Arte por Excelencias

CELIA, LUZ Y AMOR

- Por CARLOS ORTEGA TORRES

Celia Esther de los Desamparad­os Sánchez Manduley fue una de las mujeres más nobles, sencillas y heroicas que se entregaron a la Revolución. Al rendirle homenaje debemos recordarla por su trabajo inagotable junto al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y su participac­ión en los momentos más decisivos por los que ha transitado nuestro proceso revolucion­ario.

Pilón la vio llegar junto a su padre cuando apenas tenía 20 años. Trajo consigo juventud, nobleza y profundos sentimient­os solidarios, los que compartió con este pueblo. La infancia en Media Luna y los días de la adolescenc­ia en Manzanillo también decoraban su figura. Maduró entre el mar y la montaña; su entrega a los humildes y el salto a la sierra la convirtier­on en leyenda.

Era una mujer seducida por el humanismo y amor por los niños. En este terruño, donde se incorporó al Movimiento 26 de Julio, organizó el apoyo a los expedicion­arios del Yate Granma. Se convirtió en la primera mujer en incorporar­se al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. Fue feliz por haber podido ser útil, por haber tenido la oportunida­d de contribuir con su esfuerzo a la emancipaci­ón definitiva de la patria.

El 11 de enero de 1980, Cuba perdió en Celia a una de sus mujeres más tiernas y heroicas. En la Revolución Cubana está la huella de su flor más autóctona, de la Heroína de la Sierra y el Llano, como también lo está en la inmensa mayoría de los cubanos. En el corazón de los hombres y mujeres del pequeño batey de Pilón quedaron su ternura, su amistad y el ejemplo de una mujer que dedicó su vida al bien de la patria, como flor esperanzad­ora de verdad, luz y amor.

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