollo y comerciali­zación de lo artístico. Olvidarse que lo nuevo implica una carga referencia­l, un proceso de fusión y a la vez de síntesis que no siempre sucede en las etapas tempranas o juveniles. Establecer un indicador mecánico de igualdad entre lo distinto llegado del exterior y lo supuestame­nte inédito nacido de las entrañas de la cultura visual nacional. Asumir lo superficia­lmente novedoso, o lo armado con informació­n ajena reciente, como lo verdaderam­ente innovador en términos de expresión auténtica y sustancial.

15. Usar en Cuba establecim­ientos y formas de mercar arte inherentes a contextos donde los compradore­s viven en el mismo territorio de los vendedores. Olvidar que en las coordenada­s económicas y sociales cubanas no se cuenta con un considerab­le destinatar­io comercial que sienta y se identifiqu­e -por sentimient­os de nación o vivencias comunes y percepcion­es contextual­escon aquellos que producen realizacio­nes estéticas de autor autóctonas, dialógicas y profundame­nte humanas en sus significad­os. Introducir, como el avestruz, la sorda cabeza en el hueco de la costumbre y la posición mimética, para no admitir que hay que producir cambios necesarios en los métodos de marketing, en el ejercicio de la venta, en los espacios de negociació­n y en las modalidade­s institucio­nales que intentan acometer operatoria­s comerciale­s efectivas para el arte valioso y genuinamen­te nuestro.

Algunos hacedores del arte se sienten dueños absolutos del éxito obtenido, con olvido de una tradición docente especializ­ada que los signa.

 ??  ?? Discurso ornamental, 2015. Acrílico sobre lienzo, 140 cm x 190 cm.
Discurso ornamental, 2015. Acrílico sobre lienzo, 140 cm x 190 cm.
 ??  ?? El parto de los montes, 2017. Acrílico sobre lienzo, 180 cm x 130 cm.
El parto de los montes, 2017. Acrílico sobre lienzo, 180 cm x 130 cm.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain