CELIA, LUZ Y AMOR
Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley fue una de las mujeres más nobles, sencillas y heroicas que se entregaron a la Revolución. Al rendirle homenaje debemos recordarla por su trabajo inagotable junto al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y su participación en los momentos más decisivos por los que ha transitado nuestro proceso revolucionario.
Pilón la vio llegar junto a su padre cuando apenas tenía 20 años. Trajo consigo juventud, nobleza y profundos sentimientos solidarios, los que compartió con este pueblo. La infancia en Media Luna y los días de la adolescencia en Manzanillo también decoraban su figura. Maduró entre el mar y la montaña; su entrega a los humildes y el salto a la sierra la convirtieron en leyenda.
Era una mujer seducida por el humanismo y amor por los niños. En este terruño, donde se incorporó al Movimiento 26 de Julio, organizó el apoyo a los expedicionarios del Yate Granma. Se convirtió en la primera mujer en incorporarse al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. Fue feliz por haber podido ser útil, por haber tenido la oportunidad de contribuir con su esfuerzo a la emancipación definitiva de la patria.
El 11 de enero de 1980, Cuba perdió en Celia a una de sus mujeres más tiernas y heroicas. En la Revolución Cubana está la huella de su flor más autóctona, de la Heroína de la Sierra y el Llano, como también lo está en la inmensa mayoría de los cubanos. En el corazón de los hombres y mujeres del pequeño batey de Pilón quedaron su ternura, su amistad y el ejemplo de una mujer que dedicó su vida al bien de la patria, como flor esperanzadora de verdad, luz y amor.